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Publicada porVincenç Armas Modificado hace 11 años
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LA ALAMEDA Fotos antiguas: FEDAC Rafael Rodríguez, 2004
No usar el "clic" del ratón, la presentación avanza sola LA ALAMEDA Fotos antiguas: FEDAC Rafael Rodríguez, 2004
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“Ocupa parte del antiguo convento de Santa Clara
“Ocupa parte del antiguo convento de Santa Clara. Fue el centro donde se generó el proceso renovador de la ciudad decimonónica. Se delineó en 1840 inaugurándose nueve años más tarde, aunque a lo largo del siglo XIX se efectuaron diversos reparos. En sus orígenes se denominaba Alameda de Santa Clara, desde finales del siglo XIX, conmemorando la empresa del almirante, se tituló Alameda de Colón, aunque comúnmente, la conocemos como “la Alameda”.
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Portada diseñada por Manuel Ponce de León.
La Alameda de Colón vista desde la calle Malteses ( ),
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Exposición de plantas Portada de entrada La Alameda vista desde San Francisco
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La estructura de la Alameda es rectangular (120 pasos de largo) y estaba dividida en cinco avenidas que concluían en un espacio central donde se erigía una estatua de yeso que simbolizaba a la Isla de Gran Canaria. Flanqueando el paseo mayor se colocaron asientos de piedra y algunos faroles, en medio de una gran cantidad de árboles plantados en 1842. Todo ello, presidido por una magnífica portada diseñada por Manuel Ponce de León; ésta ocupaba al antiguo acceso del convento derruido y desapareció tras las reformas efectuadas en 1925.
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1890. Alameda, plátanos del Líbano y
bancos de piedra. Paseo central
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1890. La Alameda, vista desde San Francisco, con sus
frondosos plátanos del Libano. A la izda. El kiosco de la música
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En la segunda mitad del siglo XIX, se realizaron importantes modificaciones.
En 1852, el ayudante de Obras Públicas, Pedro Maffiote pavimentó con losetas del monte las graderías de acceso y algunos muros que construyó para nivelan el terreno . En 1861, en ocasión de levantarse la casa Castillo—Olivares (en el lado Sur de la Alameda, que hoy ocupa el C.I.C.C.A. de La Caja de Canarias) con la pertinente alineación de la calle que lindaba por ese lado, se redujeron los muros de su contorno rematándolos con enverjados de hierro. (Textos hasta el momento de: Galante, p )
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Mas tarde Hotel Cairasco San Nicolás Muro San Francisco Casa Castillo-Olivares, alineación con la Alameda
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1890. Entrada por Malteses Enverjado 1890. Lateral, Dr. Déniz
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Del monumento o estatua a Gran Canaria, Quesada Acosta nos ofrece la siguiente visión: “Esta pieza se debió también al citado Rafael Bello quien prefirió una vez más el yeso como material. Ejecutada en 1879, se apoyaba sobre un elemental basamento tallado en madera. Al parecer, la representación de la isla, a manera de una corpulenta matrona, resultó de poco acierto estético, suscitando por ello el descontento de los ciudadanos, los cuales no dudaron en proferir críticas desagradables tanto a la escultura como a su artífice. Traemos a colación la suscrita por el vate popular Roque Morera, que aparece recogida en las crónicas de Néstor Alamo: “No me hagas estatua de yeso házmela de salchichón como ese brazo tan tieso
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La obra permaneció en dicho lugar hasta octubre de 1886, fecha en que fue retirada y entregada a su autor. El desagrado que había provocado en la población no disminuyó en el devenir del tiempo; antes al contrario, se había agudizado. Así lo entendemos al leer una gacetilla del periódico El Telégrafo, el cual, al margen de publicar la noticia, rogaba a la autoridad municipal que dispusiera el traslado del pedestal a un sitio donde el público no lo viera más” (Quesada Acosta, p.45
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1894. Hotel Cuatro Naciones, mas tarde Cairasco
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“Una de las más pintorescas descripciones de Las Palmas de Gran Canaria en el último tercio del siglo XIX es la que ofrece Jules Leclerq en Voyage aux lles Fortunées Uno de los rincones descritos por Leclerq es la romántica alameda de la ciudad del siglo XIX. “La ciudad de Las Palmas tiene una encantadora alameda: está sombreada de laureles de India, de palmeras de Cuba y de otros árboles que se cultivan en nuestras sierras de Europa. No he visto nada más bonito que este paseo público. En una placita próxima se levanta una agradable fuente coronada por el busto del poeta Cairasco”. Herrera, 2ª parte, p
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1905-1910. La Alameda, kiosco de la música a la izquierda.
Los bancos ya no son de piedra sino de madera.
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“Entre estos paseos sobresale el de la Alameda que se encuentra en Triana.
La primavera que en nuestros templados climas ostenta su belleza y da un vivificante impulso á la vegetación, se encuentra aquí en todo su esplendor y magnificencia: los gigantescos plátanos del Líbano preservan con su sombra de los rayos abrasadores de Estío y convidan al melancólico poeta á acogerse bajo de sus pomposas ramas. Durante las noches de la florida estación, mil bellezas se pasean por sus calles aspirando el suave aliento de la espinosa acacia, y del rastrero tomillo, unidos con la olorosa camelia, el Don Diego de noche el fresco nardo, y la funeraria adelfa ” Santana, p.120
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1905. La Alameda, al fondo el monumento a Colón
1905. La Alameda, al fondo el monumento a Colón. Detalle de bancos adosados a los troncos de los plátanos.
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Resulta indudable que a la vista de las descripciones de la Alameda a finales del XIX, tendría un aspecto agradable, romántica, con el encanto especial decimonónico de muchas plazas que admiramos en otras ciudades españolas. Allí tenian lugar las acampadas y actividades de los “Boys scout” de Las Palmas (según se ve en imágenes de la época).
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1913. Desfile de los “Scout” en la Alameda
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El Obispo Padre Cueto 1913. Autoridades y Boys Scout”
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1913. Los Boys Scout en bibicleta por la Alameda
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Donde además, durante el primer tercio del siglo XX, se daban conciertos los domingos por la noche, que concluían a las 11 de la noche, interpretándose música de zarzuela y ópera: Una noche, un domingo a la noche, vamos a la Alameda. Es el primer día en que las tocatas comienzan. No hay nadie en la Alameda. ¿Cómo es posible —nos preguntamos— que esta Alameda de grandes destinos esté solitaria, y estos músicos toquen solamente para los árboles? ¿No estará herido el sentimiento artístico de estos músicos que han preparado un programa selecto, para que se les aplauda? ¿Qué razón misteriosa hay para esta ausencia femenina? ¿No hemos oído que Pilar y Dolores y Ana y María se despidieron esta mañana en misa, para verse después en el paseo? (Alonso Quesada, p ).
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1890. El Kiosco de la música
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Farolas, plátanos, kiosco........
1900
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1902. Eran muy frecuentes las fiestas en la Alameda
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Al salir de la Alameda por su portada principal accedíamos a la calle de los Malteses, que por entonces subía hasta San Francisco, y por tanto nos encontrabamos enfrente con la antigua plaza del mismo nombre. Plaza de San Francisco Malteses
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La plaza de San Francisco en la situación en que estuvo a finales del XIX, ha perdido su nombre, siendo el espacio rectangular que la contenía, en el transcurso del tiempo, anexionada a la Alameda de Colón. Martín Galán nos dice que ya en 1850 existía dicha plaza: Martín, p.243 La Plaza de San Francisco quedó finalmente completada con la colocación del monumento a Colón inaugurado el 12 de Octubre de Quesada Acosta, p.62
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Plaza de San Francisco, 1892
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Inauguración del monumento a Colón, 1893
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Monumento a Colón visto a través de la portada de la Alameda
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El afán remodelador de las distintas corporaciones municipales que en transcurso del siglo XX convirtieron esta Alameda, no diremos que en algo feo, pero si desposeído de ese encanto, que decían, tenia. Si embargo comprendemos que la plaza al dejar ser zona de paseo y de estancia tuvo que abrirse para la contemplación de los bellos edificios que la rodean: “La solariega Alameda, hoy conocida como ‘Alameda de Colón”, ya no tiene las columnas y las verjas, con una desenvuelta y gallarda portada, que, encerrándola en sí misma, delimitaron su perímetro hasta que desaparecieron con la reforma de 1925, Laforet, p.133), La pena fue no haber encontrado la forma de mantener la portada.
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Alameda y monumento a Colón despues de las reformas de 1925
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Mª Dolores de la Fe tiene también recuerdos para “su Alameda” que los sitúa en 1925: “Qué delicia aquella Alameda de entonces, con el Gabinete enfrente y aquella estampa (vuelve la imagen naif) de los socios del Casino en la terraza de abajo, dándose unos remidos de campeonato en las mecedoras de rejilla... Ahora me parece que todos iban de negro, pero de lo que sí estoy segura es de que todos llevaban sombrero, y en verano, maipol. A la sección masculina de la ciudad, casi antes que la sombra de bigote, le salía sombrero. En todas las clases sociales, lo mismo finolis que risqueros, el sombrero o la cachorra eran como una prolongación del hombre. Algunas tardecitas veraniegas, los camareros del Casino cruzaban hasta la Alameda con las butacas de rejilla para que estuvieran más frescos los señores socios Fé, de la, p.18, 19 y 25.
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1920 guirnaldas Cuando había baile de etiqueta en el Casino, yo me sentaba en el muro de la Alameda para ver los coches y los trajes largos. Por cierto, entonces la Alameda tenía sus muros adornados de mosaicos haciendo guirnaldas muy bonitas. ¿Dónde habrán ido a parar? Fé, de la, p.18, 19 y 25.
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La Alameda, barrio San Nicolás, 1927
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La Alameda, calle de Muro, 1935
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De las reformas efectuadas en la Alameda, una llamó poderosamente la atención, la efectuada en los ochenta, cuando colocaron aquellas farolas en forma de cohetes (las gente los llamó “voladores”) que posteriormente fueron sustituidas, ante las masivas protestas de los ciudadanos, por otras mas acordes con el entorno.
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La Alameda en los noventa
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BIBLIOGRAFIA Fé de la, Mª Dolores. Las Palmas, casi ayer. Colección San Borondon. El Museo Canario Galante Gómez Francisco. Arquitectura Canaria. EDIRCA, Las Palmas de Gran Canaria) Herrera Piqué Alfredo. Las Palmas de Gran Canaria, 1ª parte. Editorial Rueda, Alcorcón, Madrid Laforet, Juan José. Parques y Jardines el Corazón de la Ciudad. Gabinete de Comunicación. Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, 2002. Martín Galán Fernando. Las Palmas Ciudad y Puerto. Cinco Siglos de Evolución. Fundación Puertos de Las Palmas, 2001. Quesada Acosta, Ana María. La escultura Conmemorativa en Gran Canaria ( ). Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, 1996. Quesada Alonso. Insulario, Biblioteca básica Canaria. Viceconsejería de Cultura y Deportes. Gobierno de Canarias, 1988) Santana Lázaro. Las Palmas de Gran Canaria, Memorias de la Ciudad. Servicio Insular de Cultura. Cabildo Insular de Gran Canaria.1999.
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Banda sonora Samuel Barber 1910-1981 Adagio para cuerdas
Versión Coral: “Agnus Dei” The Choir of New College, Oxford Samuel Barber
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