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Poema en flor
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Mujer: Quiero la fuerza de tus antiguas flechas.
Mirar la luz de tus ojos. Quiero tu piel de exquisita espuma, Oír tu voz de penetrantes cuerdas. Dame a beber tus huracanes juntos. Quiero siempre, tu lava pura de volcán perenne. Tu fértil pubis, tu sangre ardiente. Dame tu fuego para seguir viviendo. Dame tu lava de tempestades dulces.
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Quiero encontrarme en tu crepúsculo, Oír tu voz de monasterios.
Marco T. Mena Ízame todas las velas. Llévame hacia el retorno. Búscame en tu silencio. Aplaca mi sed de mundo. A pesar de tu cuerpo Levantado contra el tiempo. Quiero encontrarme en tu crepúsculo, Oír tu voz de monasterios.
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LXXIV EL éxtasis es un vuelo. Cuando amamos somos como Dioses: Un líquido de amor inunda las entrañas, Y en este clímax, en todos los países Millones de hijos salen de tu vientre. VIII Toma mis manos desde tu tiempo. Levanta mi cáliz sobre tu piel. En la ciudad seremos consagrados Cuando despunte el Alma.
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¿Qué ángel sacó mi cuerpo del destierro?
LXVII ¿Qué ángel ha llegado y me lleva en sus alas? ¿Qué ángel sacó mi cuerpo del destierro? ¡Qué manos tocan mi voz! ¡Qué aura me agiganta y me convierte en astro!. Marco T. Mena.
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El fugante, el doliente. LLENATE DE MÍ…
Ansíame, agótame, viérteme, sacrifícame. Recógeme, contieneme, ocúltame Quiero ser de alguien, quiero ser tuyo, es tu hora. Soy el que paso saltando sobre las cosas, El fugante, el doliente.
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Pablo Neruda LIBERTAME DE MÍ… Quiero salir de mi alma,
Yo soy esto que gime, esto que arde, esto que sufre. Yo soy esto que ataca, esto que aúlla, esto que canta No, no quiero ser esto. Ayúdame a romper estas puertas inmensas. Con tus hombros de seda desentierra estas anclas. Así crucificaron mi dolor una tarde. Libértame de mí. Quiero salir de mi alma. Pablo Neruda
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Susana Mayer. Pero, no basta amarte.
Yo no soy una triste y pequeña intimidad, Sino una bestia insaciable en la que crujen Todos los dolores del mundo. Susana Mayer.
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Sintiendo la piedad de tu mirada,
La humilde florescencia del ribazo A la menuda huella de tu paso Moría de una muerte perfumada. Cuando tu juventud amedrentada Por caricia y sostén busco mi brazo, La tarde se detuvo en el ocaso Como una mariposa fatigada.
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En la profunda paz de aquel retiro La tacita elocuencia de un suspiro
Le dio a mi amor su comprensible clave, Y al recibir tu beso, tibio y blando, Toda mi alma se quedo temblando Como la rama en que se posa un ave. Julián Marchena Que tengas un excelente día...
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