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Publicada porEsmeralda Chino Modificado hace 11 años
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AÑO DE LA FE
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Objetivos del Año de la fe ¿Qué sentido dan los Papas al Año de la fe? ¿Qué objetivos se pretenden con él? La respuesta la hallaremos en los dos documentos con los que fueron convocados los dos años de la fe después del Concilio Vaticano II: el de Pablo VI (1967) y posteriormente el del ahora papa emérito Benedicto XVI: 1) "Para confirmar nuestra fe rectamente expresada" (Pablo VI), "redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada" (Benedicto XVI). 2) "Para promover el estudio de las enseñanzas del Concilio Vaticano II" (Pablo VI), "con el Concilio se nos ha ofrecido una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo que comienza" (Benedicto XVI). 3) "Para sostener los esfuerzos de los católicos que buscan profundizar las verdades de la fe" (Pablo VI); "intensificar la reflexión sobre la fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa, sobre todo en un momento de profundo cambio como el que la humanidad está viviendo" (Benedicto XVI).
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Benedicto XVI añadió, fijándose en las circunstancias actuales, algunos más: 1) "Invitar a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo". 2) "Comprometerse a favor de una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe". 3) "Suscitar en todo creyente la aspiración a confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza". 4) "Comprender de manera más profunda no sólo los contenidos de la fe sino, juntamente también con eso, el acto con el que decidimos de entregarnos totalmente y con plena libertad a Dios". Este último objetivo es el que más recalca el Papa emérito Joseph Ratzinger. Le interesa subrayar la inseparabilidad del acto con el que se cree y de los contenidos a los que prestamos nuestro asentimiento: El acto de fe sin contenidos nos conduce a la total subjetivación de la fe. Los contenidos, sin el asentimiento de la fe, instruyen nuestra mente, pero no nos unen a Dios ni son capaces de transformar nuestra vida, de convertirla al Dios vivo. Sólo si la profesión de fe desemboca en confesión del corazón podemos hablar de una fe madura, bien formada, capaz de producir frutos en los demás.
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CREEMOS SEÑOR, PERO AUMENTA NUESTRA FE
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Libro privilegiado del Año de la fe El año de la fe deberá expresar un compromiso unánime para redescubrir y estudiar los contenidos fundamentales de la fe, sintetizados en el Catecismo de la Iglesia Católica (Porta fidei, no. 11). Si de lo que se trata es de reavivar e infundir una nueva linfa a la fe de los creyentes en Cristo, el Catecismo es el camino seguro para conseguirlo. En él se resume y expresa la fe de toda la Iglesia desde sus orígenes hasta nuestros días. En él hallamos: la fe que profesamos (credo) la fe que celebramos (liturgia) la fe que vivimos (moral) la fe que rezamos (oración) En nuestro tiempo, en el que los contenidos objetivos de la fe cristiana son muchas veces devaluados, sometidos a crítica destructiva, preteridos, ha llegado el momento de apuntar el zoom sobre la fe en toda su riqueza de doctrina, fruto de veinte siglos de reflexión y de vida. ¡Un año entero para ello hará mucho bien a toda la comunidad de la iglesia!
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EL PAPA EMÉRITO BENEDICTO XVI propuso el Catecismo, para el Año de la Fe, "como un verdadero instrumento de apoyo a la fe, especialmente para quienes se preocupan por la formación de los cristianos, tan importante en nuestro contexto cultural" (Porta fidei, no. 12).
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Catecismo de la Iglesia Católica
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Saludo del papa Francisco, Año de la Fe Queridos hermanos y hermanas: Hoy comenzamos de nuevo con las catequesis del Año de la Fe, reflexionando sobre la resurrección de Jesús. ¿Cómo se ha transmitido esta verdad de fe? En las Escrituras encontramos dos tipos de testimonio, al respecto: el primero, las breves fórmulas como la que hemos escuchado en la lectura del Apóstol, que indican con concisión el núcleo de la fe: la pasión, muerte y resurrección del Señor. El segundo, las narraciones que relatan el acontecimiento. Es significativo el hecho de que sean mujeres, que según la ley no podían dar un testimonio fiable, las primeras en anunciar la resurrección. Dios no las elige con criterios humanos sino que mira a su corazón. Su experiencia parte del amor, que las mueve a acudir al sepulcro, y que las hace capaces de acoger el signo de la tumba vacía y el anuncio del mensajero de Dios, y trasmitirlo, pues la alegría y la esperanza que las invade no se puede contener. Para los otros discípulos fue más difícil: Pedro se detiene ante el sepulcro vacío, Tomás quiere tocar con sus manos las llagas del cuerpo de Jesús. También nosotros estamos llamados a crecer en la fe a través de los signos del amor de Dios: la Escritura, la Eucaristía y los otros Sacramentos, y de ese modo, la fe en el Resucitado nos impulsará a salir para llevar esta luz a cada rincón de nuestra vida, comunicándola con gestos de caridad, misericordia y perdón. Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, México y los demás países latinoamericanos. Invito a todos a acoger la alegría que nos trae el Resucitado, para que el encuentro con Jesús abra nuestro corazón a la fe y a la esperanza, haciéndonos valientes testigos de su amor. ( Saludo a los peregrinos en la Plaza San Pedro, Roma) Queridos hermanos y hermanas: Hoy comenzamos de nuevo con las catequesis del Año de la Fe, reflexionando sobre la resurrección de Jesús. ¿Cómo se ha transmitido esta verdad de fe? En las Escrituras encontramos dos tipos de testimonio, al respecto: el primero, las breves fórmulas como la que hemos escuchado en la lectura del Apóstol, que indican con concisión el núcleo de la fe: la pasión, muerte y resurrección del Señor. El segundo, las narraciones que relatan el acontecimiento. Es significativo el hecho de que sean mujeres, que según la ley no podían dar un testimonio fiable, las primeras en anunciar la resurrección. Dios no las elige con criterios humanos sino que mira a su corazón. Su experiencia parte del amor, que las mueve a acudir al sepulcro, y que las hace capaces de acoger el signo de la tumba vacía y el anuncio del mensajero de Dios, y trasmitirlo, pues la alegría y la esperanza que las invade no se puede contener. Para los otros discípulos fue más difícil: Pedro se detiene ante el sepulcro vacío, Tomás quiere tocar con sus manos las llagas del cuerpo de Jesús. También nosotros estamos llamados a crecer en la fe a través de los signos del amor de Dios: la Escritura, la Eucaristía y los otros Sacramentos, y de ese modo, la fe en el Resucitado nos impulsará a salir para llevar esta luz a cada rincón de nuestra vida, comunicándola con gestos de caridad, misericordia y perdón. Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, México y los demás países latinoamericanos. Invito a todos a acoger la alegría que nos trae el Resucitado, para que el encuentro con Jesús abra nuestro corazón a la fe y a la esperanza, haciéndonos valientes testigos de su amor. ( Saludo a los peregrinos en la Plaza San Pedro, Roma)
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Padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con él Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén. EL SÍMBOLO NICENO- CONSTANTINOPOLITANO Creo en un solo Dios Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato;
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«Una nueva luz ilumina mi existencia: la Fe.» M. P. v. M. «Una nueva luz ilumina mi existencia: la Fe.» M. P. v. M.
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BENDICIONES DPTO RELIGIÓN BMLBENDICIONES BML
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