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2º Dom. Cuaresma. Ciclo C Experiencias que saben a gloria  LUCES QUE ILUMINAN LA OSCURIDAD. Mi vida está compuesta de momentos de tormenta y de calma,

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1 2º Dom. Cuaresma. Ciclo C Experiencias que saben a gloria  LUCES QUE ILUMINAN LA OSCURIDAD. Mi vida está compuesta de momentos de tormenta y de calma, de días oscuros y días de sol, de sufrimiento y de gozo, de soledad y de gracia… Hoy la Palabra me invita a mirar con esperanza, a descubrir que detrás de los momentos difíciles siempre hay una luz que ilumina, que da claridad, que acompaña. Jesús y sus discípulos están pasando por una situación de incertidumbre y dudas, de no ver claro a dónde les lleva las opciones tomadas. La experiencia del Tabor les reafirma en la importancia de seguir adelante, vislumbrando la meta que será alcanzada. Jesús, se descubre el Hijo amado de Dios, los discípulos descubren su identidad más profunda. Además de las rutinas diarias, la mediocridad que me rodea, los cálculos egoístas que me atenazan, las situaciones de oscuridad que muchas veces se palpa… hay también “fogonazos” de luz que dan sentido a todas mis “batallas”. Momentos de gracia en los que mi vida apareció como transfigurada. Puedo hoy evocar todas aquellas experiencias que han supuesto para mí una reafirmación de mis compromisos, una alegría de saber que mi vida está bien enfocada, momentos que me ha servido para “oxigenar” mi vida y continuar con fuerzas renovadas, personas que me ayudaron a ver las cosas de otra manera y me ilusionaron para “no arrojar la toalla”… Y dar gracias a Dios porque Él estuvo ahí como Presencia que acompaña.  NO QUEDARME EN LA NUBES, BAJAR A LA REALIDAD COTIDIANA. El peligro es instalarse cómodamente en las “experiencias luminosas” y huir de la realidad cercana. Pedro, quiere detener el tiempo y evadirse de bajar a la dureza de la vida diaria. Es el riesgo de desentenderme de los problemas del presente. Es necesario “bajar de la montaña” al quehacer que me espera. La experiencia de Dios me debe llevar a luchar con esperanza, sin hundirme en el desaliento, ni alejarme de las tareas que tengo encomendadas. La prueba de que he experimentado a Dios es que me comprometo intensamente en transformar la realidad que me rodea. Quien no hace por cambiar este mundo, no cree en otro mejor. ¿A qué compromisos concretos me debe llevar mi relación con Dios?  ESCUCHA ATENTA Y CONFIADA. ¿A qué voces presto atención? ¿Quién guía mi corazón y mis acciones? ¿Qué tiempo dedico a la escucha de la Palabra? ¿Qué cosas importantes tengo que aprender de Jesús? Él me dice: no te equivoques al juzgar qué es lo más importante, lo que es una vida lograda o malgastada. No te equivoques al decidir tus opciones, fíjate en mí y sigue mi ejemplo de vida: aunque a los ojos de todos parezca fracasada, es la vida más auténtica, la vida transfigurada y resucitada. El evangelio hoy me habla “de una ATENCIÓN DESPIERTA capaz de detectar el roce de la vida y del Señor que la habita; una TERCA CONVICCIÓN de que toda realidad esconde en su entraña el poder de resplandecer, de “volverse otra”. Y una ESCUCHA EXPECTANTE que nos permita oír, en medio de la algarabía de tantas voces, la Voz que se nos dirige a cada uno y que nos susurra las palabras que poseen el poder de transfigurarnos: “Tú eres mi hijo amado”. (Dolores Aleixandre) Quiero cerrar los ojos y mirar hacia dentro para verte, Señor. Quiero también abrirlos y contemplar lo creado para verte, Señor. Quiero subir al monte siguiendo tus huellas y camino para verte, Señor Quiero permanecer acá y salir de mí mismo para verte, Señor. Quiero silencio y paz y entrar en el misterio para verte; Señor. Quiero oír esa voz que hoy rasga el cielo y me habla de ti, Señor. Quiero vivir este momento con los ojos fijos en ti para verte, Señor. Quiero bajar del monte y hacer tu querer para verte, Señor. Quiero recorrer los caminos y detenerme junto al que sufre para verte, Señor. Quiero escuchar y ver, gozar de este instante, y decirte quién eres para mí, Señor. [F.U.] Quiero escuchar tu Palabra con un corazón atento para que ilumine mi vida y me toque muy adentro, para que clarifique mis dudas y purifique mis deseos. Quiero escuchar tu Palabra en un enriquecedor silencio para que oriente mis pasos y me lleve hasta tu encuentro. Ayúdame, Señor, a salir de mis costumbres y comodidades, de mis tranquilos refugios y de mis seguridades; a cortar lazos que me atan a tantas cosas y lugares, y a ponerme en camino para ir a dónde tú me mandes. Ayúdame, Señor a avanzar y superarme, a buscar metas más altas aunque tenga que arriesgarme para crecer y comprender que tú siempre me invitas a ir hacia adelante. Que no me asuste la dureza del camino porque tú no dejas de acompañarme, y me llamas a subir a un amor cada vez más grande, a una verdad más plena, a una fe más constante. Ayúdame, Señor, a escuchar lo que tú quieres anunciarme, en el silencio de la oración o en la comunidad de la que formo parte, en mi vida de familia o en las preocupaciones de la gente de la calle, en los signos de los tiempos o en los acontecimientos normales. Ayúdame, Señor, a bajar allí donde hay necesidades, para llevar un poco de luz en medio de tantas oscuridades, para transmitir misericordia a quienes son más vulnerables, para ponerme en actitud de servicio con quienes no tienen a nadie que les acompañe y consuele, que les tienda una mano y les levante. Ayúdame, Señor, a encarnar en mi vida tu mensaje. Señor, danos un poco de luz… -para acompañar a las familias que viven situaciones dolorosas y divisiones internas. -para iluminar a los que viven en la oscuridad de la tristeza. -para ayudar a los que sufren situaciones de pobreza. -para luchar contra toda clase de violencia. -para perdonar cuando nos hagan una ofensa. -para apoyar a los misioneros en todos sus proyectos y tareas. -para fortalecer los lazos de comunión en nuestra Iglesia. -para clarificarnos en cómo encarnar tu Buena Nueva. -para ser misericordiosos, crecer en sensibilidad y tener una mentalidad abierta. -para saber escuchar con atención a todos los que se nos acercan. -para que nuestras palabras estén siempre cargadas de experiencia. Mi luz. Salomé Arricibita https://youtu.be/txRNzN3JGVM

2 Lectura del libro del Génesis (15,5-12.17-18): En aquellos días, Dios sacó afuera a Abrán y le dijo: «Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes.» Y añadió: «Así será tu descendencia.» Abrán creyó al Señor, y se le contó en su haber. El Señor le dijo: «Yo soy el Señor, que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra.» Él replicó: «Señor Dios, ¿cómo sabré yo que voy a poseerla?» Respondió el Señor: «Tráeme una ternera de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón.» Abrán los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres, y Abrán los espantaba. Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. El sol se puso y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados. Aquel día el Señor hizo alianza con Abran en estos términos: «A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río.»

3 Salmo 26,1.7-8a.8b-9abc.13-14 R/. El Señor es mi luz y mi salvación El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? R/. Escúchame, Señor, que te llamo; ten piedad, respóndeme. Oigo en mí corazón: «Buscad mi rostro.» R/. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio. R/. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. R/. Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (3,17–4,1): Seguid mi ejemplo, hermanos, y fijaos en los que andan según el modelo que tenéis en nosotros. Porque, como os decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos, hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas. Sólo aspiran a cosas terrenas. Nosotros, por el contrario, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo. Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manteneos así, en el Señor, queridos.

4 Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,28b-36): En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» No sabía lo que decía. Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle.» Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.


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