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35. EL SEXTO MANDAMIENTO DEL DECÁLOGO

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Presentación del tema: "35. EL SEXTO MANDAMIENTO DEL DECÁLOGO"— Transcripción de la presentación:

1 35. EL SEXTO MANDAMIENTO DEL DECÁLOGO

2 l. La virtud de la castidad
a) "Dios es amor" (I Ioann 4,8). La vida de la Santísima Trinidad es un misterio de comunión personal de amor. Al crear al hombre y a la mujer a su imagen, Dios ha inscrito en ellos la vocación, y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor.

3 La diferencia sexual entre el varón y la mujer ha sido querida por Dios y se ordeña a realidades tan nobles como el amor y la fecundidad. b) La sexualidad no es algo puramente biológico, sino que afecta al núcleo íntimo de la persona humana en cuanto tal.

4 La sexualidad abraza todos los aspectos de la persona humana, en la unidad de su cuerpo y de su alma. Concierne particularmente a la afectividad, a la capacidad de amar y de procrear y, de manera más general, a la aptitud para establecer vínculos de comunión con otro.

5 — Como consecuencia del pecado, la capacidad sexual tiende al egoísmo: este desorden se remedia con la virtud de la castidad. c) La virtud de la castidad consiste en la integración de la sexualidad en la persona, y por ello en la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual.

6 d) La virtud de la castidad forma parte de la virtud cardinal de la templanza, que tiende a impregnar de racionalidad las pasiones y los apetitos de la sensibilidad humana.

7 2. Virtud cristiana Los cristianos deben vivir la castidad por un nuevo motivo y con ayuda de la gracia divina: el cristiano se ha revestido de Cristo (Gal 3,27), modelo de toda castidad.

8 b) La primera virtud cristiana no es la castidad sino la caridad.
Sin embargo, como ya se ha recordado, la sexualidad concierne particularmente a la afectividad, a la capacidad de amar. La castidad se ordena al amor; sin ella no se puede vivir la caridad.

9 La persona humana, alma y cuerpo, ha sido creada para amar a Dios.
La castidad es exigencia de la dignidad del cuerpo humano, con el cual debemos amar a Dios en esta tierra 1 Cor 6,18-19:

10 "Huid de la fornicación. Todo pecado que un hombre comete queda fuera del cuerpo; pero el que fornica peca contra el propio cuerpo. ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis?"

11 Siendo virtud cristiana, no hay que olvidar que esta virtud no es un "prejuicio religioso”, sino que se trata de una exigencia de la ley moral natural. La castidad es una virtud humana que deben practicar todas las personas si quieren vivir de acuerdo con la dignidad humana.

12 c) La castidad es una virtud eminentemente personal.
A la vez, implica un esfuerzo cultural, pues el desarrollo de la persona humana y el crecimiento de la sociedad están mutuamente condicionados.

13 El respeto de los derechos de la persona, reclama el respeto de la castidad; en particular, el derecho a recibir una información y una educación que respeten las dimensiones morales y espirituales de la vida humana.

14 3. La castidad en el matrimonio
Todos los fieles de Cristo están llamados a una vida casta según su estado de vida particular. La unión sexual está ordenada al amor conyugal del hombre y de la mujer:

15 Es decir, se realiza de modo verdaderamente humano solamente cuando es parte integral del amor con el que el hombre y la mujer se comprometen totalmente entre sí hasta la muerte.

16 Sólo dentro del matrimonio, los actos con los que los esposos se unen íntima y castamente entre sí son honestos y dignos, y, realizados de modo verdaderamente humano, significan y fomentan la recíproca donación, con la que se enriquecen mutuamente.

17 Por la unión de los esposos se realiza el doble fin del matrimonio: el bien de los esposos y la transmisión de la vida. No se pueden separar estos dos significados o valores del matrimonio sin alterar la vida espiritual de los cónyuges ni comprometer los bienes del matrimonio y el porvenir de la familia.

18 Así, el amor conyugal del hombre y de la mujer queda situado bajo la doble exigencia de la fidelidad y de la fecundidad. La fecundidad es un don, un fin del matrimonio, pues el amor conyugal tiende naturalmente a ser fecundo. Todo acto matrimonial debe quedar abierto a la vida.

19 La SS EE y la práctica tradicional de la Iglesia ven en las familias numerosas como un signo de la bendición divina y de la generosidad de los padres. El hijo no es un derecho sino un don: Los esposos que, tras haber agotado los recursos legítimos de la medicina, sufren por la esterilidad, deben asociarse a la Cruz del Señor, fuente de toda fecundidad espiritual.

20 4. La castidad en el celibato apostólico
La santidad se mide por el grado de amor a Dios, no por el celibato o el matrimonio. Sin embargo, la Iglesia enseña que el celibato por el Reino de los Cielos es un don superior al don del matrimonio.

21 Profesor de Filología Griega. Es Numerario del Opus Dei.
Dios, que puede colmar absolutamente las aspiraciones del corazón humano —Él es Amor (cfr. I loann 4,8)—, llama a algunos para seguirle con "corazón indiviso" (cfr. I Cor 7,34), a imitación de Cristo y de María Santísima. Ángel Ruiz tiene 40 años. Profesor de Filología Griega. Es Numerario del Opus Dei. Katia Blondeau, 34 años, es una numeraria auxiliar del Opus Dei. Actualmente, trabaja en la Escuela de Hostelería Dosnon (Francia).

22 Entre los primeros cristianos, no eran pocos los hombres y mujeres que, en medio del mundo —continuando en su profesión u oficio— se entregaban a Dios permaneciendo célibes por un motivo sobrenatural de amor a Dios: propter Regnum caelorum (Mí 19,12).

23 La vocación a seguir al Señor en celibato apostólico es, por tanto, una especial llamada al Amor: es el Amor —el Amor de los amores— el motivo de nuestro celibato. Es, además, un don que permite una plena disponibilidad para las tareas apostólicas y de formación, y lleva así a "participar de modo singular en la instauración del Reino de Dios en la tierra.

24 Han de estar dispuestos a afrontar…
Quienes reciben la llamada al celibato por amor a Cristo y a su Iglesia deben saber que es una vocación maravillosa, pero que "no todos la entienden, sino aquellos a quienes ha sido dado" (Mt 19,10). Han de estar dispuestos a afrontar… Eva Pons es de Palma de Mallorca. Estudia Trabajo Social, tiene 20 años y es numeraria del Opus Dei Manuel Lamberti es de Venezuela. Tiene 19 años. Es numerario del Opus Dei.

25 incomprensiones, a la vez que saben por experiencia que el Señor está lleno delicadezas hacia quienes le reservan todo su corazón y todo su cuerpo; Vivir el celibato exige un amor fuerte, una gran capacidad de donación, y por tanto reclama una personalidad madura.

26 El celibato no es compatible con la inmadurez.
El Amor... ¡bien vale un amor! A quienes Dios llama a seguirle en el celibato, les da las gracias necesarias para ser fieles a esa llamada.

27 Las personas que se entregan a Dios en el celibato, lo hacen no porque no tengan tentaciones —como cualquier persona normal—, sino porque saben que basta la gracia de Dios para vencerlas (cfr. II Cor 12,9), poniendo a la vez los medios humanos.

28 d) Celibato sacerdotal.
Para ordenar sacerdotes, la Iglesia latina elige los candidatos entre aquellos que han recibido el don del celibato.

29 5. "No cometerás actos impuros"
Jesucristo enseñó que la castidad no sólo se refiere a los actos externos sino también a los internos: "Habéis oído que se dijo: no cometerás adulterio. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón" (Mt 5,27-28).

30 A la virtud de la castidad se opone, en general, el vicio de la lujuria, que es un deseo o un goce desordenados del placer venéreo. El placer sexual es moralmente desordenado cuando es buscado por sí mismo, separado de las finalidades de procreación y de unión.

31 Entre los actos de lujuria, el sexto mandamiento del Decálogo prohíbe los actos externos: toda acción, conversación o mirada contraria a la castidad, dentro o fuera del matrimonio. Los actos internos contrarios a la castidad (pensamientos y deseos) están prohibidos por el noveno mandamiento.

32 Los pecados contra la castidad son siempre graves por su materia, ya que la lujuria desvía radicalmente del último fin que es Dios. Pueden ser leves, sin embargo, cuando falta advertencia plena o pleno consentimiento. El vicio de la lujuria tiene muchas y graves consecuencias:

33 la ceguera de la mente, por la que se oscurece nuestro fin y nuestro bien;
la debilitación de la voluntad, que se hace casi incapaz de cualquier esfuerzo, llegando a la pasividad, a la desgana en el trabajo, en el servicio, etc.;

34 el apego a los bienes terrenos que hace olvidar los eternos;
y finalmente se puede llegar al odio a Dios, que aparece al lujurioso como el mayor obstáculo para satisfacer su sensualidad.

35 6. Pecados contra el sexto mandamiento
A) En general a) La fornicación es la unión carnal entre un hombre y una mujer fuera del matrimonio.

36 Es gravemente contraria a la dignidad de las personas y de la sexualidad humana, naturalmente ordenada al bien de los esposos, así como a la generación y educación de los hijos.

37 La unión libre o cohabitación sin intención de matrimonio, la unión a prueba cuando existe intención de casarse, y las relaciones prematrimoniales, ofenden la dignidad de la sexualidad humana y del matrimonio.

38 Son contrarias a la ley moral: el acto sexual debe tener lugar exclusivamente en el matrimonio; fuera de éste constituye siempre un pecado grave y excluye de la comunión sacramental.

39 También son contrarias a la castidad las conversaciones, miradas, manifestaciones de afecto hacia otra persona, que se realizan con deseo libidinoso, o constituyen una ocasión próxima de pecado que se busca o no se rechaza.

40 La pornografía —exhibición del cuerpo humano como simple objeto de concupiscencia— y la prostitución —transformación del propio cuerpo en objeto de transacción financiera y de disfrute carnal— son faltas graves

41 de desorden sexual, que, además de atentar a la dignidad de las personas que las ejercitan, constituyen una lacra social. Por masturbación se entiende la excitación voluntaria de los órganos genitales a fin de obtener un placer venéreo.

42 Tanto el Magisterio de la Iglesia, de acuerdo con una tradición constante, como el sentido moral de los fieles, han afirmado sin ninguna duda que la masturbación es un acto intrínseca y gravemente desordenado. Pecado bíblico

43 Por su misma naturaleza, la masturbación contradice el sentido cristiano de la sexualidad que está al servicio del amor. Al ser un ejercicio solitario y egoísta de la sexualidad, priva de la verdad del amor, deja insatisfecho y conduce al vacío y al disgusto.

44 La homosexuali-dad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia las personas del mismo sexo (...).

45 Apoyándose en la Sagrada Escritura, que los presenta como depravaciones graves
(cfr. Gen 19,1-29; Rom 1,24-27; I Cor 6,10; I Tim 1,10), la Tradición ha declarado siempre que los actos homosexuales son

46 intrínsecamente desordenados.
(...) No proceden de una verdadera complementarie-dad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso.

47 B) En el matrimonio a) El uso de medios anticonceptivos Es intrínsecamente mala «toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el

48 desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga como fin o como medio, hacer imposible la procreación» PABLO VI, Enc. Humanae vitae, 14. Cfr. Catecismo, 2370.

49 La mayoría de los métodos artificiales anticonceptivos tienen además el agravante de ser abortivos (unos directamente y otros potencialmente). El recurso a los métodos naturales de control de la natalidad —que

50 son objetivamente conformes a la ley moral—, puede ser ilícito si se realiza con mentalidad anti-conceptiva, esto es, si se realiza por egoísmo, sin que haya un motivo serio o grave para evitar la procreación.

51 El adulterio. Esta palabra designa la infidelidad conyugal. Cuando un hombre y una mujer, de los cuales al menos uno está casado, establecen una relación sexual,

52 aunque sea ocasional, cometen un adulterio.
Cristo condena incluso el deseo del adulterio (cfr. Mt 5,27-28). El divorcio no es en sí mismo una ofensa a la castidad, sino una ofensa a Dios que ha

53 querido la indisolubilidad del matrimonio.
Sin embargo, frecuentemente da paso a pecados contra la castidad, si alguno de los cónyuges comienza a convivir con una tercera persona.

54 El hecho de contraer una nueva unión, aunque reconocida por la ley civil, aumenta la gravedad de la ruptura: el cónyuge casado de nuevo se haya entonces en situación de adulterio público y permanente.

55 La poligamia Es contraria a la igual dignidad personal del hombre y de la mujer, que en el matrimonio se dan con una amor total y, por lo mismo, único y exclusivo.

56 7. Medios para vivir y crecer en la virtud de la santa pureza
La castidad otorga el dominio de la concupiscencia, que es parte importante del dominio de sí. Este dominio es una tarea que dura toda la vida y supone un esfuerzo reiterado que puede ser especialmente intenso en algunas épocas.

57 La castidad debe crecer siempre, con la gracia de Dios y la lucha ascética.
La caridad es la forma de todas las virtudes. Bajo su influencia, la castidad aparece como una escuela de donación de la persona. El dominio de sí está ordenado al don de sí mismo.

58 En la lucha por vivir esta virtud son medios importantes:
la oración: pedir a Dios la virtud de la santa pureza, con humildad; la frecuencia de sacramentos: son las medicinas de nuestra debilidad;

59 el trabajo intenso; evitar el ocio;
la moderación en la comida y bebida, dando al cuerpo algo menos de lo que pide; guardar la vista: ver sin mirar, y cuidar los detalles de pudor y de modestia, en el vestir, etc.;

60 evitar las conversaciones sobre cosas impuras, ni siquiera para lamentarse.
desechar las lecturas de libros, revistas o diarios inconvenientes; no acudir a espectáculos inmorales, ni verlos por televisión.

61 La regla de conducta no es hacer lo que hacen los demás.
La naturalidad cristiana exige con frecuencia ir contracorriente; tener la valentía de ser "cobardes": huir de las tentaciones contra la pureza, sin dialogar con ellas;

62 ser muy sinceros en la dirección espiritual: es preferible hablar "antes" que "después"; olvidarse de sí mismo; tener una gran devoción a María Santísima, Mater pulchrae dilectionis.

63 Presentación de estudio para que los asistentes puedan estudiar
Buenos Aires, 23 de agosto 2008 Auditorio del CUDES P. Juan María Gallardo Presentación de estudio para que los asistentes puedan estudiar los contenidos de la clase y para que, quien quiera utilizarla, pueda modificarla según su propio estilo P. JMG


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