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La escucha como apertura De acuerdo a Echeverría (2006), cuando escuchamos nos abrimos ante las personas. De algún modo reconocemos que estamos limitados,

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Presentación del tema: "La escucha como apertura De acuerdo a Echeverría (2006), cuando escuchamos nos abrimos ante las personas. De algún modo reconocemos que estamos limitados,"— Transcripción de la presentación:

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2 La escucha como apertura De acuerdo a Echeverría (2006), cuando escuchamos nos abrimos ante las personas. De algún modo reconocemos que estamos limitados, que no poseemos la verdad absoluta y que nuestro modo de ver el mundo, de interpretar cómo son las cosas. Si esto no sucede, estaríamos en una postura que nos resta la oportunidad de mostrarnos a nosotros mismos y por lo tanto de que se dé una real apertura en la comunicación. También Y Cajal (1922, p.205) sostienen “nos desdeñamos u odiamos porque no nos comprendemos; porque no nos tomamos el trabajo de estudiarnos”. Sobre el tema de la apertura, nos reitera Echeverría (2006, p.99) “toda apertura siempre es relativa. Nuestra apertura nunca es completa”. Es importante enfatizar que la escucha tiene que trasladarse a la acción, es decir, entender que escuchar nos compromete a comprender que las demás personas son diferentes a nosotros y a su vez, se nos invita a realizar una transformación personal, entendiéndose esto último como el reflejo en nuestras relaciones con otros, al escuchar abiertamente entonces naturalmente se verían cambios en nuestra comunicación con las personas que nos rodean.

3 La escucha como apertura La apertura a la comprensión del otro diferente. Nuevamente Echeverría (2006, p. 101) sostiene que hay cuatro niveles diferentes en el proceso de apertura: a)La escucha del sentido semántico y práctico del habla del orador. b)La escucha de las inquietudes del orador. c)La escucha de la estructura de la coherencia del observador que es el orador. d)Saber escuchar el bien.

4 La escucha como apertura La escucha del sentido semántico y práctico del habla del orador El primer nivel nos remite a dos planos: el primero, el de los significados y en segundo término el plano de la acción. Para comprender el sentido semántico de lo que se dice se requiere que se hagan preguntas como las siguientes: ¿qué significado tiene lo que mi interlocutor está diciendo?, ¿con qué intención lo dice? y ¿con qué se relaciona lo que dice? Ahora bien, para llevar al plano de la acción, será necesario trascender al significado al cual las palabras emitidas nos remiten, también tendremos que preguntarnos ¿qué está haciendo exactamente nuestro interlocutor: es una descripción, una crítica, una felicitación, una invitación, información en general, una petición, es decir, qué lo impulsa a expresar su mensaje?

5 La escucha como apertura La escucha de las inquietudes del orador El segundo nivel nos lleva a indagar sobre las inquietudes de quien emite el mensaje. Para lograrlo se requiere asumir que todos actuamos y hablamos por ciertas inquietudes o necesidades que nos mueven; no necesariamente nos daremos cuenta en todas las ocasiones de cuál es la inquietud que nos lleva a actuar de tal forma, sin embargo detrás de nuestras palabras o acciones se encuentra dicha inquietud. Para entender entonces la inquietud del orador es necesario escuchar lo que hay detrás del mensaje emitido, la pregunta que podríamos hacernos es ¿qué es lo que induce al orador a hablar?

6 La escucha como apertura La escucha de la estructura de la coherencia del observador que es el orador La argumentación que respalda lo que Echeverría (2006) ha denominado la Ontología del Lenguaje detalla y describe consideraciones que pretenden generar inquietudes en cuanto al modo de percibir la función e impacto del lenguaje en nuestras vidas. Concediendo la libertad al lector (estudiante) interesado en profundizar en los temas aquí planteados, retomaremos ideas que quizá más de alguna ocasión se pudieron haber escuchado en alguna plática cotidiana y que sin embargo, usualmente no analizamos tan a fondo. Esto por supuesto lo hacemos sin pretender minimizar la fuerza que tienen los conceptos del autor mismo, mas al contrario, lo retomamos de una manera sencilla para invitarte a indagar más al respecto. El planteamiento inicial para comprender la estructura de la coherencia del observador que es el orador es que aunque tenemos las personas ciertas similitudes y somos afines en muchos aspectos, es indispensable distinguir que todos vemos el mundo de manera diferente, es decir, somos un tipo de observador diferente. No importa que se esté en medio de la misma situación, espacio, temporalidad, etc. siempre habrá factores en nuestra propia historia personal que nos llevarán a ver las cosas sino de manera opuesta a quien estuviese a nuestro lado, si al menos distinta en algunos detalles. Entendiéndolo y reconociendo como que cada uno actúa movido por sus propias inquietudes y a partir de sus propias interpretaciones del mundo es como podemos llegar a identificar que un orador tiene su propia estructura y procurará ser coherente o consistente con ella.

7 La escucha como apertura Saber escuchar el bien Para escuchar el bien en otros, para lograr una comunicación con suficiente apertura, la recomendación es partir de escuchar el bien en nosotros mismos. Hay personas a quienes les resulta más fácil justificar a otros o entender la motivación de sus acciones y palabras, hay quienes al contrario se les complica aceptar que su interlocutor pueda tener razones que justifiquen lo que nos dice (considerando que nos impacta de manera negativa aquello que expresa). Sin mayores complicaciones basta con analizar cuando hemos dicho algo que ha creado de algún modo un daño a otra persona, ¿lo he hecho con la intención de herirlo? Si la respuesta es sí, ¿y por qué pretendería yo eso? Posiblemente nuestra indagación nos lleve a encontrar una razón que lo justifique, que explique porque dije tal o cual cosa en determinado momento a alguna persona. Ahora, así como tenemos la capacidad de hacerlo con nosotros mismos, es también posible considerar que podríamos hacer la misma indagación en otro sentido, por ejemplo preguntarnos ¿por qué me lo dijo?, ¿se sentía amenazado, inconforme con algo que hice o dije previo a lo que escucho? En síntesis se trata de preguntarnos las razones y darnos la oportunidad de escuchar, como ya antes se ha dicho lo que hay más allá de las palabras. Así empezaremos a escuchar el bien en otros y escucharlo en nosotros mismos, a escuchar abiertamente.

8 La escucha como apertura La apertura a la transformación personal En este momento nos convendría aceptar que nuestras palabras y las de los demás impactan en nuestra percepción del mundo, en la comprensión de lo que nos acontece diariamente. Las palabras cambian nuestro mundo, de manera individual yo cambio cuando hablo, cuando escucho con todos mis sentidos, cambio incluso cuando decido no hablar, cuando elijo quedarme callado. Y ya que nuestro propio lenguaje nos provoca esto, es muy probable también que lo que dicen las personas con quienes comúnmente interactuamos lo hagan también. ¿Cuántas veces hemos intentado tener una conversación con una persona con quien mantenemos una relación (personal, laboral o del tipo que esta sea) con la idea previa de que no nos escuchará o con la convicción que nada de lo que diga cambiará nuestra postura frente a las circunstancias que nos llevaron a tener la conversación? Cuando esto sucede nos cerramos a la posibilidad de transformarnos, de cambiar nuestra perspectiva, quizá incluso de reconocer que a partir de lo que decimos o no decimos generamos cambios, transformamos.

9 La escucha como apertura La corresponsabilidad del oyente y del orador en la escucha Y podrían plantearse, si cada cual escucha mejor ¿de qué manera va esto a cambiar a quienes le rodean? Ya que no puedo obligar a otros a escuchar o a hablar siendo coherentes con su emocionalidad, su corporalidad, con el compromiso de entablar conversaciones que traigan beneficios para el oyente y el orador. Y aunque no existe una respuesta que nos garantice que lograremos tener una comunicación a la que le adjudicáramos el adjetivo perfecta, vale la pena ya que conocemos lo que se ha revisado en el contenido del curso, estar dispuestos a asumir nuestra responsabilidad en mejorar nuestra escucha y buscar también acercarnos a que nuestros oyentes nos escuchen también. Escuchar es responsabilidad no sólo del oyente, es una responsabilidad compartida con el orador. Desde una perspectiva de respeto, buscando provocar conversaciones con la emocionalidad adecuada a las circunstancias, dispuestos a indagar en quienes escuchamos, interesados en escuchar con todos nuestros sentidos y más allá de las palabras que oímos, y quizá lograremos impactar en la escucha de nuestros oyentes. Seguirán existiendo discrepancias en nuestros puntos de vista, sin embargo habrá cambios en nuestra comunicación. Referencias Cajal, S. (1922), Charlas de café: pensamientos, anécdotas y confidencias, Buenos Aires, Argentina: Espasa-Calpe. Echeverría, R. (2003), Ontología del Lenguaje (JC SAÉZ Editor) Chile: Comunicaciones Noreste.


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