Cuando Dios llama a un discípulo “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:28-30).

Un desafío relevante en la vida del cristiano es el de no olvidarse de Dios y sus mandamientos (Números 15:37-41).

Los hebreos orientaban la educación religiosa a enseñar y vivir, no a informar. Los hijos menores de 6 años eran atendidos en el hogar. Posteriormente ingresaban a las escuelas de los maestros de la ley. Los niños eran educados para conocer y vivir según la voluntad de Jehová.

Las enseñanzas y tradiciones subsistían gracias a la educación temprana de los niños. El rabí les daba miel mientras aprendían. De los 6 a los 10 años se memorizaba la Torá (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio). De los 10 a los 14 años sólo continuaban los mejores, aprendiendo el resto de las escrituras hebreas (hasta Malaquías). Educación Judía

A partir de los 13 y 14 años se les enseñaba a procesar la información de forma interactiva, usando diferentes métodos. Método de las preguntas El maestro preguntaba: “¿Cuánto es 2+2?” El alumno respondía: “¿Qué es 16/4?”

. El “cántico de María” o “Magníficat” (Lucas 1:46-53) está compuesto de porciones del Antiguo Testamento que ella había memorizado en su infancia y juventud.

Una vez cumplidos los 14 años, los mejores estudiantes tenían la posibilidad de continuar su preparación al ser invitados por un Rabí. Los padres deseaban que sus hijos fueran llamados por un Rabí.

Algunos habían llegado a hacer su propia interpretación de la Escritura. Llegaban a adoptar un sistema de vida propio, y esperaban que los discípulos lo reprodujeran en su vida Tenían la posibilidad de permitir o prohibir. Solían tener una lista de exagerados requerimientos religiosos. En contraste, Jesús dijo: “Mi yugo es fácil” (Mat. 11:29, 30). El Rabí

Cuando alguien quería seguir a un Rabí, podía ofrecerse como discípulo. En otras situaciones, el Rabí lo buscaba para invitarlo a ser su discípulo. El Rabí le hacía un examen para saber el nivel de conocimiento que el discípulo tenía sobre las Escrituras. El llamado

El Rabí debía preguntarse: ¿Este estudiante tiene potencial para ser lo que yo soy y reproducir mi enseñanza en su vida? Si él puede ser como yo, entonces le diré: “Sígueme”. El candidato a discípulo debería estar dispuesto a decir: “Dejaré familia, oficio y amigos; dedicaré mi vida para ser como mi maestro”. Elección de un discípulo

Al pasar el tiempo, el Rabí evaluaba a su seguidor. Pero si éste no tenía las posibilidades de ser como él, entonces le decía: “Ora para que tu hijo pueda ser discípulo de un Rabí. En tanto regresa a tu casa y aprende el negocio de tu familia, aprende el oficio de tu padre y sé un buen hombre”. Elección de un discípulo

Los primeros discípulos de Jesús eran pescadores. No podían creer que un Rabí les dijera: “Síganme, y los haré pescadores de hombres”. ¡Los estaba invitando a ser sus discípulos! Y esa invitación era garantía de que podían llegar a ser como Él. “Ninguno de los cuatro habría sido considerado, por los sabios de la nación, poseedor de suficientes cualidades como para ser seguidor de un maestro. Jesús llama a sus discípulos

No era común que se enseñara un nuevo yugo. Regularmente se hablaba lo que otros rabíes habían dicho. En pocas ocasiones se decía: “¿Oíste que os fue dicho…? Ahora yo os digo…” Un nuevo yugo