Lucas 16,19-31 XXVI domingo Tiempo Ordinario –C- Jesús no nos ofrece un código o un sistema moral, sino que nos revela cuál es el centro de la moral y de la ética: humanidad solidaria, felicidad compartida; la máxima humanidad posible, la máxima armonía y felicidad posibles para todos los seres de la creación entera. Lucas 16,19-31 XXVI domingo Tiempo Ordinario –C- 30 de septiembre de 2007
Hay personas empobrecidas porque hay personas enriquecidas, 19Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino, y todos los días celebraba espléndidos banquetes. 20Y había también un pobre, llamado Lázaro, tendido en el portal y cubierto de úlceras, 21que deseaba saciar su hambre con lo que tiraban de la mesa del rico. Hasta los perros venían a lamer sus úlceras Hay personas empobrecidas porque hay personas enriquecidas, indiferentes ante los dramas humanos. El peligro, y el contrasentido para quien se considere cristian@, es la despreocupación, el no querer enterarse de la existencia de tantos “lázaros” que necesitan una mano tendida. ¿A quién dejo a mi puerta sin quererlo ver?
El consumismo empobrece al mundo. 22Un día el pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán. También murió el rico y fue sepultado. 23Y en el abismo, cuando se hallaba entre torturas, levantó los ojos el rico y vio a lo lejos a Abrahán y a Lázaro en su seno. 24Y gritó: «Padre Abrahán, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje en agua la yema de su dedo y refresque mi lengua, porque no soporto estas llamas». Esta parábola no nos invita a reflexionar sobre el infierno, o sobre la credibilidad o no de las apariciones, sino sobre la necesidad de no dejarnos deshumanizar por ningún tipo de riquezas, y de ser personas solidarias con quien lo necesite. El consumismo empobrece al mundo.
25Abrahán respondió: «Recuerda, hijo, que ya recibiste tus bienes durante la vida, y Lázaro, en cambio, males. Ahora él está aquí consolado mientras tú estás atormentado. 26Pero, además, entre vosotros y nosotros se abre un gran abismo, de suerte que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni tampoco puedan venir de ahí a nosotros». Jesús insiste en su enseñanza: esta vida es para siempre, para construir la definitiva, lo que no conduzca a ella no tiene sentido. Es tan importante lo que hayamos hecho “Tuve hambre y me diste de comer” , como lo que hayamos dejado de hacer: “Tuve sed y no me disteis de beber” El rico, con su actitud,abre un abismo que se prolonga después de la muerte.
27Replicó el rico: «Entonces te ruego, padre, que lo envíes a mi casa paterna, 28para que diga a mis cinco hermanos la verdad y no vengan también ellos a este lugar de tormento». 29Pero Abrahán le respondió: «Ya tienen a Moisés y a los profetas, ¡que los escuchen!». El relato se dirige a los vivos, quienes todavía tienen –tenemos- tiempo para convertirse de la idolatría de la riqueza y de la despreocupación hacia los demás. Así como es necesaria la obediencia libre de la Ley, es preciso también asumir el riesgo de la conversión y de la fe. La Ley y los Profetas hablan de compasión. La servidumbre por la vida cómoda, por disfrutar de los bienes materiales, endurece el corazón, mata la compasión, destruye el espíritu.
¿Transforma nuestra vida? 30Él insistió: «No, padre Abrahán; si se les presenta un muerto, se convertirán». 31Entonces Abrahán le dijo: «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, tampoco harán caso aunque resucite un muerto». También hoy, a pesar de la claridad del mensaje de Jesús, buscamos subterfugios o pedimos milagros para evadir compromisos. Como los fariseos –”amigos del dinero”- conocemos teóricamente y escuchamos con frecuencia la Palabra de Jesús. ¿Transforma nuestra vida?
Lázaro Señor, más de la mitad de la humanidad anda como Lázaro, buscando las migajas que deja caer el Capital. Todos a las puerta de los palacios y los negocios, esperando las sobras, y Tú estás con ellos. Estás a la puerta mendigando con los pobres y recibiendo los portazos que ellos reciben. Y gritas por la ventana a los mercaderes de esclavos: Llegará un día en que lo perdáis todo. Porque al final, os examinarán del amor. Van al templo el domingo a oír lo que ellos esperan: que Tú has hecho ricos y pobres y que hay que ser bueno con todos, es decir, con ninguno. Y salen tranquilos como si ésa fuera tu voz. Llévame contigo a las chozas de los “lázaros”, a recoger del suelo al caído y dar un bastón al cojo, a levantar paredes y poner techos, a preparar mesas redondas para niños desnutridos. Llévame, no me dejes tirado/a en el camino, ahora que he llegado hasta aquí, buscando la estrella del amor. Dime también a mí, como a aquel inválido: ¡Levántate y ponte en movimiento! (Patxi Loidi)