Misericordiosos como el padre Catequesis online para el año de la misericordia

LA IGLESIA ANUNCIA Y CELEBRA LA MISERICORDIA ESTEBAN ESCUDERO TORRES OBISPO AUXILIAR DE VALENCIA Catequesis nº 5

IDEAS PRINCIPALES DE LA CATEQUESIS La Iglesia, sacramento de la misericordia La Iglesia anuncia la misericordia divina La Iglesia celebra el sacramento de la Eucaristía La Iglesia celebra el sacramento de la penitencia

Sacramento de la presencia de cristo

La Iglesia, sacramento de la misericordia En cuanto Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia es sacramento de la presencia de Cristo en el mundo y, por lo tanto, sacramento de la misericordia de su Señor Jesucristo. Pero ella misma, como Cuerpo de Cristo que alberga en su seno a pecadores, es también objeto de la misericordia divina y ha de ser purificada, a fin de existir pura y santa.

Medicina de la misericordia El mensaje de la misericordia no tiene sólo consecuencias para la vida de los cristianos individuales, sino también consecuencias muy importantes para la doctrina, la vida y la misión de la Iglesia. En nuestro tiempo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia más que la de la severidad. Ella quiere venir al encuentro de las necesidades actuales, mostrando la validez de su doctrina más bien que renovando condenas (San Juan XXIII).

La Iglesia anuncia la misericordia divina.

La Iglesia anuncia la misericordia divina. Siguiendo las huellas de la tradición de la Antigua y Nueva Alianza, en primer lugar del mismo Cristo y de sus Apóstoles, la Iglesia debe dar testimonio de la misericordia de Dios revelada en Cristo. Si algunos teólogos afirman que la misericordia es el más grande de los atributos entre los atributos y perfecciones de Dios, la Biblia, la Tradición y toda la vida de fe del Pueblo de Dios dan testimonios exhaustivos de ello.

En la vida cotidiana de la Iglesia En la vida cotidiana de la Iglesia, la verdad acerca de la misericordia de Dios, expresada en la Biblia, resuena cual eco perenne a través de las numerosas lecturas de la Sagrada Liturgia. La Iglesia parece profesar de manera particular la misericordia de Dios y venerarla dirigiéndose al Sagrado Corazón de Jesús. Él es la revelación del amor misericordioso del Padre, que ha constituido el núcleo central de la misión mesiánica del Hijo del Hombre.

La Iglesia celebra el sacramento de la Eucaristía.

La iglesia cumple su misión La Iglesia cumple su misión cuando acerca a los hombres a las fuentes de la misericordia del Salvador, de las que es depositaria y dispensadora. En este ámbito tiene un gran significado la meditación constante de la palabra de Dios, y sobre todo la participación consciente y madura en la Eucaristía y en el sacramento de la penitencia o reconciliación. 

La Eucaristía nos acerca siempre a aquel amor que es más fuerte que la muerte: en efecto, cada vez que comemos de este pan o bebemos de este cáliz, “anunciamos su muerte, proclamamos su resurrección, mientras esperamos su venida en la gloria”. 

AL ENCUENTRO DE TODOS LOS CORAZONES El mismo rito eucarístico atestigua el amor inagotable, en virtud del cual el Señor desea siempre unirse e identificarse con nosotros, saliendo al encuentro de todos los corazones humanos. La eucaristía presupone los otros sacramentos, a ellos remite. Pero la eucaristía presupone también la oración personal, la oración en familia y la oración comunitaria extralitúrgica.

María madre de la iglesia María es el ideal de la auténtica vida litúrgica. Es también Madre de la Iglesia porque nos señala el objetivo y la más elevada meta de nuestro culto: la gloria de Dios, de quien viene la salvación de los hombres.

La Iglesia celebra el sacramento de la penitencia

La Iglesia celebra el sacramento de la penitencia En el sacramento de la penitencia o de la reconciliación, cada hombre puede experimentar de manera singular la misericordia, es decir, el amor que es más fuerte que el pecado. Precisamente porque existe el pecado en el mundo, Dios, que “es amor”,  no puede revelarse de otro modo si no es como misericordia. No hay pecado humano que prevalezca por encima de esta fuerza del amor de Dios.

Participar en la misión de Jesús Por parte del hombre puede limitarla únicamente la falta de buena voluntad y la falta de prontitud en la conversión y en la penitencia, es decir, perdurar en la obstinación del pecado. El Papa Francisco advierte a los ministros de la penitencia: “Nunca olvidemos que ser confesores significa participar de la misma misión de Jesús y ser signo concreto de la continuidad de un amor divino que perdona y que salva”.

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