> > por Luis Peña Torrado Había una vez, en un universo muy lejano, existía un pequeño planeta de color rojo. Todos sus habitantes eran de color rojo, y no dejaban que ningún otro extraterrestre que no fuera rojo pisara su planeta. Si alguno llegaba le decían: “¡¡¡No, no, no!!! ¡¡Tú no eres rojo!!”. Justo al lado del planeta rojo existía un pequeño planeta de color verde, donde sólo vivían habitantes de color verde. Si alguna vez llegaba un extraterrestre de un color que no fuera verde, le decían: “¡¡¡No, no, no!!! ¡¡Tú no eres verde!!”. Un poquito más allá, había un planeta de color rosa, donde sólo vivían habitantes de color rosa. Si alguna vez llegaba un extraterrestre de un color que no fuera rosa, le decían: “¡¡¡No, no, no!!! ¡¡Tú no eres rosa!!”.

Al lado del planeta rosa, había otro planeta, que era de color amarillo, donde sólo vivían habitantes de color amarillo. Si alguna vez llegaba un extraterrestre de un color que no fuera amarillo, le decían: “¡¡¡No, no, no!!! ¡¡Tú no eres amarillo!!”. Por último, al lado del planeta amarillo, existía un pequeño planeta de color azul, donde sólo vivían habitantes de color azul. Si alguna vez llegaba un extraterrestre de un color que no fuera azul, ¿Sabéis lo que le decían? : “¡¡¡No, no, no!!! ¡¡Tú no eres azul!!”. Pero un día, hablando por teléfono, se dieron cuenta que era un rollo estar solos y solas en el universo. Como Maiki, el extraterrestre más sabio del planeta rojo sabía hacer cohetes espaciales muy bien, se le ocurrió que podrían hacer uno para buscar un nuevo planeta donde poder vivir todos y todas.

Pone, el extraterrestre más sabio del planeta verde, como era un gran cocinero y su comida le gustaba a toda la galaxia, enseñaría a cocinar todos los platos para que comieran todos y todas comieran muy bien. Mini, la extraterrestre más sabia del planeta rosa, como era la mejor astronauta de toda la galaxia, enseñaría a todos los pequeños y las pequeñas extraterrestres a conducir los cohetes para que llegasen al nuevo planeta. Pidoman, como el extraterrestre más sabio del planeta azul y sabía hablar todas las lenguas del universo, hacía de traductor para que todos y todas se entendieran. Por último, Lula, la extraterrestre más sabia del planeta amarillo, como era la más valiente de todos los extraterrestres y todas las extraterrestres de la galaxia, pensó hacia dónde tenían que ir en busca del nuevo planeta.

Y fue así como los cinco juntos, encontraron un planeta muy grande donde cabían todos y todas. Le pusieron de nombre “El planeta de todos y todas”. Y allí se quedaron a vivir. Poco a poco, un extraterrestre rojo se fue a vivir con una bonita extraterrestre azul. Uno rosa se fue a vivir con una verde. Y los hijos de éstos se fueron con las hijas de los verdes y azules… Así fue como el planeta se llenó de extraterrestres de muchos colores. Y como esta historia es muy antigua, la cuenta el extraterrestre de colorines con más memoria de toda la galaxia: Todi. FIN