EL POTRO DE HERRAR

Utensilios necesarios Una coyunda. Una soga o dos. Dos correones. Dos martillos, uno pequeño y otro más grande. Tenazas. Pujavante Los callos. Clavos para clavar los callos en la pezuña a la vaca. Una barra de hierro. Algo de blandura para apoyar la pata del animal

Utensilios necesarios: LA COYUNDA

LOS CORREONES LA SOGA

EL PUJAVANTE MARTILLOS LAS TENAZAS

CALLOS DE LAS PATAS TRASERAS CLAVOS DE HERRAR

Explicación del trabajo Al pie del potro había un bloque de hierro macizo que servía de yunque o bigornia para arreglar algún callo para hacerle un poco de forma. Para eso usaban el martillo más grande. La coyunda servía para uncir la vaca al ubio, los correones para elevar el animal que se quedaba en vilo. Con unas estacas se daba vueltas a los palos de los laterales, y así ya se quedaba inmovilizada la vaca. Había algunas bien guerreras. El pujavante servía para arreglar la pezuña, recortar lo duro para después sentar el callo. El martillo pequeño para clavar y las tenazas para cortar las puntas de los clavos y remachar.

La barra de hierro se metía por un agujero que tenía la piedra y servía para atar la pata del animal. La blandura se ponía entre la piedra y la pata de la vaca para que no se hiciera daño. Los correones eran de piel de vaca dobles y muy duros, eran muy gordos, tenían de largo como un metro y de ancho unos veinte centímetros. En las puntas tenían unas maderas y de ahí unas cadenitas que se colgaban a los ganchos que había en los palos del potro. Girando estos palos se tensaba al animal y ya se podía atar una pata delantera y a continuación la de atrás. Y ya está sujeto para calzarle, todo listo para el comienzo.

Cada señor se lo hacía a sus animales, solía ayudar algún chico a tener la cuerda y a alcanzar los clavos. A mí me tocaba muchas veces ir a ayudar, cuando lo hacía mi padre y también a mi tío, los cuales me echaban buenas broncas porque me distraía y no lo hacía a tiempo. Todos los utensilios los llevaban en un esportillo de esparto. Solían llevar Zotal, sal molida y Fucsina, ya que eran los medicamentos que entonces había, por sí tenían que curar algo a las vacas, algún ojo o las pezuñas que se solían dañar con la humedad, entre las pezuñas de la pata trasera.

Esto sólo se lo hacían a las yuntas de trabajo, las cerriles no les hacía falta ya que no estaban domadas, estaban por el campo y no se desgastaban tanto las pezuñas.