No tengo tiempo para nada más... No tengo tiempo para nada más... Ser feliz me consume mucho. Ser feliz me consume mucho.

Soy cómo tú me ves. Soy cómo tú me ves. Puedo ser suave como una brisa o fuerte como la tempestad: depende de cuándo y cómo tú me ves pasar.

Yo creía en los ángeles. Yo creía en los ángeles. Y porque creía, ellos existían. Y porque creía, ellos existían.

Perderse también es camino. Perderse también es camino.

Ya sé que hay que escribir, que, por lo menos, no se chafen -con palabras- las medias líneas. No se destrocen -con palabras- las estrellas.

Hasta cortar los propios defectos puede ser peligroso. Nunca se sabe cuál es el defecto que sostiene nuestro edificio entero.

No se preocupe en entender. Vivir traspasa cualquier comprensión.

Todos los días, cuando me acuerdo, voy corriendo a quitar el polvo de la palabra “amor”.

Existe la vida que es para ser intensamente vivida. Existe la vida que es para ser intensamente vivida. Existe el amor, que tiene que ser vivido hasta la última gota. Sin ningún miedo. No mata. Sin ningún miedo. No mata.

Siempre conserve una aspa a su izquierda y otra a su derecha.

¡Que miedo alegre siento al esperarte! ¡Que miedo alegre siento al esperarte!

Tengo miedo de decir quién soy: en el momento en que intento hablar, no expreso lo que siento y lo que siento se transforma, lentamente, en lo que yo digo.

Cuando se ama, no es preciso entender lo que pasa allá fuera, pues todo pasa a acontecer dentro de nosotros.

Yo ya no entiendo más aquello que entiendo. Yo ya no entiendo más aquello que entiendo. Estoy infinitamente más alto de lo que yo misma entiendo... entonces, no me alcanzo.

Me oigo. Oigo mi silencio. Me oigo. Oigo mi silencio. Lo que hablo nunca es lo que hablo y, sí, otra cosa. Capto “otra cosa” que yo misma no puedo alcanzar.

Tú puedes, hasta empujarme para despeñarme de un peñasco... ¿Y qué? ¡Yo adoro volar! ¡Yo adoro volar!

Nadie soy yo. Y nadie eres tú. Esta es la soledad.

Mi alma tiene el inmaterial peso de la soledad en medio de otros.

Lo que verdaderamente somos es aquello que el imposible creía de nosotros.

Soy compuesta por urgencias: mis alegrías son intensas, mis tristezas, absolutas. Me lleno de ausencias, me vacío de excesos. Yo no quepo en el estrecho... Yo sólo vivo en los extremos...

Texto: Clarice Lispector Música: Capricho italiano – Ernesto Cortazar Umbrella / Art