Todavía hay varias cuestiones sobre la presencia real de Jesús en la Eucaristía: 1) Que Jesucristo está todo entero en cada una de las especies del pan y del vino. Quiere expresar que cuando decimos que el pan se convierte en el Cuerpo de Cristo y el vino en su Sangre, es una significación: significa su sacrificio en la cruz, como veremos al tratar la Misa.

Y donde sigue pareciendo vino, está Cristo entero: sangre, cuerpo, alma y divinidad. Y esto porque en la Eucaristía está Cristo vivo, como está en el cielo a la derecha de Dios Padre. Pero en realidad donde sigue pareciendo pan, está Cristo entero: su cuerpo, su sangre con su alma y divinidad.

Alguien decía: Si se hubiera dicho alguna misa cuando Jesús estaba muerto antes de la resurrección, ¿cómo hubiera estado? Mejor dejemos esta cuestión. El hecho es que en ese tiempo no se dijo ninguna misa. Pero ahora Cristo es inmortal, ya no puede morir. Por lo tanto, si está su Cuerpo, tiene que ser vivo y glorioso, como está en el cielo.

Pero no sólo está Jesús en la Eucaristía. Claro que está con su cuerpo, que en un tiempo fue mortal. Pero también está el Padre y el Espíritu Santo, pues no pueden separarse. Decía Jesús: “El Padre y yo somos una sola cosa”, “el Padre está en mí y yo en el Padre”. Y lo mismo el Espíritu Santo.

Cristo está como hombre. Nos ama con amor divino y humano; quien murió por nosotros y ahora vive glorificado. Él es el pan de los hijos preparado con amor.

Este es el pan de los hijos preparado con amor. Automático

Dichosos los invitados a la mesa que alegra el corazón.

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2) Otra de las verdades sobre la presencia real de Jesús es que está todo entero en cada una de las hostias consagradas en el mundo entero. No es que se multiplique el Cuerpo de Cristo, como si hubiera diferentes Jesucristos en los muchos lugares. Es el mismo Jesucristo. Lo que se multiplica es su presencia.

Ya expusimos las comparaciones, que nunca son exactas, de la palabra que se multiplica por los diferentes aparatos de radio o las imágenes que se multiplican por los diferentes aparatos de televisión. Jesús no se multiplica en figura, sino su presencia real. Y esto en todas las hostias consagradas del mundo.

Por eso, aunque se parta una hostia consagrada, no se está partiendo a Jesucristo, sino que queda todo entero en las dos partes. Y lo mismo en cada partecita, si es necesario partir. 3) Otra de las realidades que debemos considerar es que Jesús está todo entero en cada una de las partes de las sagradas especies.

Por eso Jesús iba partiendo lo que parecía pan y lo daba a los apóstoles diciendo: “Esto es mi Cuerpo”. Cada parte era el Cuerpo de Jesús. Lo contrario hubiera sido monstruoso. Un ejemplo podría ser lo del espejo que refleja una figura. Si se rompe, son varias las figuras enteras. Lo de Jesús es mucho más sublime.

4) Jesucristo está todo entero en cada una de las partes, no sólo después de partir la hostia, sino antes. Si no fuese así, estaría presente por una acción diferente de la consagración. Sería como si antes de partir hubiera un Jesús y después de partir fuesen dos. Es el mismo Jesucristo que está de una manera presente.

No se puede decir que Jesús esté más ancho en una hostia grande que en una pequeña, porque está todo entero en cada una de las partecitas. La razón es porque está por presencia o por sustancia, no por extensión. Como ejemplo podemos decir que tan pan es uno grande como uno pequeño.

Una comparación bonita es la del sentido de una palabra escrita: Lo mismo significa que se escriba con letras pequeñas o con letras muy grandes; y lo mismo escrito con una clase de letras o con otra clase. Como otras veces digo: estas son comparaciones. La realidad de la Eucaristía supera en poder, sabiduría y amor. Te amo, Jesús.

Sobre todo en amor. Estas maravillas son obra del amor de Dios. Que nosotros podamos apreciar y corresponder a su amor gustando y viendo qué bueno es el Señor.

Gustad y ved qué bueno es el Señor, Automático

Qué bueno es el Señor.

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¿Quién es el ministro o quien administra la Eucaristía? Debemos distinguir quien lo realiza y quien lo distribuye. En los otros sacramentos el realizarse y distribuir es una sola cosa; pero en la Eucaristía hay dos cosas muy diferentes: Una es la realización de la Eucaristía, que es la consagración en la misa, y otra es la distribución, que es el dar la comunión.

Propiamente el consagrante principal es Jesucristo: Él es la verdadera víctima y el verdadero oferente. Pero hay un ministro, que se llama instrumental. Este debe ser sacerdote ordenado. Además no debe estar impedido por algo especial contra la Iglesia.

Así lo ha entendido siempre la Iglesia desde el primer momento. Nunca se ha dado el caso de uno que, sin ser sacerdote, haya podido realizar válidamente la consagración de la misa.

Otra cosa es la distribución de la comunión. En misas sencillas lo suele hacer el mismo sacerdote o un diácono. Pero en casos en que hay mucha gente para comulgar, o hay apuros, o se debe llevar la comunión a enfermos, pueden ser otras personas. Normalmente en muchas parroquias hay ciertas personas con una autorización especial del Sr. Obispo.

Cristo está realmente presente en la Eucaristía. Pero ¿Hasta cuándo está presente? Hemos dicho que está en sustancia bajo los accidentes de pan y vino. Así que está mientras aquello parezca pan o parezca vino. Por eso cuando aquello ya no se vea como pan ni sepa a pan ni huela a pan, etc. quiere decir que ya no está Jesús allí.

Los jugos gástricos suelen transformar los alimentos con rapidez, aunque hay muchas circunstancias diferenciadoras. Un técnico podría decir cuántos minutos tardaría en cambiarse una forma pequeña dentro del estómago. Seguramente muy pocos. Esto tiene una repercusión muy importante para la comunión.

De todas las maneras se aconseja que no pasen dos meses sin que se renueven las sagradas formas. Si por una gran humedad aquello ha comenzado a descomponerse y no parece pan, es la señal de que ya no está Jesús. El Santísimo en el sagrario suele durar bastante. Depende un poco de la humedad que pueda haber.

Mientras aquello, consagrado, parece pan, podemos adorarlo porque es Jesús sacramentado. Hay como una misteriosa unidad entre el Cuerpo y Sangre de Cristo y los accidentes de pan y vino que están allí. Por eso el sentido popular nos hace decir expresiones como: ahí está Jesús o tocamos el Cuerpo de Jesús. Lo que se toca es lo que aparece: los accidentes de pan y vino.

Mucho menos se puede decir con propiedad que el Cuerpo de Cristo es redondo, o la sangre de Cristo es más o menos roja. Estos son los accidentes del pan y del vino. Pero Cristo sí está realmente. Y le adoramos y le recibimos en comunión, sea la forma redonda entera o esté partida.

Terminamos recordando una vez más el momento en que Jesús nos dejó este gran testimonio de su inmenso amor, la víspera de su muerte por nosotros.

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nos dejó su manjar,

Prometió el Espíritu, el Espíritu de la verdad.

Y rogando al Padre, su mensaje fue oración por la unidad.

Éste es mi cáliz de la alianza.

Éste es el mismo cuerpo que su madre María vio nacer en Belén. AMÉN