Ya desde el principio de la Iglesia se vio la necesidad de una preparación, que pronto se llamaría el catecumenado. Y se fue organizando un proceso de iniciación cristiana. Vimos que el bautismo nos da la gracia que es participación de la vida divina. Para poder recibir bien o dignamente esa gracia, hay que prepararse.

En esta iniciación había varios ritos: el anuncio de la palabra, la acogida del Evangelio que lleva a la conversión, la profesión de fe y el bautismo. Después del bautismo estaba la efusión del Espíritu Santo (confirmación), terminando la iniciación con la comunión eucarística. Esto era sobre todo cuando la mayoría de los que se bautizaban eran personas mayores.

En la vida de los apóstoles es posible que hubiera ya algún bautismo de niños, pues en alguna ocasión dice ya el libro de los Hechos que se bautizó una familia entera. Se supone que habría algún niño. Después de un tiempo se fue haciendo habitual. Si la familia estaba de acuerdo y preparada porque eran cristianos, no solía haber una preparación especial para el bautismo de niños.

Lo que comenzó en la Iglesia con más vigor fueron las catequesis postbautismales para esos niños cuando iban creciendo, pues debían comprender y vivir lo que habían recibido en el bautismo y al mismo tiempo prepararse para la comunión eucarística.

En tiempos más recientes, al constatarse que muchos padres sabían muy poco de religión, se les exigió una cierta preparación para que luego pudieran dar ejemplo a sus hijos que iban a ser bautizados.

Desde el principio está unido el bautismo con la profesión de fe. Por eso dicen algunos que, cuando san Mateo dice que hay que bautizar “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, más que una fórmula litúrgica que estuviera en vigor, estaría expresando que el bautizando debía profesar esa fe. Igualmente cuando san Marcos dice que se bautice “en el nombre de Jesús”, significaría que se bautice proclamando lo que enseñó Jesús.

una buena preparación para el bautismo o una buena catequesis posterior. Y no sólo debe saber la fe y proclamarla sino amar lo que profesa. Hay documentos muy antiguos del cristianismo en que se habla hasta de tres años que duraba la preparación, según la disposición de la persona. Para poder proclamar la fe en la Stma. Trinidad o la fe en lo que enseñó Jesús, hay que estudiarlo y por lo tanto se necesita

Y cuando “aprobaban” se realizaba la imposición de manos, algunas oraciones “sobre los catecúmenos”. Y antes del bautismo había unos días de ayuno y hasta un último examen con el obispo. Se pretendía que el bautismo se recibiera de una forma plena. En la preparación para el bautismo, durante los primeros siglos del cristianismo, no bastaba sólo con escuchar charlas, sino que había ciertos exámenes.

En los tiempos actuales, aunque la preparación suele ser más sencilla, se debe poner empeño en que los padres de los niños que van a ser bautizados, en lo posible sean buenos cristianos para que luego el niño pueda serlo también. Pero también el bautismo de cualquier niño debe servirnos a quienes podamos asistir para que revivamos lo que debiéramos profesar si ahora fuese nuestro bautismo.

Por el siglo V o VI se comenzó, de una manera más oficial, a celebrar los bautismos, si se podía, el sábado santo. Era su día especial. Y por eso la Cuaresma tenía el sentido de preparación para el bautismo. Y ya desde por entonces comenzó a ponerse partes del evangelio especiales para esos domingos, sobre todo los anteriores al domingo de Ramos: la samaritana, el ciego de nacimiento y la resurrección de Lázaro.

Hoy han quedado para los domingos 3º, 4º y 5º del ciclo A. Eran pasos de preparación para el sábado santo. Lo importante es que conozcamos más a Jesús y el bautismo sea un momento grande de decisión en el seguimiento a Cristo. Por medio de esas tres escenas del evangelio se hacían las tres grandes catequesis sobre el agua, la luz y la vida.

Seguirte sólo a Ti, Señor, Automático

Seguirte sólo a Ti, Señor,

Seguirte sólo a Ti, Señor, y no mirar atrás.

Seguir tu caminar, Señor,

seguir sin desmayar, Señor,

postrado ante tu altar, Señor, y no mirar atrás.

seguir sin desmayar, Señor,

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La celebración del bautismo se aconseja que se haga dentro de la misa. Se simboliza mejor el tono de fiesta y especialmente la unión en la comunidad, mejor si está la parroquia reunida, para que sea más real la entrada en dicha comunidad cristiana. Las fórmulas y ritos de la celebración del bautismo, para quien está bien preparado tienen un gran significado y le ayudarán a integrarse mejor en Cristo y en la Iglesia.

La señal de la cruz es la impronta de Cristo a quien se va a pertenecer. Significa la gracia de la redención que Cristo nos ha adquirido por su cruz. Es como la bandera que va a tener ese soldado de Cristo. También significa un poco la comunidad cristiana, la acogida, pues hacen esa señal, no sólo el celebrante, sino todos los participantes. Se comienza con la señal de la cruz, aunque la ceremonia del bautismo se realice fuera de la misa.

Para un adulto que recibe el bautismo, es necesaria la respuesta de la fe: una fe que sea viva. Esta respuesta de fe se va a pedir a los padres y padrinos, cuando quien se bautiza es un niño. Después viene el anuncio de la palabra de Dios. Cuando no es en la misa es propia del bautismo. Por medio de la palabra se ilumina la verdad revelada y nos prepara a dar una respuesta positiva de fe.

Se hacen uno o varios exorcismos sobre el candidato. Y se le unge con el óleo de los catecúmenos, un óleo que quiere significar la renuncia a todo lo malo. Por eso se hace una expresa renuncia de todo lo malo, renuncia que en algunas ocasiones realizamos casi sin pensarlo bien. Después vienen los exorcismos. Es una significación de la liberación del pecado y de su instigador, que es el demonio.

A veces el agua no está del todo limpia, pero que se pueda decir que es agua. Podría servir hasta el agua del mar. Se bendice de una manera especial, pidiendo a Dios Padre que por medio de su Hijo, el poder del Espíritu Santo descienda sobre esa agua. Después se tiene la bendición del agua bautismal. Lo primero es saber que para el bautismo se necesita agua. No se puede bautizar, por ejemplo, con aceite, vino, cerveza u otros líquidos.

Esa invocación al Espíritu Santo es para que los bautizados nazcan del agua y del Espíritu Santo. Es un rito muy antiguo. La bendición que se realiza el sábado santo de forma solemne ya estaba casi igual desde los siglos IV o V. Se va recordando los ríos del Edén, el agua que Moisés hizo brotar de la roca, y otras circunstancias de la historia de Israel. También el sábado santo se suele bendecir mucha agua, que no tiene relación con el bautismo.

Cuentan que un niño pequeño, al estar en peligro de muerte, fue “bautizado” por una buena señora que, creyendo que iba a quedar mejor bautizado, empleó leche en vez de agua. Como estaba sola, dijo que ya había bautizado al niño. La creyeron pues era buena persona. Este niño se curó, creció y llegó a ordenarse de sacerdote. La buena mujer le contó lo de la leche. Este “sacerdote” se lo dijo al obispo. Y comprobado, el obispo le bautizó, confirmó y volvió a dar el Orden sacerdotal.

Debemos tener un gran sentimiento de gratitud hacia Jesucristo que con algo tan sencillo y fácil de encontrar, como es el agua, pueda realizar esta gran maravilla de darnos la gracia, participación en la vida divina. Ya había dicho Dios por medio del profeta: Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará.

Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará. Automático

un agua pura que os purifi- cará.

Pondré mi espíritu sobre vosotros y os renovaré el corazón.

Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará

Hacer CLICK un agua pura que os purificará

Por eso se hace la renuncia a todo mal. Si el bautizando es niño pequeño, hacen las renuncias los padres y padrinos. Y junto con las renuncias hacen también las creencias en las principales verdades de la fe. Antes de derramar el agua sobre la cabeza del bautizando, si éste es mayor, debe hacer un acto de arrepentimiento de todos los pecados para poder recibir la gracia.

Se proclama la fe en Dios Uno y Trino, con lo que ello significa de orientación religiosa de la vida. Cuando el niño bautizado sea mayor, los padres y padrinos deben enseñarle todo esto. Cuando es dentro de la misa, las renuncias las hacen los padres y padrinos, pero el “credo” lo hacen todos.

Cuando el bautizado es niño pequeño es importante que proclamen la fe los padres y padrinos. Los más responsa- bles son los padres, pues son los que más van a estar en contacto con los niños y tienen más la responsabilidad de la educación en todos los niveles de la vida. La profesión la hace también toda la comunidad, que acoge al niño.

Viene el sacramento propiamente dicho, que realiza y significa la muerte al pecado y entrada en la vida de la Stma. Trinidad. Debe haber una unión entre el agua que se derrama y las palabras que debe decir quien esté bautizando: “Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Se puede decir en cualquier lengua o idioma, con tal que entienda lo que dice o para qué lo dice.

Nuestra vida de bautizados es una consagración al Padre por el Hijo en el Espíritu Santo. Por eso, cuando somos bautizados, el sacerdote, al utilizar la fórmula trinitaria: Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, no añade Amén. Porque toda la vida de un cristiano debe ser un continuo “Amén...”

He dicho “derrama el agua” en términos generales; pero el bautismo se puede hacer de tres maneras. 1º Por aspersión. Es cuando, mojando una ramita o algo parecido, el celebrante “lanza” el agua sobre los que van a ser bautizados, con tal que algo les llegue a cada uno. Se dice que así tuvo que bautizar san Pedro cuando la Escritura dice que bautizó a unos tres mil.

2º Lo más normal es hacerlo por infusión. Es cuando se derrama algo de agua sobre la cabeza de quien se bautiza. En caso de necesidad puede ser sobre otra parte del cuerpo. Esto suele suceder en niños que van naciendo de forma anormal y con peligro de su vida. Si se hace en la cabeza, sería dudoso el bautismo si sólo el agua toca el pelo y no la piel, sea de la frente u otra parte de la persona, para que sea símbolo de lavado.

Es cuando el bautizando entra totalmente en el agua o sólo la cabeza o entra una parte del cuerpo y se derrama agua en la cabeza. En algunos baptisterios antiguos, como en san Juan de Letrán tienen pilas grandes para que así pueda realizarse. 3º La inmersión es la fórmula que mejor significa el lavado y la inmersión en la muerte de Cristo para resucitar con Él.

Hay ciertos cristianos no católicos que bautizan en algún río. El problema es que no se puede bendecir todo el agua del río con esa bendición especial. Y algunos preguntan: Si es mejor o más significativa ¿Por qué la Iglesia católica no bautiza siempre por inmersión? Algunos sí lo hacen, sobre todo en grupos especiales. El problema principalmente es de orden práctico.

En muchísimos lugares pequeños, si hubiera que hacerlo por inmersión, los problemas serían muchos, especialmente mirando a la temperatura y la higiene. Hay lugares muy fríos y pobres donde no se podría poner calefacción. Pero queda claro que, donde se pueda y sea relativamente fácil, en la Iglesia católica se aconseja realizar el bautismo por inmersión. Simboliza más la entrada con Jesús en la muerte para salir resucitado con Él.

Al principio del cristianismo se habla de algunos bautismos que no podían ser por inmersión, como cuando se dice que los apóstoles y sucesores bautizaban a algunos que estaban en la cárcel. De hecho en aquellos primeros siglos era bastante normal realizar el bautismo por inmersión.

Primero, el agua es para lavar o lavarse, para quitar las manchas. Pero también es para dar vida: En todos los alimentos necesitamos una gran proporción de agua. Así en el bautismo, primeramente quita las manchas de los pecados. El agua tiene estas dos características: purifica y engendra vida. Es muy propio para aplicarlo al agua bautismal.

Pero el agua bautismal también da vida, la vida divina. Ya decía san Pablo que quien recibe el bautismo es una nueva criatura en Cristo, es un hombre celestial. Algún santo padre identificaba esta recreación del bautismo como una madre con un seno inmaculado. Quedémonos con esta idea de que somos un pueblo nacido en el agua y en el amor.

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Cristo resucitado y resucitador

Cristo resucitado y resucitador

Renacidos en el Bautismo, resucitados con Cristo,

pueblo reconciliado, Iglesia del Señor.

Somos familia reunida, pueblos de todas las razas,

Somos un pueblo nacido en el agua y el amor.

Cristo resucitado y resucitador.

Con María que nos espera con los ángeles y santos. AMÉN