Sentaditos en el umbral de la puerta que comunica la casa con el patio Agustín y Juan Ignacio están leyendo y mirando cuentos Les llama la atención una mariposa muy pequeñita y verde. Pero… cambia constantemente de color, revolotea entre los dos y arriba de las macetas con flores
De pronto la mariposa viene hacia ellos, más que volar, ahora parece que salta y va creciendo y transformándose Con el agitar de sus alas, los llama y los invita al centro del pequeño jardín. Se acercan para verla mejor, peeeero… La mariposa ya no está. Se transformó en un extraño y diminuto bichito, casi igual a los dinosaurios que vemos en el cine, en los museos, en la televisión, o en nuestros libros preferidos.
Ni el animalito, ni los chicos hablan, pero igualmente los tres comprenden lo que los otros dicen. _ Sé que ustedes, se llaman Agustín y Juan Ignacio, porque siempre los veo jugar y también cuando su mamá los llama o cuando su papá juega con ustedes. Como es la primera vez que nos encontramos me presento y les digo mi nombre: PEQUESAURIO MIMOSUS. Por ser ustedes, nenes buenos y obedientes los invito a un viaje especial, que los hará conocer niños de otros lugares. ¿Les parece una linda aventura?
Los dos nenes, todavía muy sorprendidos, asintieron con movimientos de sus cabezas Y en un susurro dijeron: __ Si i i, s i i i i i. Entonces, sucedió algo muy extraño, ellos se habían encogido. Ahora estaban muy pequeños. Parecían dos minúsculas abejitas. Sin saber como, ya estaban sentados en el lomo de Pequesaurio. Habían comenzado a alejarse del jardín.
__¡¡Un momentito!!. Dijo Agustín. ¡¡¡No podemos salir de casa sin haberle avisado a mamá y papá!!! Entonces, Pequesaurio Mimosus, les dijo: _ No se preocupen, ya les dejé una cartita, por si en este fantástico viaje nos demoramos más de sesenta segundos. Tranquilos y vayan mirando los bonitos paisajes que se ven desde esta altura.
__¡¡Uy, u yu yui. Dijo Agustín y Juan soltó una nerviosa carcajada. __¡¡¡Qué alto estamos volando!!! Aclaró Agustín. __Yo no tengo miedo. Dijo Juan Ignacio. _Ya estamos volando sobre la ciudad Capital Federal de Argentina. Explicó Pequesaurio Mimosus. _Y esto que ven ahora es Montevideo, capital del Uruguay
Y así, uno a uno, fueron recorriendo países de varias partes del mundo. Llegaron a un lugar maravilloso. Pequesaurio les dijo que iban a visitar algunos primos de su especie.
Fueron, los vieron, se conocieron se saludaron y emprendieron nuevamente su extraordinario viaje. Y… como todo viaje tiene un motivo, Pequesaurio los llevó a un rinconcito del planeta donde estaban muchos niños del mundo compartiendo un encuentro muy feliz. Allí se encontraron con niños esquimales, con niños africanos, niños hindúes, rusos, chinos, japoneses y coreanos, árabes, turcos, españoles, franceses e italianos, australianos, canadienses y holandeses y muchos, pero muchos más..
Había representantes de todos los países que habitamos en nuestro planeta Tierra. Agustín y Juan Ignacio fueron los últimos en llegar al lugar. Ni bien los vieron, corrieron todos para tomarlos suavemente de las manos y así, juntos, formaron una hermosa e inmensa ronda, después un trencito tomados de la cintura y otra vez la ronda pero ahora con el pasamanos para hacer una cadena.
Después de un tiempo de compartir estos juegos, Pequesaurio, les advirtió que allí concluía el paseo y que después de cantar y saltar había que retornar y terminar así el mágico viaje. Los niños dijeron a coro: ____¡¡¡Cinco segundos más !!!. ____¡¡¡ Cinco segundos más, por favor!!! Tenemos que sellar nuestro hermoso encuentro con una imagen. Pequesaurio dijo: _Bueno, pero solo cinco segundos más.
Dicho esto, comenzó a mirar sus extraños relojes. Uno estaba adentro de una piedra recortada. Otro era de metal plateado y parecía tener patitas Y el último, rarísimo, no tenía ni números, ni letras, ni siquiera agujas o manecillas.. Lo cierto es que todos los niños muy rápidamente cambiaron sus puestos en la ronda, y uniéndose de otra manera, formaron un signo como final del encuentro. ¿Saben que emblema eligieron?
Formaron el símbolo de la PAZ. Ordenadamente y con un abrazo todos se fueron despidiendo. Agustín con Juan Ignacio volvieron al lomito de Pequesaurio Mimosus. Este, golpeó suavemente su cola contra el piso y al instante apareció
una gran esfera roja, plateada y negra que despedía hermosos destellos. Parecía una extraña nave espacial. Juntos los tres, en apenas un segundo, habían entrado a la esfera que giraba y giraba. Y así girando
Se posó en la flor de una maceta. Allí, se despidieron de Pequesaurio Mimosus. Le dieron las gracias por tan interesante paseo con aventura y los tres se prometieron seguir siempre siendo amigos.
Justo, cuando la mamá de los nenes los llamaba para almorzar, ellos habían llegado al patio de su casa y habían tomado su tamaño normal. ____Ha lavarse las manos. Dijo la mamá. Juan Ignacio y Agustín se miraron y con una sonrisa en su rostro respondieron: ___Enseguida mamá.
Cuando se sentaron a la mesa, Agustín les dijo a sus papás: Cuando terminemos de almorzar, Juan y yo, les vamos a contar algo muy lindo que nos imaginamos hoy.