Una luz en nuestro interior Santa Teresita del Niño Jesús
Es así, cierto, que muchas veces me acordaba de cuando el Señor calmo el viento en la mar, cuando se levantó la tempestad (Mt. 8,23-27), y así decía yo:
Hoy mi actitud será la de entregar al Señor de la calma todas mis tempestades,
mis ruidos interiores...
mi corazón ruin y pobre para que Él lo transforme.
¿Quién pone estos deseos? ¿Quién da este ánimo? Que me acaeció pensar:
¿De qué temo? ¿Qué es esto? Yo deseo servir al Señor; no pretendo otra cosa sino contentarle.
Dios en su misericordia, concede a las almas palpar esa luz que lleva dentro que no es sino Él mismo.
Es el único capaz de hacer que nuestras tempestades y tormentas se apacigüen.
¡Este es a quien yo quiero servir! A este Señor, que es capaz de sacar de mis entrañas lo mejor de mí mismo,
que ablanda mi terquedad y mi torpeza, y me da la luz que llevo dentro, fruto de su amor gratuito y misericordioso.
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