Quise escribir la biografía cósmica del tiempo para guardarla junto al caudal de mis sueños fondeados en el río corto de la vida, y en los archivos on-line consultados sólo encontré lunas acampadas al relente de los siglos.
Intenté recorrer los jeroglíficos que la lluvia deja en la palma abierta de la mano tratando de escribir la primera letra miniada que iniciara el libro ignoto de mi vida y no hallé las rayas que predicen fatuamente el futuro.
Vi entonces descender una luz inteligible sobre las cosas todas vivificadas por el barro emergido de la nada entre mis manos y se formó de pronto un revuelo alborotado como de libertad en rebeldía al cerrarse para siempre a cal y canto el viejo paraíso.
Quise incluso vender a saldo de feria la reseña nunca escrita de mi propia autobiografía que hubiera plasmado el argumento imaginario de las líneas trazadas con sudor sobre la tierra tan arada de la ciencia y me plagiaron la idea.
Mas ahora, antes de volver al seno fecundo de la siempre madre tierra tan amada, vencida que sea la fecha del encuentro, deja que me invada la orfandad inapelable de la edad aunque ya no me sirva de nada.
Que quiero subirme en marcha al relente de las lunas acampadas como el trigo en el surco de los siglos para gritar agradecido con mi voz ya fugitiva el grito eterno de la vida sobre el laberinto meta-empírico del espacio inconsútil de mi alma, porque sé que Tú estarás esperándome en el espacio infinito.