Lección 7 para el 15 de agosto de 2009

Dios nos hace sus hijos y nos promete algo mucho mayor Dios quiere que nos mantengamos puros en el mundo PROBLEMA: EL PECADO DECISIÓN DIVINADECISIÓN DIVINA DECISIÓN HUMANADECISIÓN HUMANA Jesús apareció para quitar nuestros pecados y deshacer las obras del diablo Vivir sin pecado

¡Contemplad la inmensurable altura, profundidad y anchura del amor divino -puro y desinteresado- que, aun siendo pecadores, Dios nos recibe en su familia como hijos suyos!

Las personas que no han tenido relación con el Padre, no pueden (o no quieren) reconocer a sus hijos, los cuales reflejan el carácter de su Padre.

Cuando Jesús venga por segunda vez, la imagen de Dios será completamente restaurada, dándole al hombre la victoria definitiva sobre el pecado y sobre toda tentación. “seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 Juan 3:2)

Nuestra meta no puede ser inferior a la pureza perfecta. “Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1 Juan 3:3)

El pecador no puede limpiarse a sí mismo; está vendido a la esclavitud del pecado y para su purificación depende completamente del Salvador. Pero hay una obra que el pecador debe hacer a favor de sí mismo con la ayuda divina. Esta obra exige velar y orar con diligencia. La lucha principal consiste en mantener la fe en la victoria que Cristo conquistó para nosotros y vivir creyendo que su gracia es suficiente para darnos el dominio sobre cualquier obstáculo.

Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley El que hace hamartía Hamartía es hace anomía anomía hamartíaViolación de una ley moral divinamente dada. Sin ley, ilegalidad.anomía Estas dos palabras son sinónimas; todo pecado es ilegalidad y toda ilegalidad es pecado.

¿QUÉ HACE EL PECADO EN NOSOTROS? No escuchamos la voz de Dios (Éxodo 9:27) Mentimos y dejamos de hacer el bien (Salmo 36:3) Hacemos lo malo (Salmo 51:4; Mateo 7:23) Nos rebelamos contra Dios (Isaías 1:2) Brindamos favores a dioses extraños (Jeremías 3:13) Nos esclaviza (Romanos 6:17, 20) Nos engaña (1 Juan 1:8) Infringimos la ley (1 Juan 3:4) Somos injustos (1 Juan 5:17) “En la lucha que libráis contra el pecado, todavía no habéis tenido que resistir hasta derramar vuestra sangre” Hebreos 12:4; NVI TENEMOS QUE LUCHAR CONTRA EL PECADO… ¿HASTA QUÉ LÍMITE? PECADO

La encarnación de Jesucristo, su vida pura y su sacrificio expiatorio. En Cristo no hubo ni el principio del pecado ni el acto del pecado. 1 Juan 3:5 “Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él”

Cristo vino a liberar a los hombres de la servidumbre del pecado, con lo que deshizo la obra del maligno. Las obras del diablo incluyen todo el mal que Satanás ha hecho en el mundo, así como los pecados que ha fomentado en las vidas de los seres humanos. 1 Juan 3:8 “Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo”

“Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios” (1 Juan 3:9) NACIDO DE DIOS: El creyente que ha tenido la experiencia del nuevo nacimiento y no ha regresado al mundo. NO PRACTICAR EL PECADO: No continuar pecando habitualmente. Aborrecer el pecado que antes se amaba y amar la virtud que antes se despreciaba. LA SIMIENTE DE DIOS: El Espíritu Santo que, implantado en un pecador, produce el nuevo nacimiento y le asegura energía espiritual para tener éxito en resistir al pecado. NACIDO DE DIOS: El creyente que ha tenido la experiencia del nuevo nacimiento y no ha regresado al mundo. NO PRACTICAR EL PECADO: No continuar pecando habitualmente. Aborrecer el pecado que antes se amaba y amar la virtud que antes se despreciaba. LA SIMIENTE DE DIOS: El Espíritu Santo que, implantado en un pecador, produce el nuevo nacimiento y le asegura energía espiritual para tener éxito en resistir al pecado.

“Que el alma cultive el hábito de contemplar al Redentor del mundo... Vosotros que leéis estas líneas, ¿queréis decidir que nunca más procuraréis excusar vuestros defectos de carácter diciendo "es mi manera de ser"? Que nadie diga: "No puedo cambiar mis hábitos y tendencias naturales". Hay que permitir que la verdad penetre en el alma, porque así realizará la santificación del carácter. Refinará y elevará la vida y os preparará para las mansiones celestiales” Elena G. de White; A fin de conocerle, 29 de agosto

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