“Historias de cuernos (VII)” Miguel-A. “Historias de cuernos (VII)”

Alberto y Mariela estaban próximos a celebrar sus bodas de plata Alberto y Mariela estaban próximos a celebrar sus bodas de plata. Una tranquila noche de viernes, mientras estaban en la cama, Alberto, con voz muy suave y tono algo tímido, soltó a su esposa una pregunta un tanto indiscreta: - Cariño... ¿alguna vez me has sido infiel en estos años de casados?.

- ¡Ay. tontito. -respondió Mariela-. ¡Preguntas unas cosas - ¡Ay... tontito! -respondió Mariela-. ¡Preguntas unas cosas! ¿Cómo se te ocurre? ¡Claro que no!. - ¿Seguro, cariño? ¿Nunca, nunca?. - ¡Te digo que nunca, nunca!. - No te ofendas... es que hay algunos días en que aparecen esas ideas. ¡No es que a estas alturas me moleste ya, pero es que las dudas me matan!.

Mariela permaneció en silencio un momento Mariela permaneció en silencio un momento. Abrazó a Alberto y, acercando su cara a la mejilla, le susurró: - Mira, mi cielo... si de verdad esto no te molesta, y saberlo te hace estar más tranquilo, te diré que en estos 25 años, te he sido infiel tres veces.

Alberto tuvo un primer impulso de reaccionar, pero se tranquilizó, respiró profundo, y, con voz pausada, le dijo a su mujer: - ¿Tres veces? ¡Ahora ya no me vayas a dejar lleno de dudas!. - Cielito, no le des más vueltas. Ya no tiene importancia. ¡Fue hace tanto tiempo!. - No, cuéntame. ¡Te juro que es mejor saberlo, cariño!.

- Bueno... ¿recuerdas, hace unos 20 años, cuando querías comprar la casa, y en el banco no te querían conceder ningún préstamo? ¿Recuerdas que el director vino a casa, trajo los papeles, y te dio un préstamo a largo plazo y a bajos intereses?. - ¿De verdad hiciste ese sacrificio para que yo lograra mi sueño?. Ella asintió con la cabeza. - ¡Tú sí que eres la mujer más maravillosa del mundo! Pero cuéntame... ¿y la segunda?.

- ¡Ay mi cielo! ¿Para que quieres saber más? ¡Déjalo así!. - Por favor cuéntame... - ¿Recuerdas cuando te dio el infarto? ¿Recuerdas que no teníamos dinero para pagar la operación? ¿Recuerdas que el Dr. Haldemann se ofreció a hacer la operación, vino desde Houston, y nunca quiso cobrar la cuenta?. Alberto la abrazó, la besó, y, con voz entrecortada, le dijo: - Mi amor, ¿de verdad has llegado a esos extremos por amor? ¡Definitivamente eres la mejor esposa del mundo!. Mariela sonrió, y dejó escapar un suspiro de alivio.

- Pero cuéntame -dijo Alberto-. ¿Y la tercera?. - ¡Ayyyy, Alberto, ya vale! ¡Déjalo ya!. - ¡Por favor, no me dejes ahora con esa espinita... cuéntame!. - ¿Recuerdas cuando querías ser el presidente del club de golf donde íbamos los fines de semana? ¿Recuerdas que te hacían falta los votos de otros 32 socios? ¿Recuerdas que, al final, ganaste las elecciones?.