39 La conciencia moral FETI, Domenico María Magdalena arrepentida

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Transcripción de la presentación:

39 La conciencia moral FETI, Domenico María Magdalena arrepentida 1617-21 Galleria Doria-Pamphili, Roma La conciencia moral 39

Compendio del catecismo 372. ¿Qué es la conciencia moral? 1776-1780 1795-1797 La conciencia moral, presente en lo íntimo de la persona, es un juicio de la razón, que en el momento oportuno, impulsa al hombre a hacer el bien y a evitar el mal. Gracias a ella, la persona humana percibe la cualidad moral de un acto a realizar o ya realizado, permitiéndole asumir la responsabilidad del mismo. Cuando escucha la conciencia moral, el hombre prudente puede sentir la voz de Dios que le habla.

Introducción “En lo profundo de su conciencia el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, llamándole siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal: haz esto, evita aquello. Porque el hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón, en cuya obediencia está la dignidad humana y por la cual será juzgado. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está sólo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella" (Gaudium et spes, n. 16). De poco habría servido el haber grabado Dios en la naturaleza humana la ley moral, que dirige y salvaguarda la libertad, si al mismo tiempo no le hubiera dado una capacidad connatural de conocerla; de modo que los imperativos morales realmente orienten la conducta del hombre hacia Dios, que es el autor de la ley. Pero la Providencia no falla y, como enseña la Constitución pastoral Gaudium et spes del Concilio Vaticano II, "en lo profundo de su conciencia el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, llamándole siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal: haz esto, evita aquello. Porque el hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón, en cuya obediencia está la dignidad humana y por la cual será juzgado. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está sólo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella" (n. 16). GOYA Y LUCIENTES, Francisco de San Pedro arrepentido 1823-25 Phillips Collection, Washington

Ideas principales

1. Qué es la conciencia La conciencia es la voz interior que manifiesta al hombre la bondad o malicia de una acción, para que haga el bien y evite el mal; es el juicio de la razón, por el que la persona humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho. La conciencia resuena y avisa, y si se ha hecho algo que la conciencia reprueba, remuerde; si se ha obrado bien, muestra su aprobación y alabanza. La conciencia es la voz interior que manifiesta al hombre la bondad o malicia de una acción, para que haga el bien y evite el mal; es el juicio de la razón por el que la persona humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho. La conciencia resuena y avisa, y si se ha hecho algo que la conciencia reprueba, remuerde; si se ha obrado bien, muestra su aprobación y alabanza. MICHELANGELO Buonarroti Jeremías (detalle) 1511 Fresco Cappella Sistina, Vaticano

2. Diversos estados de la conciencia En relación con el asentimiento por parte del sujeto hay: Conciencia cierta: al discernir la moralidad del acto, tiene la seguridad de que es tal y como la conciencia le dicta. Conciencia dudosa. Es la que conoce el juicio moral con el temor de que sea de otra manera -sin asentimiento firme, por tanto-. En atención al objeto y su conformidad con la norma moral hay: Conciencia recta o verdadera. Es cuando el juicio moral se ajusta a la norma objetiva, de modo que la acción aquella es realmente buena o mala, como se nos dicta. Conciencia errónea. Es cuando el juicio moral no se ajusta a la norma, sino que lo que se dicta como bueno es malo, o lo que se indica como malo es bueno; este juicio naturalmente procede del error. Para poder orientarnos debidamente en el uso de la libertad y conforme al dictamen de la conciencia, que nos muestra la norma, es útil conocer los diversos estados de la conciencia. En relación con el asentimiento por parte del sujeto hay: a) Conciencia cierta. Es aquella que, al discernir la moralidad del acto, tiene la seguridad de que es tal y como la conciencia le dicta; es un asentimiento firme. b) Conciencia dudosa. Es la que conoce el juicio moral con el temor de que sea de otra manera -sin asentimiento firme, por tanto-, o incluso no existe el asentimiento por quedar el juicio moral en suspenso. En atención al objeto y su conformidad con la norma moral hay: a) Conciencia recta o verdadera. Es cuando el juicio moral se ajusta a la norma objetiva, de modo que la acción aquella es realmente buena o mala, como se nos dicta. b) Conciencia errónea. Es cuando el juicio moral no se ajusta a la norma, sino que lo que se dicta como bueno es malo, o lo que se indica como malo es bueno; este juicio naturalmente procede del error. Gustave Courbet (1819-1877) La hilandera durmiente 1853 Musée Fabre, Montpellier

3. Hay que actuar siempre con conciencia cierta Hay que obrar siempre con conciencia cierta. Cuando la conciencia cierta se apoya en la rectitud o verdad del juicio moral, no ofrece dificultad alguna y se comprende que debe ser así. Pero, ¿y si la certeza se basa en el error? Si el error es invencible, hay que seguir la conciencia cierta. La acción es subjetivamente buena, aunque no se ajuste a la norma, porque es lo que dicta la conciencia y la voluntad quiere el bien, sin que tenga otra salida por ser invencible. Cuando el error es vencible, hay mala voluntad y no se puede hablar de conciencia cierta como norma de conducta. Lo que se debe hacer es salir del error vencible. La vocación del hombre es cumplir la voluntad de Dios, que se nos indica por la conciencia; pero no siempre se conoce -en un momento concreto- cuál es la voluntad de Dios. En el caso de no estar seguros, nos exponemos a obrar en contra de lo que Dios quiere, y cuestionamos nuestro destino arriesgándonos a pecar. Por eso hay que obrar siempre con conciencia cierta. Cuando la conciencia cierta se apoya en la rectitud o verdad del juicio moral, no ofrece dificultad alguna y se comprende que debe ser así. Pero, ¿y si la certeza se basa en el error? Si el error es invencible, hay que seguir la conciencia cierta y la acción es subjetivamente buena, aunque no se ajuste a la norma, porque es lo que dicta la conciencia y la voluntad quiere el bien, sin que tenga otra salida por ser invencible. Cuando el error es vencible hay mala voluntad y no se puede hablar de conciencia cierta como norma de conducta. Lo que se debe hacer es salir del error vencible. Raphael (1483-1520) Techo de la Stanza della Segnatura: Justicia Fresco, 1509-1511 Stanza della Segnatura, Palazzi Pontifici, Vaticano

4. La formación de la conciencia El hombre tiene el deber de formar su conciencia para saber cuál es la voluntad de Dios, a la que ha de ajustarse el comportamiento moral. Los medios para formar la conciencia son: Conocer la doctrina cristiana. No actuar precipitadamente, sino pensar con serenidad. Pedir consejo. La dirección espiritual con el sacerdote. Esto explica la necesidad -y la obligación- que tiene el hombre de formar su conciencia para saber cuál es la voluntad de Dios, a la que ha de ajustarse el comportamiento moral. Porque la conciencia se nos ha dado para conocer la norma y cumplirla, como contrafuerte de la libertad, no para obrar mal. Los medios para formar la conciencia son: a) Conocer la doctrina cristiana, donde se enseñan los misterios de la fe, junto con las exigencias morales que reclama la condición de criaturas de Dios, y, en el caso de los cristianos, la condición de hijos adoptivos y discípulos de Jesucristo. En este sentido viene muy bien estar atentos a lo que dicen los Pastores de la Iglesia: el Papa, los Obispos y los sacerdotes. b) No actuar precipitadamente, sino pensar con serenidad la determinación que se va a tomar, para que el juicio de la conciencia sea recto y verdadero, y además seguro, es decir, cierto, como pide una buena conciencia que transmite la ley de Dios. Para eso ayuda mucho hacer cada día un breve examen de conciencia, viendo cómo hemos actuado durante la jornada. c) Pedir consejo. Hay que saber preguntar a las personas que nos pueden ayudar, como son los padres, el sacerdote, el catequista, el profesor o un buen amigo. d) La dirección espiritual con el sacerdote es sin duda un medio excelente -por no decir el mejor- donde se concreta de forma personalizada la formación de la conciencia, a fin de que esté siempre orientada hacia el bien. MUENIER, Jules-Alexis La lección de catecismo 1890 Musée des Beaux-Arts, Besançon

5. Importancia de la formación de la conciencia Pocas personas son conscientes de la importancia de su formación y con frecuencia se contentan con sortear peligros o a no escandalizar. El hombre es responsable de su propia conducta y de la influencia -positiva o negativa- en la conducta de los demás. En sentido negativo, Jesucristo advierte de la gravedad del escándalo; en sentido positivo, recuerda que ha venido para que los hombres "tengan vida y la tengan en abundancia ". Pocas personas son conscientes de la importancia de su formación y con frecuencia orientan los requerimientos morales a sortear peligros o a no escandalizar, manteniéndose en un cierto anonimato. Pero la responsabilidad humana es mucho más: la de los padres, las de las autoridades, la del profesor y los formadores, la del sacerdote... El hombre es un animal social, decía el Aristóteles, y es responsable de su propia conducta y de la influencia -positiva o negativa- en la conducta de los demás. En sentido negativo, Jesucristo advierte de la gravedad del escándalo; en sentido positivo, recuerda que ha venido para que los hombres "tengan vida y la tengan en abundancia ". KAULBACH, Hermann (1846-1909) Alegoría de la sabiduría y la justicia 1888 Colección privada

6. Reglas para decidir siempre en conciencia Normalmente, cuidando la formación de la conciencia no será difícil conocer y hacer el bien; y cuando sobreviene alguna dificultad, la actitud interior de buscar con empeño el discernimiento de la voluntad de Dios, facilitará la solución. Son útiles estas reglas: Nunca se puede hacer el mal para obtener un bien. Tratar a los demás como queremos que nos traten a nosotros. Actuar siempre respetando al prójimo y su conciencia. Normalmente, cuidando la formación de la conciencia no será difícil conocer y hacer el bien; y cuando sobreviene alguna dificultad, la actitud interior de buscar con empeño el discernimiento de la voluntad de Dios, facilitará la solución. Son útiles estas reglas: * Nunca se puede hacer el mal para obtener un bien. * Tratar a los demás como queremos que nos traten a nosotros. * Actuar siempre respetando al prójimo y su conciencia. CHARDIN, Jean-Baptiste-Simeon (1699-1779) La maestra Colección privada

Propósitos de vida cristiana

Un propósito para avanzar Haz un breve examen de conciencia por la noche, antes de acostarte, para ver si has actuado cara a Dios. Piensa si estás actuando con conciencia cierta y, a la vez, con conciencia recta o verdadera.