El peso de la cruz El peso de la cruz Un hombre quería seguir a Jesús entonces soñó y habló con Jesús. En aquel momento le entregó un árbol para que lo llevara sobre el hombro. Inició el camino con alegría pero se le apareció el demonio que le regaló un hacha y le dijo que sería bueno cortar un poco el árbol para aligerar el camino y así llegar más rápido al reino de los cielos. Cortó el árbol y prosiguió el camino. Más adelante se le volvió a aparecer y le invitó a recortar más el árbol para que hiciera una pequeña cruz para que la llevase en el cuello y todos lo admiraban, que hasta se convirtió en moda por donde pasaba. Alcanzó el final del camino y el hombre muere y a lo lejos distingue un hermoso castillo, desde una de cuyas torres Jesús en Gloria y Majestad se dispone a recibirlo. El hombre dice: "Señor, he esperado mucho tiempo este momento. Señalarme la entrada." Jesús le responde: "Hijo, para entrar al Reino deberás subir hasta donde estoy, usando el árbol que te entregué cuando iniciaste el camino hacia mi." El hombre lleno de vergüenza reconoció haberlo destruido y lloró amargamente su error. Despertó entonces de su profundo sueño, y agradecido con el Señor, regresó al bosque aquel para tomar su cruz y llevarla entera al Reino de los Cielos.

"Porque la predicación de la cruz es locura para los que se pierden... pero es fuerza de Dios para los que se salvan" (1 Cor 1, 18) No es un secreto que para muchos la palabra cruz les aterra y, siempre, la detestan o por lo menos la ignoran. Otros llevan la cruz como adorno y hasta como amuleto. Olvidando su verdadero significado. La cruz es el símbolo del cristiano, que nos enseña cuál es nuestra auténtica vocación como seres humanos. La cruz, con sus dos maderos, nos enseña quiénes somos y cuál es nuestra dignidad: el madero horizontal nos muestra el sentido de nuestro caminar, al que Jesucristo se ha unido haciéndose igual a nosotros en todo, excepto en el pecado. ¡Somos hermanos del Señor Jesús, hijos de un mismo Padre en el Espíritu! El madero que soportó los brazos abiertos del Señor nos enseña a amar a nuestros hermanos como a nosotros mismos. Y el madero vertical nos enseña cuál es nuestro destino eterno. No tenemos morada acá en la tierra, caminamos hacia la vida eterna. "Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre" (Mt 24,30).

¿Se puede adorar el cuchillo que mató a tu hijo? Pregunta que muchos la hacen y que podemos responder de la siguiente manera: Ayer la cruz era un escándalo y un castigo. Cristo la convierte en salvación. La hizo pasar de derrota a victoria. Ayer la cruz era un escándalo y un castigo. Cristo la convierte en salvación. La hizo pasar de derrota a victoria. La cruz no mató a Jesús, era un instrumento, más bien lo hizo nuestros pecados. Ella no es signo de maldad, sino de cura y de instrumento de paz. La cruz no mató a Jesús, era un instrumento, más bien lo hizo nuestros pecados. Ella no es signo de maldad, sino de cura y de instrumento de paz. Además, la historia de Jesús no termina con la muerte. Recordemos que la cruz nos remite de inmediato la resurrección. Por eso para San Pablo la cruz era motivo de gloria (Gálatas 6, 14). Además, la historia de Jesús no termina con la muerte. Recordemos que la cruz nos remite de inmediato la resurrección. Por eso para San Pablo la cruz era motivo de gloria (Gálatas 6, 14). Satanás el orgulloso y soberbio odia la cruz porque Jesucristo, humilde y obediente, lo venció en ella "humillándose a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz", y así transformo la cruz en victoria: "...por lo cual Dios le ensalzó y le dio un nombre que está sobre todo nombre" (Filipenses 2, 8-9) La cruz es el recuerdo de tanto amor del Padre hacia nosotros

"Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que todo el que crea en Él no perezca sino que tenga vida eterna". (Jn 3, 16) La cruz es signo de reconciliación con Dios, con nosotros mismos y con todo y todos. "El que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí" (Mt 7, 13). : "El que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí" (Mt 7, 13). "Porque son muchos y ahora os lo digo con lágrimas, que son enemigos de la cruz de Cristo" (Filipenses 3, 18). El Evangelio es la predicación de la cruz (1 Cor 1,17-18). Todos, sin excepción, debemos descubrir a Dios en la cruz para poder contemplarlo en su gloria salvadora. Que es Jesucristo crucificado y resucitado.

En estos 20 años de experiencia sacerdotal como párroco he visto a muchos, por no decir demasiados, que siempre buscan a Dios cuando la pesada cruz los doblega. Éstos son los cristianos sometidos al miedo y a la derrota. Buscan y ven a Dios en el dolor de un cáncer, en la pérdida de su matrimonio, en la rebeldía del hijo que ha caído en las drogas, en el accidente, en la muerte de un familiar … Son cristianos falsos y malos practicantes de una religión de la alegría y la esperanza. Pues toda su vida de oraciones y meros cumplimientos gira en torno a la desgracia y al dolor que los sorprende. Olvidando que pareciera que en la cruz está Dios y no está, pues Dios en el sagrario pareciera que no estuviera y si está. Prefieren el dolor al agradecimiento; las lágrimas a la sonrisa; el cumplimiento de una misa de difuntos a la participación libre de la misa dominical que libera y sana. Muchos la hacen parte de su vida para seguir sufriendo y maldecir

«No es la sabiduría de las palabras, sino la Palabra de la Sabiduría lo que San Pablo pone como criterio de verdad, y a la vez, de salvación» Juan Pablo II Al llegar el momento del dolor hay que saber mirar la cruz de Cristo para comprender, sin perder la paz y la fe, que en esa cruz está el ejemplo del mismo Cristo quien la venció y la supo ofrecer. Muchos son los cobardes que ante el soplo ligero del aire de la cruz huyen y se esconden como avestruces ocultando su cabezas y dejando el cuerpo por fuera. Éstos son los que critican y no mueven ni un dedo para mejorar o hacer brillar la alegría y el progreso. P. Marcelo Se visten de negro y aparentan estar tristes. Llegan al lecho de muerte, a última hora, a pedir la bendición a la madre que por mucho tiempo habían abandonado. Amanecen con el cadáver pero nunca tuvieron tiempo para solidarizarse con el enfermo que gritaba visita, asistencia …