“Gustos cambiantes” Miguel-A. 140 seg. (A. Aguilar)
Cuando cumplí 14 años, esperaba algún día tener una novia.
A los 16 años, tuve una novia, pero no había pasión. Entonces, decidí que necesitaba una mujer apasionada, con ganas de vivir.
En la Facultad salí con una mujer apasionada, pero era demasiado emocional. Todo era terrible para ella. Era la reina de los dramas. Lloraba todo el tiempo, y amenazaba con suicidarse. Entonces, decidí que necesitaba una mujer estable.
Cuando tuve 25 años, encontré una mujer muy estable, pero era aburrida. Era totalmente previsible, y nunca le excitaba nada. La vida para mí se hizo tan plomiza, que decidí que necesitaba una mujer más emocionante.
A los 28 años, encontré una mujer excitante, pero no pude seguir su ritmo. Ella iba de un lado para otro, sin detenerse en nada. Hacía cosas impetuosas, y coqueteaba con cualquiera que se le cruzara en su camino. Me hizo tan feliz, como miserable. De entrada fue divertido y estimulante, pero sin futuro. Entonces, decidí buscar una mujer con alguna ambición.
Cuando llegué a los 31 años, encontré una chica inteligente, ambiciosa, y con los pies sobre la tierra. Decidí casarme. Era tan ambiciosa, que me pidió el divorcio, y se quedó con todos mis bienes.
Ahora, a los 40 años, creo haber encontrado el gusto definitivo por mi tipo de mujeres: Me gustan las mujeres con las tetas grandes. ¡Y punto!.