La ciudad de Granada encuentra limitada su expansión hacia la zona de la montaña, con relieve abrupto. Por eso, su crecimiento espontáneo se produce hacia la vega, zona rural, que se ha dedicado históricamente a cultivos, secaderos, etc. y que ahora se está viendo amenazada por el crecimiento y el ansia de urbanización de la ciudad. La circunvalación parece frenar este avance y sirve de límite entre terrenos urbanizables y rurales.
En este plano observamos las divisiones del terreno, así como las diferencias que existe entre terreno rural ( a la izquierda de la circunvalación) y el terreno urbano ( a la derecha). Mientras que el terreno rural se divide en polígonos, el urbano lo hace en manzanas.
Dentro de los polígonos, el suelo rural se divide en parcelas y caminos. En suelo urbano, mientras tanto, se distinguen solares, edificios y calles. Es normal, si observamos esta organización, que se pretenda la urbanización de la vega. Las prestaciones que ofrece son muy distintas a las de la ciudad, y poco a poco se va construyendo en parcelas privadas buscando huir de aglutinamiento que se produce en la ciudad. El problema está cuando se empiece a construir de manera masificada, como ha ocurrido en la ciudad, y desaparezca el paisaje de la vega.
En el recorrido fotográfico podemos ver la transición entre el paisaje de la ciudad y el de la vega en el margen del río Genil. La vega nos ofrece imágenes tan características como los secaderos, los bosques de chopos, y las grades extensiones de cultivos.