LEYENDAS DEL LAGO ATITLÁN Dicen, que por las noches el viento, con sus ojos ondulados, penetra en las cuevas del lago para ver el aquelarre que forman.

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Dicen que, a cierta edad, las mujeres nos hacemos invisibles, que nuestro protagonismo en la escena de la vida declina, y que nos volvemos inexistentes.
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Transcripción de la presentación:

LEYENDAS DEL LAGO ATITLÁN

Dicen, que por las noches el viento, con sus ojos ondulados, penetra en las cuevas del lago para ver el aquelarre que forman hadas, genios y duendes,

concitados al embrujo fascinante del lago engalanado con los tirabuzones de fuego que baja de los volcanes

Dicen, que en figura de gacela joven, una palmera enhiesta, de tronco color canela, peina el espejo terso del agua con los dedos de sus palmas

Dicen, que en noches de luna blanca han visto salir del agua y caminar descalzas sobre la arena hadas de tez morena. ……………………………………………

Dicen, que del misterioso abismo emergen a la superficie cada noche antiguas princesas mayas

Dicen, que al llegar la primavera estrenan huipiles nuevos con los que adorna el lago sus floreadas riberas

Dicen, que no hay lago más hermoso para escanciar el relente de la vida que Atitlán en primavera rodeado de pueblos multicolores vestidos de verde y de buganvillas

Dicen, que a la luz de la luna llena, bruñida de plata vieja, llegada la medianoche yo también me asomo al lago para ver jugar en el espejo del agua a genios, duendes, y hadas, que habitan el Atitlán, el más bello lago azul del orbe

Dicen, que por las noches el viento, con sus ojos ondulados, penetra en las cuevas del lago para ver el aquelarre que forman hadas, genios y duendes, concitados al embrujo fascinante de la noche engalanada con los tirabuzones de fuego que baja de los volcanes. Dicen, que en figura de gacela joven, una palmera enhiesta, de tronco color canela, peina el espejo terso del agua con los dedos de sus palmas. Dicen, que en noches de luna blanca han visto salir del agua y caminar descalzas sobre la arena hadas de tez morena. Dicen, que del misterioso abismo emergen a la superficie cada noche antiguas princesas mayas. Dicen, que al llegar la primavera estrenan huipiles nuevos con los que adorna el lago sus floreadas riberas. Dicen, que no hay lago más hermoso para escanciar el relente de la vida que Atitlán en primavera rodeado de pueblos multicolores vestidos de verde y de buganvillas. Dicen, que a la luz de la luna llena, bruñida de plata vieja, llegada la medianoche yo también me asomo al lago para ver jugar en el espejo del agua a genios, duendes, y hadas, que habitan el Atitlán, el más bello lago azul del orbe. Juan Manuel del Río