¿Qué te pasó? ¿Cómo te hiciste ese moretón? dijo Rafael muy sorprendido mientras se acercaba a Ramiro. La clase de educación física había terminado, y estaban recogiendo sus mochilas para salir, porque era su última hora. “¡A ver enséñame qué te pasó!”, volvió a decir Rafael, pero Ramiro rápidamente se puso el suéter y se echó a correr hacia la puerta. “¿Y ahora que tiene este loco?” pensó Rafael, y no le dio importancia pues su amigo siempre había sido medio raro. ¿QUÉ PASA EN CASA? Ramiro y Rafael cursaban segundo de secundaria, se conocían desde primero, porque les había tocado sentarse juntos, eran el 5 y el 6 de la lista. Decir que eran amigos quizá sea una exageración, la verdad es que Ramiro siempre era muy callado, hablaba sólo lo indispensable, y nada más respondía Sí o No, cuando alguien le preguntaba algo. Sin embargo, Rafael lo consideraba su amigo porque pasaban los descansos juntos, y algunas veces hacían los trabajos en equipo, claro, siempre en su departamento, porque a Ramiro no lo dejaban salir, y mucho menos le daban permiso de invitar a sus compañeros a su casa.

Esa tarde, Rafael le platicó a su mamá sobre el moretón de Ramiro, y como había corrido cuando le preguntó ¿qué le había pasado?. También le comentó que ya después de que su amigo se había ido, él pensó que tal vez debía haberlo seguido, porque igual y le sucedía algo malo. Pero no importaba, mañana hablaría con Ramiro para saber qué se traía. Al otro día, como de costumbre, Ramiro salió temprano de su casa, y Rafael lo estaba esperando sentado en el parque que a diario cruzaban para llegar a la escuela. — ¡Qué onda, te estoy esperando! —dijo Rafael. — ¿Para qué? —contestó Ramiro un poco confundido por encontrar a su amigo. — ¿Por qué te echaste a correr ayer? — Porque tenía prisa. — No inventes, ya dime ¿qué te pasa? ¿Cómo te hiciste el moretón? — No me pasa nada, y ya déjame en paz —y otra vez se echó a correr.

En la escuela, Ramiro estuvo todo el tiempo enojado, y durante varios días no le dirigió la palabra a Rafael, él por su parte, estuvo pendiente de cada cosa que su amigo hacía. Entonces se dio cuenta que en todos esos días no se quitó el suéter, que no quiso salir con short a la clase de educación física, y el maestro lo reportó, que estaba particularmente callado, y que durante el receso se sentaba en la jardinera más escondida del patio y no hablaba con nadie. Esa misma semana había firma de boletas, y el viernes, cuando los padres comenzaron a llegar para recibir las calificaciones, Rafael notó algo extraño. En el momento en que Enrique, el papá de Ramiro llegó, su amigo estaba de espaldas a la puerta, tal vez por eso le sorprendió tanto cuando se percató de la presencia de su padre, o quizá fue la palmada que Enrique le dio a su hijo en el hombro, lo cierto es que el rostro de su amigo cambió totalmente y pasó de la calma al terror.

Al terminar la junta, Enrique, visiblemente molesto, tomó a Ramiro por el brazo y lo sacó del salón, Rafael, salió detrás con la intención de saber qué estaba pasando, pero no advirtió nada especial, sólo a su amigo con la mirada baja, y caminando hacia la puerta, y esa fue la última vez que lo vio en la escuela, pues a partir de ese día Ramiro no volvió a clases, y cuando Rafael fue a buscarlo a su casa, en dos ocasiones, no quiso hablar con el, y hasta lo corrió. Han pasado varias semanas, y ninguna noticia de Ramiro, los compañeros no saben por qué no ha vuelto, y Rafael no se imagina que esa misma tarde, su amigo está viajando hacia San Luis Potosí, junto con su mamá y su hermanita, porque ya no pueden seguir aquí, pues los vecinos han denunciado la violencia en que vive su familia, porque todos se asustaron mucho cuando su papá lo lastimó una vez mientras trataba de impedir que golpeara a su mamá, como casi todos los días, cuando llegaba enojado y borracho a su casa. Fin