T riste quedó mi carta en aquel sobre depositado en el buzón de una olvidada calle sin hora ni fecha de recogida, bajo la nieve T riste quedó mi carta en aquel sobre depositado en el buzón de una olvidada calle sin hora ni fecha de recogida, bajo la nieve

¡ A y, mi carta escrita en el pergamino viejo del tiempo, donde morirá de olvido ¡ A y, mi carta escrita en el pergamino viejo del tiempo, donde morirá de olvido

Q ue de noche la escribí, de noche, sin más inspiración que tu recuerdo y la opaca luz del sentimiento Q ue de noche la escribí, de noche, sin más inspiración que tu recuerdo y la opaca luz del sentimiento

-¡ A y, cómo lloraba la nieve al caer sobre aquel sobre donde moría mi carta! ¡ A y, cómo lloraba la nieve al caer sobre aquel sobre donde moría mi carta!

P or timbre postal le puse la mitad de un tiempo ido, la otra mitad, ni lo digo, pues fue autografiar tu nombre y volverse todo negro P or timbre postal le puse la mitad de un tiempo ido, la otra mitad, ni lo digo, pues fue autografiar tu nombre y volverse todo negro

D eambularé en silencio las noches de mis recuerdos, por las calles que no anduvimos; me morderá el sentimiento como perros bravos, callejeros, pero tú seguirás ausente D eambularé en silencio las noches de mis recuerdos, por las calles que no anduvimos; me morderá el sentimiento como perros bravos, callejeros, pero tú seguirás ausente

¡ A y, cómo me sabe a nieve la carta que murió sin llegar a su destino! ¡ A y, cómo me sabe a nieve la carta que murió sin llegar a su destino!

P or no llevar remitente ni menos aún, por mi honor lo digo, tu destino inexistente! P or no llevar remitente ni menos aún, por mi honor lo digo, tu destino inexistente!

Triste quedó mi carta en aquel sobre depositado en el buzón de una olvidada calle, sin hora ni fecha de recogida, bajo la nieve. ¡Ay, mi carta escrita en el pergamino viejo del tiempo, donde morirá de olvido! Que de noche la escribí, de noche, sin más inspiración que tu recuerdo y la opaca luz del sentimiento. ¡Ay, cómo lloraba la nieve al caer sobre aquel sobre donde moría mi carta! Por timbre postal le puse la mitad de un tiempo ido, la otra mitad, ni lo digo, pues fue autografiar tu nombre y volverse todo negro. Deambularé en silencio las noches de mis recuerdos, por las calles que no anduvimos; me morderá el sentimiento como perros bravos, callejeros, pero tú seguirás ausente. ¡Ay, cómo me sabe a nieve la carta que murió sin llegar a su destino! Por no llevar remitente ni menos aún, por mi honor lo digo, tu destino inexistente! Juan Manuel del Río