El estudio del Holocausto judío como hecho histórico CTIF Madrid-Sur

¿Qué es el Holocausto? “Holocausto” viene del latín holocaustum, y este del griego ὁλόκαυστος; de ὅλος, todo, y καυστός, quemado, de κάειν, quemar. En su origen es el nombre de un tipo de sacrificio ritual practicado entre los judíos, en el que se quemaba toda la víctima. Según el diccionario de la R.A.E. significa también “gran matanza de seres humanos”.

Holocausto Es el conjunto de matanzas perpetradas durante la Segunda Guerra Mundial por cualquier Estado europeo contra su propia población. El carácter “reflexivo” de la destrucción (un Estado contra su propia población) y los límites espaciotemporales de la misma definen suficientemente el concepto.

No solo los nazis... y no solo los judíos No solo el Estado alemán, también el Estado croata, francés, griego, etcétera, fueron agentes del Holocausto. El Holocausto es la matanza institucionalizada de unos cien mil enfermos mentales, al menos 2 millones de prisioneros de guerra soviéticos, aproximadamente 322.000 serbios, alrededor de un cuarto de millón de gitanos y más de 5 millones de judíos.

Concepto y causas de la Shoá Primera ponencia del curso “El estudio del Holocausto judío como hecho histórico”. 3 de febrero de 2015

Shoá Es la romanización del término hebreo שואה, que literalmente significa “catástrofe”, y sirve para nombrar el Holocausto judío, esto es, la destrucción de más de cinco millones de judíos europeos llevada a cabo por el Estado nacionalsocialista alemán o cualquier otro Estado de Europa durante la Segunda Guerra Mundial. “Shoá” es sinónimo de “Holocausto judío”.

Antisemitismo o, más bien, judeofobia Entre las causas de la Shoá está, sin duda, el llamado “antisemitismo”. Término vago donde los haya, dado que el adjetivo “semita” hace referencia tanto a hebreos como a árabes. Es preferible utilizar el término “judeofobia” porque define mejor el objeto del odio e insiste en el carácter subjetivo de su construcción.

Judeofobia La judeofobia es, sin duda, una de las causas de la Shoá. Es su causa principal. Pero judeofobia ha habido a lo largo de la historia que reconocemos como propia al menos desde el siglo IV de nuestra era. Las razones de la judeofobia hay que buscarlas en diversos estratos de la cultura europea, en los clichés que se han ido sedimentando a lo largo de la historia llamada “occidental”.

Judeofobia religiosa Nace con el propio cristianismo definiéndose como religión a partir de (y frente a) la religión judía. Es el Nuevo Testamento frente al Viejo, la vieja Ley o Torá (תּוֹרָה), recogida en los cinco libros del Pentateuco (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio), el Dios del amor frente al Dios justiciero.

San Justino Padre apologeta del siglo II d. C San Justino Padre apologeta del siglo II d. C. en el Diálogo con el judío Trifón Cap. XI: “una ley puesta contra otra ley, anula la primera; y un testamento hecho posteriormente deja igualmente sin efecto el primero”. Daniel Ruiz Bueno, Padres apologetas griegos, edición bilingüe, Madrid, B.A.C., 1996, p. 319. Cap. XVII: “vosotros [los judíos], después de crucificar a aquel que era el único sin tacha y al hombre justo”. D. Ruiz Bueno, op. cit., p. 329. El judío es el deicida.

Orígenes Padre de la Iglesia del siglo III d. C. en Contra Celso Libro IV, cap. XXII: “Una de las pruebas, por tanto, de que Jesús fue algo divino y sagrado es haber venido por causa suya al pueblo judío, por tanto tiempo, tales y tantas calamidades. Y con seguridad diremos que no se restablecerán, pues cometieron el crimen más impío que cabe imaginar atentando contra la vida del Salvador del género humano”. Orígenes, Contra Celso, Daniel Ruiz Bueno (trad.), Madrid, B.A.C., 2001, p. 258.

Constantino y Teodosio Emperadores romanos del siglo IV d. C. Año 313 d. C.: Constantino decreta, con el edicto de Milán, la libertad de culto en todo el Imperio. Año 325: se fija el credo cristiano en el primer concilio de Nicea. Año 380: Teodosio, con el edicto de Tesalónica, convierte al cristianismo en la religión del Imperio.

Judeofobia económica Emerge en los siglos XII y XIII con la constitución de los reinos cristianos de occidente y tiene que ver con la utilización que el monarca cristiano hace del judío frente a los miembros de su propia nobleza, cuyo poder conjunto siente como amenaza. En la medida en que está diferenciado y en cierto modo excluido, el judío es incorporado al Estado y promocionado dentro del mismo, generalmente en tareas fiscales.

Yitzhak Baer Historiador germano-israelí (1888-1980) “El judío de la Diáspora pasó a ser un intermediario en lo material y en lo espiritual. En la Europa cristiana acabó por hacerse prestamista profesional. Se convirtió en el sirviente leal de los señores feudales, en el banquero, el recaudador de impuestos y el médico del rey”. Yitzhak Baer, Historia de los judíos en la España cristiana, José Luis Lacave (trad.), Barcelona, Riopiedras, 1998, p. 26. Sobre todo la función recaudatoria sirvió para alimentar el tópico del judío usurero.

Perpetuos “extraños” Respecto al papel desempeñado por los judíos en la España musulmana, Yitzhak Baer dice lo siguiente: “un tirano o un rey, gobernante absoluto sobre una población hostil, solía atraerlos (eran los perpetuos “extraños”), pues encontraba en ellos apoyo fiel para asegurar su régimen”. I. Baer, op. cit., p. 30. El historiador analiza los casos de Alfonso X el Sabio y Jaime I el Conquistador, la ambivalencia de sus actitudes frente a los judíos.

Los Reyes Católicos “Los judíos y los conversos de sentimientos judíos estaban dispuestos a apoyar una monarquía fuerte que impusiera el orden y la confianza en el país, sin importarles a priori las consecuencias religiosas que pudieran derivarse de ello en el futuro. Don Fernando y Doña Isabel recibían con gozo cualquier ayuda, y en relación con las guerras entre cristianos viejos y cristianos nuevos decidían en cada caso según el interés político. Sólo después de haber visto fortalecida su posición, adoptaron respecto a los conversos una postura definida, la actitud político-eclesiástica de perseguirlos.” I. Baer, op. cit., p. 748.

Judeofobia política Surge con la Modernidad, que culmina con la constitución de los Estados-nación y el mito de la forja completiva del cuerpo político. En el caso del pueblo judío, que vive en la Diáspora, aunque muchos de ellos están completamente asimilados, este mito se llama “sionismo” y tiene a Theodor Herzl (1860-1904) como su máximo representante. Ahora los judíos son la nación sin Estado, una nación dentro de otra, y son definidos como una amenaza para las identidades europeas, que tienen representación estatal, como un peligro para la integridad de los entes políticos con territorio en Europa.

Dreyfus y Klemperer La judeofobia política se revela en el caso Dreyfus (1894) y es la que analiza el filólogo Klemperer en su libro (LTI. La lengua del Tercer Reich, Adan Kovacsics [trad.], Barcelona, Minúscula, 2002): rechazo sin contenido económico ni religioso (judeo-capitalista, judeo-bolchevique; judeo-cristiano, judeo-ateo) e hipertrofia adjetival (jüdisch) en detrimento del sustantivo (Jude). Tal judeofobia termina identificando al judío con una bacteria patógena (y parasitaria) que arruina todo impulso vital.

El “problema” judío La naturaleza de la judeofobia es plural, pero siempre supone la identificación del judío con el mal. Un mal que debe ser corregido, tratado. La judeofobia religiosa propugna como cura la conversión. La judeofobia económica termina viendo el remedio en la expulsión. La judeofobia política termina asumiendo como medicina la destrucción. Y las tres imágenes negativas del judío, como bacteria patógena, usurero y deicida, están presentes en la actual judeofobia.

Condición necesaria pero no suficiente Siendo prácticamente una constante histórica, debemos concluir que la judeofobia no puede por sí sola explicar la Shoá. Para explicar la Shoá es necesario explicar también por qué un Estado moderno y garantista termina convirtiéndose en un agente de destrucción masiva de hombres de su propia población.

Gracias por su atención Fin Gracias por su atención