“Estar ocupado...” Miguel-A. Dedicado a Joaco P., (letrado inactivo por la ataxia, de Madrid).

A mí, quienes dicen no tener nunca tiempo, siempre me han resultado sospechosos de esconderse detrás de la nada. No es lo mismo estar ocupado permanentemente, que buscarse el estarlo como excusa. Son dos cosas diferentes, y posiblemente opuestas. Las personas ocupadas de forma permanente suelen ser serviciales, y si no tienen tiempo, lo buscan, aunque sea debajo de las piedras. Por el contrario, quienes se excusan tras el tiempo, es a quienes les suele sobrar. Estos, por lo general, carecen de planificación, y su mayor ocupación es matar el tiempo.

Cuentan de un estudiante gris de abogado que, tras recibir la titulación, con ayuda de su papá, montó un despacho. Un amigo le aconsejó que no diese la impresión de estar parado y deseando recibir clientes. Por el contrario, debía dar a los clientes la impresión de ser un hombre importante, y permanentemente ocupado.

Por ello, el primer día de inauguración del despacho, le dijo a la secretaria: - Mira, Pepi, al primer cliente que venga, le dices que tengo una reunión con otro cliente, y tendrá que esperar 10 minutos. Luego, le conduces a la sala de espera, y le tienes esperando durante exactamente el doble: 20 minutos. Finalmente, le haces pasar a mi despacho, donde yo estaré fingiendo tener una conversación telefónica. Así lo hizo la eficaz Señorita Pepi.

Cuando pasó el cliente al despacho, el abogado tapó el micrófono del teléfono con la mano, señaló un asiento, y dijo: - Por favor, enseguida acabo esta conversación. - Sí... sí... -continuo diciendo por teléfono-. No hay problema... La ley está clara. El artículo 271 dice que el arrendatario no puede ceder el arrendamiento a terceras personas. Sí, claro, aunque sea a su hijo. Tenemos algo similar en jurisprudencia en el caso Me gustaría ver esos documentos. Tráemelos a mi oficina. Calle Velázquez, 86. No, en la misma acera que el Ayuntamiento. Subiendo desde la plaza San Marcos. Si te fuese más fácil, el miércoles estaré en la Audiencia Nacional de diez a doce. Pregunta por el Señor Márquez Arrate.

El cliente acabó de revisar todos los objetos del despacho, se cansó de estar sentado, y se dirigió a mirar por la ventana. - Oye -continuó el abogado con el teléfono ya en plan de despedida-, que tengo que dejarte... Tengo un cliente esperando aquí mismo en la oficina... Venga, vale, hasta mañana... Adiós... Adiós.

- ¡Uff, qué pesado!. Casi no me suelta. Por fin, hemos acabado -dijo el abogado, en tono de disculpas, al cliente-. ¡Bien, cuénteme su caso!. - Mire, soy un trabajador de Telefónica, y la Compañía me ha enviado aquí para conectar su teléfono a la línea.