Te hablo, mi Dios, con el lenguaje pobre de mi voz balbuciente, insegura, pero humana; y aunque sé que me respondes con tu silencio, abrumador, intrigante,

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En medio de la soledad y la aflicción (v En medio de la soledad y la aflicción (v. 16), el salmista apela confiadamente a la misericordia divina (v.
En contraposición con el optimismo nacional del Salmo 121, esta ardiente súplica refleja la opresión en que se encontraban los israelitas a su vuelta.
Ante la amenaza de un peligro mortal, el salmista suplica al Señor que responda favorablemente a sus ruegos, librándolo de la muerte (vs. 1-3). No.
Este salmo es un mezcla se súplica individual y también de salmos sapienciales En la primera parte, el salmista expresa totalmente su confianza en.
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PARROQUIA S. JOSÉ DE PUMARÍN OVIEDO Regina PASCUA.
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Se inicia otra presentación de su colección en: V itanoblepowerpoints.wordpress.com.
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IV Domingo de Pascua. Ven a la fiesta es el momento de rezar y de cantar hoy celebramos que en nuestras vidas Dios viviendo siempre está. (Bis) Ven a.
Transcripción de la presentación:

Te hablo, mi Dios, con el lenguaje pobre de mi voz balbuciente, insegura, pero humana; y aunque sé que me respondes con tu silencio, abrumador, intrigante, sigo ahondando en mi fe desde la cruel afonía de mi alma, de indigencia manifiesta, y en amor tantas veces claudicada.

Desorientado y abrumado como estoy, cierro mis ojos y juntar intento tu silencio con mi voz en la estructura frágil de mi ser, por si yo mismo me logro entender.

Si alzo altivo la mirada, una vez sobreseída la tibia ingenuidad de la inocencia, contemplo, aunque a veces me empeñe en no querer ver, tus galaxias, tu mundo universo, ebrio de vida y de luz, y me estremezco ante tanta insondable belleza pletórica de sonidos refulgentes que golpean mi ser.

Dos lágrimas han rodado a escondidas de mis ojos, lo confieso, cansados de mirar sin ver, -porque no miraba, es evidente, para ver-, al contemplar en el espejo enigmático de la fe tu sonrisa de Padre que me envuelve en la tierna caricia de tu Ser.

No pretendo ocultar mi miedo, tan humano, -ni tengo por qué- pero esta misma fe me dice que es tu cayado seguro y firme quien me guía y acompaña para seguir caminando como un mortal peregrino, descalzo, y a pie, mi camino, hasta rendir mi parte de vida, firme como un soldado, ante ti.

Ahora, que desde la fe veo con mucha más claridad, creo en tu silencio, que es Verbo, Palabra, que estalla y esparce la vida por todo el mundo universo. Sé que me amas, Señor, -es lo único que sé-, y sé que aposentas en mí tu presencia, que envuelve de arriba-abajo mi ser.

Por eso, y por mucho más, déjame, mi Dios, rezar, y con cariño filial mi plegaria humilde a tus pies silabear: ¡Gracias, mil gracias, Padre Dios, por tu infinita Bondad!

Te hablo, mi Dios, con el lenguaje pobre de mi voz balbuciente, insegura, pero humana; y aunque sé que me respondes con tu silencio, abrumador, intrigante, sigo ahondando en mi fe desde la cruel afonía de mi alma, de indigencia manifiesta, y en amor tantas veces claudicada. Desorientado y abrumado como estoy, cierro mis ojos y juntar intento tu silencio con mi voz en la estructura frágil de mi ser, por si yo mismo me logro entender. Si alzo altivo la mirada, una vez sobreseída la tibia ingenuidad de la inocencia, contemplo, aunque a veces me empeñe en no querer ver, tus galaxias, tu mundo universo, ebrio de vida y de luz, y me estremezco ante tanta insondable belleza pletórica de sonidos refulgentes que golpean mi ser. Dos lágrimas han rodado a escondidas de mis ojos, lo confieso, cansados de mirar sin ver, -porque no miraba, es evidente, para ver-, al contemplar en el espejo enigmático de la fe tu sonrisa de Padre que me envuelve en la tierna caricia de tu Ser. No pretendo ocultar mi miedo, tan humano, -ni tengo por qué- pero esta misma fe me dice que es tu cayado seguro y firme quien me guía y acompaña para seguir caminando como un mortal peregrino, descalzo, y a pie, mi camino, hasta rendir mi parte de vida, firme como un soldado, ante ti. Ahora, que desde la fe veo con mucha más claridad, creo en tu silencio, que es Verbo, Palabra, que estalla y esparce la vida por todo el mundo universo. Sé que me amas, Señor, -es lo único que sé-, y sé que aposentas en mí tu presencia, que envuelve de arriba-abajo mi ser. Por eso, y por mucho más, déjame, mi Dios, rezar, y con cariño filial mi plegaria humilde a tus pies silabear: ¡Gracias, mil gracias, Padre Dios, por tu infinita Bondad! Juan Manuel del Río