Grupo de 4º C: Gino Morales Ismael Molina Ronaldo Cabrera I.E.S. Gran Tarajal

Ernestina de Champourcín nació en Vitoria el 10 de julio de 1905 y falleció en Madrid en marzo de Fue una poetisa de la generación del 27.

En Madrid es donde estudi ó Bachillerato. A través de su familia recibió una educación esmerada, también aprendió el inglés y el francés, que más adelante le sería muy valioso.

En 1936 estalló la Guerra Civil. El día 6 de noviembre de ese mismo año, Juan José y Ernestina se casaron civilmente. Debido a que Juan José había sido secretario político de Azaña, el matrimonio se vio obligado a abandonar Madrid.

Podr í a calificarse a Ernestina de Champourc í n como feminista. Vivió una constante preocupaci ó n para que se reconociera el valor de la mujer en el mundo cultural e intelectual. Es por ello por lo que su labor a favor del feminismo, as í entendido, fue constante desde muy joven y hasta el final de sus fuerzas.

El archivo personal de Ernestina de Champourcin se encuentra en el Archivo General de la Universidad de Navarra y es de acceso libre.

Al final de la tarde Amor de cada instante... Carta al vac í o Cuando llegue la noche Est á s La voz del viento Primavera Ser é tuya sin ti el d í a que los sue ñ os... Tres palabras... T ú no sabes a ú n Voy a arraigar en t i...

Y estás: en el vacío y en la ausencia presente, en la que es y vive sin dejar de ser única oquedad invisible con raíces eternas. No hay mundo que la llene pero sí algo vivo que la besa y la calma.

Todos van, todos saben… sólo yo no sé nada. Sólo yo me he quedado abstraída y lejana, soñando realidades, recogiendo distancias. Cada pájaro sabe qué sombra da su rama, cada huella conoce el pie que la señala. No hay sendero sin pasos ni jazmines sin tapia… ¡Sólo yo me he quedado en la brisa enredada! Sólo yo me he perdido en un vuelo sin alas por poblar soledades que en el cielo lloraban. Sólo yo no alcancé lo que todos alcanzan por mecer un lucero a quien nadie besaba.

Cuando venga la noche quiero habértelo dicho; quiero haberlo gritado a través de la tierra. Hay cosas que no pueden callarse para siempre y júbilos secretos que deshacen un día los más íntimos nudos. Cuando venga la noche quiero haberlo cantado para que todos sepan y todos me pregunten. Silencio prodigioso que ahora me florece como un huerto escondido en lo claro del alma. Cuando venga la noche me encontrará dispuesta, pues lo habré dado todo. ¡Qué dulzura entregarse en total holocausto, a sabiendas del grito que nos roba la herida!