Actividades conmemorativas del cincuentenario de la concesión del Premio Nobel a JUAN RAMÓN JIMÉNEZ Departamento de lengua Castellana y Literatura
Arias tristes Poema 15 Juan Ramón Jiménez Bartolomé Delgado Cerrillo
Después de mirar la luna he cerrado mi ventana; fuera se queda la noche con su lumbre verde y blanca.
La noche está clara y triste; en la campiña lejana se dibujan dulcemente las misteriosas montañas;
en el jardín melancólico las veredas son de plata, y en el fondo de la fuente duerme la luna encantada.
¿Quién no sueña entre la noche? He vuelto a abrir mi ventana. Apago mi luz: el cielo súbitamente se aclara.
Y por mi cuarto, en la sombra vagamente plateada, mi cuerpo negro pasea la claridad de mi alma.
Y pienso: mientras yo duermo, la noche suspira y ama, la luna besa las flores, surgen las visiones blancas,
hay fugas de estrellas, dice la brisa dulces palabras, y la virgen de la fuente sale riendo del agua;
lo azul parece que mira; todo asusta; las fragancias son más frescas, los suspiros más amantes, la nostalgia
más divina; siente el cuerpo toda la bruma del alma, y el hilo de nieve y luna de la fuente tiembla y canta.
Y miro la noche: y digo a todos tristes palabras, y en la penumbra fragante ruedan y ruedan mis lágrimas.
Después de mirar la luna he cerrado mi ventana; fuera se queda la noche con su lumbre verde y blanca. La noche está clara y triste; en la campiña lejana se dibujan dulcemente las misteriosas montañas; en el jardín melancólico las veredas son de plata, y en el fondo de la fuente duerme la luna encantada. ¿Quién no sueña entre la noche? He vuelto a abrir mi ventana. Apago mi luz: el cielo súbitamente se aclara. Y por mi cuarto, en la sombra vagamente plateada, mi cuerpo negro pasea la claridad de mi alma. Y pienso: mientras yo duermo, la noche suspira y ama, la luna besa las flores, surgen las visiones blancas, hay fugas de estrellas, dice la brisa dulces palabras, y la virgen de la fuente sale riendo del agua; lo azul parece que mira; todo asusta; las fragancias son más frescas, los suspiros más amantes, la nostalgia más divina; siente el cuerpo toda la bruma del alma, y el hilo de nieve y luna de la fuente tiembla y canta. Y miro la noche: y digo a todos tristes palabras, y en la penumbra fragante ruedan y ruedan mis lágrimas.