Los que se acercan con fe a Cristo, fuente de agua viva, verán saciada su sed existencial.
Cada vez que se envía un cohete a un nuevo límite del espacio no falta quién opine: ahora sí vamos a poder conocer el origen del ser humano. Mientras andemos buscando el origen del ser humano se seguirá buscando las bases para un por qué, cómo y para qué de nuestra existencia.
Se ira planeando y viviendo una vida a la medida de gustos y preferencias puramente humanas.
Algunas veces se llega a los límites de considerarnos hacedores (creadores) de nuestro propio mundo (pensamiento infundido en los niños bajo una enseñanza laicista.)
El ser humano que hace y que destruye su destino.
Cuando creemos en Cristo, tenemos base para confiar y afrontar la vida con valor y alegría.
Libres de nuestra pequeñeces que nos limitan y destruyen.
Con Cristo podremos sonreírle a la vida desde niños y hasta la edad adulta.
Esa es el agua que da Cristo, el agua que impulsa nuestra vida.
Jesús, ¡Danos esa agua!