Entre los lugares santos venerados de la antigüedad por los cristianos, los más honrados y visitados, ha sido la parte de la colina del Vaticano que se llamó: “La Confesión de San Pedro”.
Cristianos de todas partes del mundo se reunieron allí, como a la roca de la fe y fundamento de la Iglesia, y honrado con la mayor reverencia y la piedad del lugar sagrado, por el sepulcro del Príncipe de los Apóstoles.
Su conmemoración se quiere significar, la fraternidad de los apóstoles y la unidad de la Iglesia.
Las dos basílicas se terminaron en el siglo IV y fueron consagradas por primera vez bajo el pontificado de Silvestre el 18 de noviembre de 329. Se erigió en ella un altar de piedra que ungió con el crisma, y decretó que en adelante todos los altares deben ser de piedra (o que contengan una "piedra del altar.")
Las dos basílicas, desde su fundación original, han sufrido la destrucción y las han reconstruido.
Pedro es la piedra fundamental; Pablo, el arquitecto del templo donde se encuentra el altar por el cual Dios se propicia. Los dos juntos de una fuente única, que vierte sus aguas curativas y refrescante.
Oración San Pedro y San Pablo, unidos por un martirio de amor, en la fe comprometidos, llevadnos hasta el Señor.
El Señor te dijo: "Simón, tú eres Piedra, sobre este cimiento fundaré mi Iglesia: la roca perenne, la nave ligera. No podrá el infierno jamás contra ella. Te daré las llaves para abrir la puerta." Vicario de Cristo, timón de la Iglesia.
Pablo, tu palabra, como una saeta, llevó el Evangelio por toda la tierra. Doctor de la gente, vas sembrando Iglesias; leemos tus cartas en las asambleas, y siempre de Cristo nos hablas en ellas; la cruz es tu gloria, tu vida y tu ciencia.
San Pedro y San Pablo, columnas señeras, testigos de Cristo y de sus promesas. San Pedro y San Pablo: en la Roma eterna quedasteis sembrados cual trigo en la tierra; sobre los sepulcros, espigas, cosechas, con riego de sangre plantasteis la Iglesia.
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