Meditación para la mujer Por: Noris Capín ©Copyright 2006 “El Señor es mi Pastor; nada me falta. Me hace descansar en verdes pastos, me guía a arrollos de tranquilas aguas, me da nuevas fuerzas y me lleva por caminos rectos, haciendo honor a Su Nombre.” Salmo 23:1-3
Dicen que quedarse dormida en la plenitud del día, se desconecta el ardor de vivir mirando al sol y disfrutar el color del cielo. No te quedes dormida, sal de tu lecho y abre la ventana, para que puedas respirar el aire puro de la mañana... ¡Despierta!
No retrocedas. Sí regresas al punto de partida, no podrás ser partícipe de la novedad del momento. Sal a la calle, abraza la brisa y disfruta a la par del viento. Ten en cuenta, la similitud de todo lo que te rodea y renueva la esperanza, al compás del bullicio del día. ¡Camina!
Mira a tu alrededor. Inicia una sonrisa, para aquel que está aflijido. Quitáte la máscara que cubre la alegría, y sé tu misma entusiasta candidata, de la amabilidad y la cortesía. Aprende a ser compasiva y goza el poder regalar una sonrisa. ¡Sonríe!
Investiga... busca. No te niegues a ti misma, el poder afianzar el arte de mejorar tu vida. Recuerda en todo momento, que la persona que no busca, verdaderamente; no encuentra. La esencia de tu propio ser se extravía, si en medio del disturbio; no encuentras tu compañía. ¡Indaga!
Mira a tu alrededor y detalla en tu mente, la belleza que se extiende ante tus ojos. ¡Aprecia! Agradece el tiempo que te regala Dios. Aprecia los pequeños detalles, que estimulan tu corazón.
Dona lo mejor de ti misma y notarás, que siempre va haber alguien te brinda algo en retorno; algo mejor. Ama y respónsabilizate en dar más, de lo que recibes. Te sentirás muy bien, porque estás activando el amor en grandes cantidades. ¡Entrega!
Comparte con otras personas; haz de una simple conversación, un momento agradable. Reparte alegría; genera un hálago y revisa con cautela, la onda ingrata de la hipocrecía. Ante todo, se honesta con tus semejantes y contigo misma. ¡Comparte!
Por eso: Despierta, camina, sonríe, desaliña, aprecia, entrega, escucha y comparte. ¡De repente me parece, que mirarás el día de una manera diferente! Cuando despiertes, caminarás, y al ver el día, sonreirás. Indaga y encontrarás. Aprecia y compartirás. Entonces, escucha la sonora melodía, que te recuerda que tu vida, es un obsequio de Dios Todopoderoso.
“Señor, muéstrame tus caminos; guíame por tus senderos; guíame, encaminame en tu verdad, pues tú eres mi Dios y salvador. ¡En ti confío a todas horas.!” Salmo 25:4-5
Noris Capín Escritora y promotora de la dignidad de la mujer. Libro de reflexiones para la mujer, basado en la Palabra de Dios.