A las víctimas del Holocausto
Le dijeron que ya era primavera y el prisionero sonrió, le dijeron que ya los campos florecían y él asintió, le dijeron que si aún soñaba..., y de emoción lloró.
No vio que de pronto el cielo se oscureció, y aguanieve sobre los campos de concentración suavemente cayó.
Entrecerró, casi de repente, los ojos, y en el cielo una luz vislumbró. Se fue apagando, poco a poco, sin rencor, y sin saber que en el álbum oculto de sus Sueños un Poema sin terminar quedó. En grafía martirial escrito, decía: “En cada Primavera mis Sueños florecerán”. Y así, en silencio, al cielo se fue y en Dios floreció. J u a n M a n u e l d e l R í o