En el convento había una monjita muy ordinaria, terriblemente ordinaria... Siempre que estaba conversando con sus compañeras, de cualquier cosa, decía malas palabras o groserías de las más terribles.
Las demás monjitas estaban cansadas de ella y de sus groserías. En una conversación que tuvieron sin ella, llegaron a un acuerdo: cuando su compañera empezara con las palabrotas, todas se apartarían de la mesa y la dejarían sola.
Se dio la ocasión que estaban conversando sobre la guerra y sus consecuencias. Una de las monjitas dijo: “Si yo pudiera, mandaría un camión lleno de alimentos para toda esa pobre gente”. Otra monjita dijo: “Si yo pudiera, mandaría un camión lleno de medicinas para los enfermos y heridos”.
Y dice la monjita ordinaria: “Si yo pudiera mandaría un camión lleno de putas para los pobres soldados…” Acto seguido y estupefactas por la frase, al unísono se levantaron todas las monjas, tal como acordaron y se dirigieron a la puerta. Entonces, la monjita ordinaria les gritó: ¡“Espérense viciosas, que aún no he contratado el camión” !
“La risa es la mejor medicina para el cuerpo y para el alma.” Hoy es miércoles, 15 de junio de :02:18 p.m. “El Mejor Día de tu Vida” ¡¡¡Disfrútalo!!!