Un cuento, no cuentes, ni lo midas Antes del vuelo es necesario nadar, arrastrarse, dar los pasos caminar con holgura, correr luego y por fin el trampolín -el uno mismo- a toda ala hacia tu espacio. Idea que viene desde lejos ese lugar al lado de las sombras dónde el sol persigna hasta los sueños de un dios en minúsculas mayúsculas. Por tus ojos, puse la mirada en retaguardia y morí, como mueren las almohadas soportando los sueños de quién roba los océanos profundos de tu enojo, (infinitos suicidios que me he dado). Para qué alargar la línea de horizonte si todos se parecen al que estaba. Ese inalcanzable a las razones único rendido a mis porfiados. En él disimulé que me marchaba y vos en el asombro, al otro lado. Cuando quise decirte, piedra libre vos ya eras la palmera de la plaza dónde se abrazan dos retoños que ilusiono se parezcan a vos sus colorados. Y ya ven, al poco rato de andar montes su centro me ofrece el bis ingrato elevado a los espejos frente a frente: Ilecara se adueña de los lápices. Ergasto Mientras agosto recupera el tesoro de su invierno.