¡Hola Rey, hola Señor! Eres la esperanza mía. Más cerca ¡Hola Rey, hola Señor! Eres la esperanza mía. Dame fe, dame valor, quiero verte en el gran día.
Sin tardar, ven por mí, que me vence la ansiedad. Si la mies lista está, ¿por qué tardas en llegar?
Sé muy bien que en tu amor a todos quieres salvar. ¡Oh, Señor!, si es por mí, yo te prometo cambiar.
Siempre fuiste tú la sal en el desierto del mar. Nunca tuve otro manjar: pan de vida espiritual.
Sin tardar, ven por mí, que me vence la ansiedad. Si la mies lista está, ¿por qué tardas en llegar?
Sé muy bien que en tu amor a todos quieres salvar. ¡Oh, Señor!, si es por mí, yo te prometo cambiar.
Pero muchas más personas de esto no se alegrarán.
Son los que ahora no te escuchan y no hacen tu voluntad.
Te dirán en aquel día, cuando te vean llegar: ¡Que las peñas y los montes nos sepulten en el mar! ¡’
Será tarde ya, y ya no podrán ocultarse a tu mirar.
Cuando vuelva yo estaré con los brazos extendidos.
Y me regocijaré en el día prometido.
Sin tardar, ven por mí, que me vence la ansiedad. Si la mies lista está, ¿por qué tardas en llegar?
Sé muy bien que en tu amor a todos quieres salvar. ¡Oh, Señor!, si es por mí, yo te prometo cambiar.
Porque sé que tú estás preparándote a volver; más cercano que cuando comenzamos a creer.
Sé que al fin, pronto ya, la trompeta sonará. ¡Oh, Señor!, vuelve ya, que el tiempo acabado está.