Dios se manifiesta al hombre

La Alianza es la muestra de amor más grande de Dios hacia el hombre, porque es Él, que por amor, ha decidido revelarse a los hombres y mostrarles el camino a la vida eterna.

La revelación es algo que ha hecho Dios de manera libre y es una muestra del gran amor que nos tiene. Pudo dejarnos solos, pero esa no fue Su Voluntad. Eligió tomar la iniciativa y mostrarse a nosotros, porque nos ama. Este acto de amor lo hace Dios para que lo conozcamos, lo comprendamos y creamos en Él. Con la revelación de Sí mismo, Dios “recibe e invita al hombre a la comunión con Él” (Dei Verbum, 2)

Y ¿cómo puede responder el hombre a esta invitación de Dios a la comunicación con él y gozar de su compañía?

Con la FE Que ve lo invisible, cree lo increíble y recibe lo imposible

Para la fe es necesaria la gracia de Dios que se adelanta y nos ayuda, junto con el auxilio interior del Espíritu Santo, que mueve el corazón y lo dirige a Dios. Por una parte hace acoger la verdad contenida en la Revelación y, por otra, lleva a una verdadera y profunda coherencia, que debe expresarse en todos los aspectos de una vida según el modelo de la de Cristo.

Dios se ha revelado al hombre comunicándole gradualmente su propio Misterio mediante obras y palabras; lo prepara por etapas para acoger la Revelación sobrenatural que hace de sí mismo y que culminará en la Persona y la misión del Verbo encarnado, Jesucristo.

ADÁN Adán representa a toda la humanidad y es puesto al frente de toda la creación, la cual domina. La ruptura de esta Alianza es una ruptura cósmica, es un deterioro que afecta a todo: a la relación con Dios, con los demás, con la naturaleza y consigo mismo. El pecado de Adán aparta al hombre de Dios y comienza la cadena de las rupturas humanas.

NOÉ Él representa al “pequeño resto” que es siempre fiel al llamado de Dios. Dios con Noé renovó la alianza primitiva que había hecho con Adán y Eva. Noé logró “conmover el corazón de Dios” a través de su santidad y fidelidad. La alianza con Noé es una compromiso de Dios con toda la humanidad, significa un interés de Dios por todo lo que crean los hombres: su cultura, sus invenciones, sus ambiciones legítimas. Dios no es solo el Dios de los creyentes, sino de todos.

Abraham Es el primer personaje histórico con el cual Dios hace una alianza. Es Dios quien se quiere revelar, por primera vez, a una hombre justo, sellando con él una alianza en donde le promete protección a cambio de fidelidad. La alianza definitiva de Dios con Abraham queda sellada por Él cuando lo prueba en su fidelidad, pidiéndole en sacrificio a su hijo Isaac. En silencio y sin oponer ninguna resistencia, aún en medio de la más completa oscuridad, Abraham se fía de Dios y obedece ciegamente.

En el sacrificio de Abraham podemos descubrir un misterio de salvación de Dios para el mundo. La descendencia de Isaac se salva por la aparición de un cordero. Este cordero representa a Cristo que morirá en sacrificio para la salvación del género humano. Dios le pide a Abraham justamente lo que Él va a hacer con su Hijo Jesucristo. Dios no nos exige sacrificios de los que Él no tenga experiencia.

MOISÉS Después de una historia de penalidades y pecados, Dios elige de nuevo a un hombre, a Moisés, como instrumento para la renovación de la Alianza. Esta renovación es interiorizada y profundizada. Con Moisés se constituye Israel como pueblo de Yahvé, antes solo eran un grupo. Se les da una Ley y tienen unos sacerdotes. Yahvé le promete su protección y darles una Tierra.

La Alianza que comenzó con Abraham culmina en Jesucristo La Alianza que comenzó con Abraham culmina en Jesucristo. Gracias a su obediencia hemos sido salvados y ha quedado restaurada la alianza de Dios con los hombres. En la cruz Jesús destierra definitivamente el poderío de Satanás y reina atrayendo hacia sí todos los hombres. Mediante la ofrenda de su propia vida ha establecido una alianza mejor, que conlleva la remisión de los pecados y el don del Espíritu. Ya no tenemos una Ley escrita por fuera que hay que intentar cumplir, sino una ley inscrita en nuestros corazones.

Adviento no significa “espera”, sino que es la traducción de la palabra griega “parusía”, que significa “presencia”, o mejor dicho, “llegada”, hemos visto que Jesús está ya presente, de una manera oculta, “y somos nosotros, los creyentes, quienes, por su voluntad, hemos de hacerlo presente en el mundo. Es por medio de nuestra fe, esperanza y amor como Él quiere hacer brillar la luz continuamente en la noche del mundo. De modo que las luces que encendamos en las noches oscuras de este invierno serán a la vez consuelo y advertencia: certeza consoladora de que ‘la luz del mundo’ se ha encendido ya en la noche oscura de Belén y ha cambiado la noche del pecado humano en la noche santa del perdón divino.