SEPTIEMBRE 5 Lucas 14,25-33
Espíritu de amor y de gracia. Ven a nuestros corazones, enséñanos a abrirnos a la Palabra de Dios. Has que la acojamos en nuestro corazón y que con alegría nos esforcemos por ponerla en práctica.
Una gran cantidad de gente caminaba con Jesús. De pronto, el se volvió y les dijo: Si alguno de ustedes quiere ser mi discípulo, tendrá que amarme más que a su padre o a su madre, a sus hermanos y hermanas. Ustedes no pueden seguirme, a menos que me amen más que a su propia vida Si ustedes no están dispuestos a morir en una cruz, y a hacer lo que yo les diga no pueden ser mis discípulos
Si alguno de ustedes quiere construir una torre, ¿qué es lo primero que hace? Pues se sienta a pensar cuánto va a costarle, para ver si tiene suficiente dinero, para evitar que la gente se burle de él si empieza y no puede terminar.
¿Qué hace un rey que solo tiene diez mil soldados, para defenderse de otro rey que lo va a atacar con veinte mil? Primero tendrá que ver si puede ganar la batalla o si no, aprovecha que el otro rey está todavía lejos y manda mensajeros a pedir la paz.
PREGUNTÉMONOS ¿Cómo sé que estoy dispuesto/a a tomar la cruz de Jesús y seguirlo? ¿Qué hago diariamente para calcular y pensar en mi forma de actuar y en las consecuencias que de esto se pueden dar? ¿Cómo definiría mi amor a Jesús? ¿Es fuerte o es débil?
OREMOS JUNTOS Jesús: Tú nos indicas mil maneras como podemos llegar a ser cada vez más tus discípulos. Nos dices que debemos amarte mucho más que a nuestra familia y como si fuera poco nos dices que debemos, como tú, estar dispuestos a morir en cruz. Ayúdanos a comprender que contigo las cosas son serias pero a la vez nos dan mucha felicidad. Que debemos detenernos unos instantes para saber cómo debemos actuar de la mejor manera para parecernos a ti.
Te invitamos a que respondas a la siguiente pregunta y si quieres nos la envías a Te contestaremos. ¿Qué quiere decir, para tí, para tu vida concreta, ser discípulo de Jesús?