¡Oh, amor de Dios!, tu inmensidad el hombre no podrá contar.
Ni comprender la gran verdad; que Dios al hombre pudo amar.
Cuando el pecar entró al hogar de Adán y Eva en Edén;
Dios los sacó, mas prometió un Salvador, también.
¡Oh, amor de Dios!, brotando estás, inmensurable, eternal.
Por las edades durarás, inagotable raudal.
Si fuera tinta todo el mar, y todo el cielo un gran papel,
y todo hombre un escritor, y cada hoja un pincel,
para expresar su gran amor, no bastarían jamás.
Él me salvó, y me lavó, y me da el cielo además.
¡Oh, amor de Dios!, brotando estás, inmensurable, eternal.
Por las edades durarás, inagotable raudal.
Yo sé que el mundo pasará, con cada trama y plan carnal,
con cada trono mundanal. y todo reino caerá, con cada trono mundanal.
Pero el amor del Redentor por siempre durará;
la gran canción de salvación su pueblo entonará.
¡Oh, amor de Dios!, brotando estás, inmensurable, eternal.
Por las edades durarás, inagotable raudal.