Los ahorros de la abuela
Una anciana de 88 años creyéndose morir, llama a su esposo, de 90 años, al dormitorio y le dice: - Viejo, viejo, me estoy muriendo. - No seas tonta, mi amor -responde el anciano cariñosamente-. Es un mal pasajero. No lo des importancia. - No, esta vez es serio. Y no quiero irme sin entregarte algo -dice la anciana-. Por favor, abre el ropero y saca una caja de madera que está oculta debajo de la ropa de verano.
El esposo cumple con lo indicado, y localiza la caja. - Ábrela -pide su esposa con un hilo de voz. El anciano así lo hace y encuentra dentro de la caja tres huevos y dólares. - Mi amor, ¿qué son estos tres huevos? -pregunta entre alborozado y extrañado.
- No quiero irme sin contarte un secreto -responde la anciana-. Cada huevo representa las veces que quedé insatisfecha en nuestras relaciones sexuales. - ¡Qué bueno, che! -comenta, satisfecho y orgulloso, el anciano-. Sólo tres veces en casi 60 años de matrimonio. ¿Y estos dólares?.
La anciana toma dulcemente la mano de su esposo y, con un suspiro, confiesa: - Cada vez que juntaba una docena de huevos los vendía.