Don Quijote de la Mancha Capítulo XXV, XXI y XLIV. LITERATURA CASTELLANA. Judith Suárez Torres

CAPÍTULO XXV. Mientras Quijote y Sancho se dirigían hacia las montañas en busca de otra aventura más, iban manteniendo una larga conversación o “disputa”. Sancho le replicaba que estaba harto de tantas aventuras llenas de locura y que estaba deseando volver con su familia a lo que Don Quijote le pedía silencio y para convencerlo más le recuerda el trato que tenían. Ya en lo alto de una montaña Quijote decide hacer su penitencia, algo desmesurada y fuera de lugar por lo que Sancho se queda sorprendido pero más sorprendido aún se queda al saber quién es en realidad la famosa Dulcinea del Toboso, Sancho apenas podía aguantarse la risa, pero aun así escribió una carta que Quijote recitó para su querida amada Dulcinea. Finalmente Sancho se marcha para cumplir con lo que Quijote le había pedido, llevar la carta a Dulcinea o al menos así lo cree él.

CAPÍTULO XXXI. En poco tiempo Sancho regresa junto con su caballero, él ansioso le pregunta por la respuesta de Dulcinea a lo que Sancho se inventa una larga historia sobre su visita en la que no deja en muy bien lugar a Dulcinea ya que entre otras cosas comenta que no tiene un olor muy bueno, Quijote no cree las palabras de Sancho y queda contento por haber hecho llegar la carta a su amada, ya que Sancho también le dice que Dulcinea le comentó que no sabe leer pero que solo con saber de el se queda contenta. A continuación Quijote insiste en que quiere visitar a Dulcinea sin antes haber cumplido su trato con la princesa Micomicona y conseguir el reino, pero Sancho con sus refranes lo acaba convenciendo para continuar su viaje. Y finalmente esta capitulo acaba con Quijote y Sancho, por el camino se reencuentran con un hombre del que Quijote días antes había librado de su amo, el hombre llamado Andrés maldice todas las ayudas de don Quijote, que según el ningún bien le hicieron.

CAPÍTULO XLIV. Don Quijote y Sancho se encuentran en una venta cuando la ventera y la hija del ventero piden ayuda a Quijote ya que unos huéspedes que se habían alojado en la venta y habían intentado irse sin pagar se estaban ensanchando a palos con el ventero al ser pillados. Don Quijote no quiso ayudarles porque según sus palabras no podía entrometerse en otra aventura que no fuese el trato con la princesa Micomicona, pero al ver al ventero en apuros sí que mando a Sancho como tal escudero a defender su honor. El capítulo cambia totalmente cuando aparece en la venta el barbero al que Quijote había robado el yelmo. Directamente el barbero reconoce a Sancho y comienza a reclamar de mala manera sus pertenencias a lo que Sancho le responde con un golpe que le hace sangrar. Todos en la venta están enterados del suceso i don Quijote orgulloso de su escudero entra en acción para aclarar que el yelmo y no bacía, se la había arrebatado en plena guerra honrada y no había sido un robo a escondidas como tal decía.