REQUIEM POR UN CAMPESINO ESPA Ñ OL RAMÓN J. SENDER.

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Transcripción de la presentación:

REQUIEM POR UN CAMPESINO ESPA Ñ OL RAMÓN J. SENDER

INTRODUCCI Ó N. R é quiem por un campesino espa ñ ol fue escrito en Alburquerque en Ram ó n Jos é Sender Garc é s, - novelista espa ñ ol nacido en Alcolea de Cinca (Huesca), en lo destinaba a formar parte de un volumen de "short stories", sobre la guerra civil espa ñ ola, planeado por los profesores Mulvihill y S á nchez de Madison, en el que se incluir í a tambi é n a Unamuno y a P é rez de Ayala. Este libro no se lleg ó a publicar y R é quiem apareci ó por primera vez en M é xico con el t í tulo "Mos é n Mill á n". En esta obra, el autor nos narra un hecho representativo de un momento de la vida del pa í s, que transcurre desde la ca í da de Alfonso XIII, y la proclamaci ó n de la II Rep ú blica, hasta poco despu é s de iniciarse la Guerra Civil espa ñ ola. Los hechos se desarrollan en un pueblecito aragon é s situado en la raya de L é rida; un pueblo pobre y agr í cola. La acci ó n comienza un momento antes de iniciarse la misa de r é quiem, que Mos é n Mill á n va a pronunciar en memoria del alma de Paco el del Molino, mientras espera a los asistentes. En esos instantes, Mos é n Mill á n reconstruye los hechos; é l lo bautiz ó, lo cas ó, lo vio morir y ahora va a celebrar esta misa de r é quiem por su alma. En este relato, Sender expresa la realidad de un momento de la vida de Espa ñ a, a trav é s de la cual da su visi ó n del mundo y de la historia. Una historia muchas veces vivida por é l, pues incluye elementos autobiogr á ficos -la escena en la que Mos é n Mill á n, acompa ñ ado de Paco, va a dar la extremaunci ó n a un hombre que viv í a en el carasol, hab í a sido vivida por é l a los ocho a ñ os, a la misma edad que Paco el del molino, su personaje-. Fue é ste tambi é n el principio de su preocupaci ó n social, como le ocurre a Paco el del molino. La Guerra Civil ( ) sorprendi ó a Ram ó n J. Sender en San Rafael, desde donde consigui ó trasladarse a la zona republicana. Terminada la contienda se exilia a Francia y luego a M é xico, donde residi ó hasta 1942, fecha en que se traslada a Estados Unidos, adoptando, en 1946, la nacionalidad norteamericana. Sender perdi ó a su esposa y a un hermano, quienes fueron fusilados en la zona nacional, tal vez de la misma manera como narra los asesinatos acaecidos en esta peque ñ a obra maestra. El autor puso en su R é quiem la objetividad y esencialidad necesarias para conseguir una obra de perfecta sobriedad y de una sencillez no por ello menos profunda y estremecedora, a la vez que intensa y conmovedora, que encaja dentro de la novela corta de intenci ó n social y realismo, no falto de calor humano y de sensibilidad.

RESUMEN. Mos é n Mill á n se dispone a ofrecer una misa de r é quiem en recuerdo del alma de un joven, Paco el del molino (lo llamaban as í porque su familia pose í a un viejo molino, que ya no mol í a, usado para almacenar grano), al que quiso como a un hijo. De esta manera Mos é n Mill á n quiere subsanar, simb ó licamente, el irreparable da ñ o que caus ó a Paco cuando, tratando de demostrarse a s í mismo su honestidad y entereza, prometi ó al joven, refugiado en el monte los primeros d í as del levantamiento, la protecci ó n de la ley si abandonaba su escondite, revelado despu é s por é l a los falangistas, a cambio de un juicio justo para Paco. El sacerdote y su feligr é s fueron enga ñ ados, las promesas no se cumplieron y la acci ó n de Mos é n Mill á n no sirvi ó sino para entregarlo a sus ejecutores. Paco fue asesinado en el camposanto, junto con otros dos campesinos. Un a ñ o despu é s de su muerte, Mos é n Mill á n, mientras aguardaba a los asistentes a la misa, reconstru í a los hechos que hab í an conducido a Paco a ese tr á gico final: El templo a ú n estaba vac í o, las campanas llamaban al pueblo para la misa de r é quiem. Mos é n Mill á n preguntaba de cuando en cuando al monaguillo si hab í a llegado alguien, el monaguillo iba y ven í a de la sacrist í a al presbiterio pensando en Paco y canturreando un romance que la gente sac ó despu é s de su muerte; é l se sab í a algunos trozos. Poco a poco van acudiendo los ricos del lugar: Don Valeriano, Don Gumersindo, los cuales hab í an tenido mucho que ver con la muerte de Paco, y el Se ñ or C á stulo, de cuyos sentimientos nadie pod í a estar seguro. Los tres hab í an querido pagar la misa, pero Mos é n Mill á n se neg ó a aceptar ese ofrecimiento. Tras esto, el silencio volv í a a la sacrist í a y Mos é n Mill á n, que hac í a que rezaba para no ser molestado, recordaba momentos de la vida de Paco, con quien estuvo tan unido. Paco fue bautizado por Mos é n Mill á n y, de ni ñ o, particip ó en las actividades del calendario cristiano como monaguillo. Cuando Paco ten í a ocho a ñ os, fue con Mos é n Mill á n a casa de un moribundo, que habitaba en una cueva en el carasol, a darle la extremaunci ó n. El carasol era un lugar de las afueras del pueblo, donde la gente viv í a en cuevas abiertas en la base de una cortina de rocas, que daban al mediod í a; era un lugar caliente en invierno y fresco en verano; all í iban las mujeres m á s pobres y cos í an y charlaban de lo que suced í a. Aquel hombre en medio de la mayor miseria impresion ó a Paco. Al salir, Paco formul ó a Mos é n Mill á n embarazosas preguntas, que é ste no pudo contestar. Esa visita influy ó mucho en el futuro de Paco. Durante d í as se habl ó en el carasol de la piedad de Paco y de la negativa de Mos é n Mill á n a darles ayuda, todo muy exagerado por la Jer ó nima, una vieja solterona, muy supersticiosa y locuaz, que era la alegr í a del carasol por sus bufonadas, juramentos, amenazas, dichos y blasfemias, por lo que no se llevaba muy bien con Mos é n Mill á n. Ya mozo, Paco supo que las cinco aldeas de la regi ó n ten í an que pagar tributo por el uso de unas tierras de pastos, pertenecientes a un duque absentista, cuyo administrador era Don Valeriano, y eso Paco no lo ve í a justo.

RESUMEN. La evoluci ó n pol í tica y social del pa í s estaba cambiando. El zapatero, ni amigo ni enemigo de nadie, lo que seg ú n é l le hac í a neutral, y al que le gustaba hablar mucho y a la ligera -en eso se parec í a enormemente a la Jer ó nima-, repet í a constantemente: "en Madrid pintan bastos", aludiendo a la huida de Alfonso XIII y a la proclamaci ó n de la II Rep ú blica. La boda de Paco coincidi ó con estos hechos, y la suerte quiso que a é ste le hicieran concejal y que, con su sentido de la justicia y caridad, arremetiera contra los pastos del duque, para intentar as í remediar la pobreza del carasol. Los tres ricos, asustados por el curso que tomaban los acontecimientos, abandonaron el pueblo, mientras el resto de las gentes no acertaba a comprender la nueva situaci ó n. Un d í a del mes de junio, la Guardia Civil del pueblo se march ó con ó rdenes de concentrarse en alg ú n lugar, donde acud í an fuerzas de todo el distrito. El pueblo entero sent í a alguna amenaza en el aire. Lleg ó a la aldea un grupo de se ñ oritos falangistas -llamados en el carasol pijaitos- que portaban pistolas. Estos forasteros lo primero que hicieron fue darle una paliza tremenda al zapatero, al que de nada le sirvi ó su neutralidad. Al d í a siguiente aparecieron los cad á veres de varios campesinos en la cuneta de la carretera y los habitantes del pueblo no comprend í an ni entend í an nada; estaban confundidos, no hab í a Guardia Civil que los protegiera. Los forasteros, el centuri ó n y sus hombres, hab í an hecho alcalde a Don Valeriano que, junto con Don Gumersindo, hab í a vuelto hac í a tiempo a la aldea muy seguro de s í mismo. Los del pueblo, al ver a Don Valeriano y al cura juntos con los forasteros, no sab í an qu é pensar. Mos é n Mill á n protest ó por los asesinatos que se hab í an cometido y por no haber podido confesar antes a las v í ctimas. La gente preguntaba por Paco el del molino, pero nadie sab í a nada de é l. Al d í a siguiente, apareci ó muerto el zapatero en la carretera y la gente no comprend í a la raz ó n. D í as despu é s, los forasteros destruyeron el carasol, matando a cuantas viejas pudieron, pues no les conven í a dejar en pie un lugar donde se desataba el apasionado sentir popular por Paco, ya que é ste hab í a querido remediar su pobreza. El centuri ó n y sus hombres buscaban incesantemente a Paco, pero no aparec í a. Fue entonces cuando Mos é n Mill á n fue a ver al padre de Paco para preguntar por é l. Mos é n Mill á n era gran amigo de la familia y, para demostrar su amistad, dio a entender que sab í a d ó nde se encontraba Paco; as í daba a entender que, si sab í a el escondite de Paco y no lo dec í a, é l era una buena persona en la que se pod í a confiar. En un momento de la conversaci ó n, el padre de Paco mencion ó el lugar donde se encontraba su hijo: las Pardinas.

RESUMEN. D í as despu é s, Mos é n Mill á n, para demostrarse a s í mismo su entereza y lealtad a Paco, dijo a Don Valeriano que sab í a d ó nde se encontraba é ste, pero que no lo dir í a. Pronto el centuri ó n se enter ó e intimid ó a Mos é n Mill á n, quien termin ó confesando el paradero de Paco, con la promesa de que ser í a juzgado y, si era culpable, ser í a encarcelado. S ó lo eso. El centuri ó n se lo prometi ó y juntos fueron a convencer a Paco para que se entregase. É ste, ante las garant í as que le daba Mos é n Mill á n, decidi ó entregarse, pero ambos fueron enga ñ ados y Paco fue conducido al Camposanto junto con otros dos campesinos, para ser fusilados. Un momento antes de la ejecuci ó n, el centuri ó n se dio cuenta de que los reos no se hab í an confesado y llam ó a Mos é n Mill á n. El ú ltimo en confesarse fue Paco quien, nervioso ante su muerte, dec í a desesperado: " ¿ Por qu é me matan? ¿ Qu é he hecho yo?" Mos é n Mill á n, impasible, se limit ó a escucharle y administrarle los sacramentos, pero no hizo nada por salvar a Paco. Una vez confesados, los tres reos fueron puestos en el pared ó n. A la primera descarga cayeron los dos campesinos y Paco, malherido, corr í a mientras gritaba enloquecido a Mos é n Mill á n, pidi é ndole ayuda. Dos de los forasteros lo cogieron y lo llevaron otra vez al pared ó n. Se oyeron tres descargas, luego un silencio roto por los susurros de Paco: "Mos é n Mill á n..., Mos é n Mill á n, é l me denunci ó ". Un a ñ o despu é s, Mos é n Mill á n recordaba todo esto cuando en la iglesia, en la que s ó lo estaban Don Valeriano, Don Gumersindo, y el Se ñ or C á stulo, se dispon í a a decir una misa de r é quiem por el alma de Paco el del molino.

TEMAS. la dignidad del hombre. la justicia social. Guerra Civil Espa ñ ola. anticlericalismo la vida del autor.

PERSONAJES Mos é n Mill á n. El sacerdote de la peque ñ a aldea en torno al cual, y a su reconstrucci ó n de los hechos, gira toda la obra, nos es presentado por el autor como un personaje en el que gravita la inercia y la rutina. En Mos é n Mill á n tambi é n hab í a debilidad y pereza; todo lo que é l ped í a, y con lo que se conformaba, era que le permitieran administrar sus sacramentos, porque entend í a que con ello ya hab í an respetado su misi ó n sacerdotal y, en consecuencia, hab í an respetado a la Iglesia. Mos é n Mill á n no estaba de parte de nadie, no ten í a intereses, no quer í a responsabilidades, parec í a, pues, indiferente ante todo, como fuera de lugar. Le bastaba con que le dejaran administrar sus sacramentos, siempre que guardasen las formas. Es é ste un personaje en el que la costumbre pesa mucho; el dogma, el ritual, son elementos de esa inercia, de esa rutina con que se nos presenta. Mos é n Mill á n no supo nunca estar a la altura de las circunstancias y, cuando iban a matar a Paco, se limit ó s ó lo a la rutinaria administraci ó n de la extremaunci ó n a una persona a la que quiso como a un hijo, se limit ó s ó lo a perdonarle sus pecados aqu í en la Tierra, sin oponer resistencia ante el tr á gico fin de Paco. Un a ñ o despu é s de la muerte de Paco, Mos é n Mill á n, como en una simb ó lica reparaci ó n del da ñ o causado, ofrece una misa de r é quiem a Paco. Es como una reacci ó n de la mente atormentada de Mos é n Mill á n ante el tr á gico final de su feligr é s, pero una reacci ó n ya tard í a.

PERSONAJES. Paco "el del molino". Es un personaje marcado por un hecho decisivo en su vida, un suceso que le ocurre a los ocho a ñ os, y que, m á s tarde, ya casado, ser í a la causa de su tr á gico final. Ese acontecimiento, decisivo en su vida, es la visita que hace, acompa ñ ando a Mos é n Mill á n, a la cueva del carasol, con el prop ó sito de administrar la extremaunci ó n. El moribundo, habitante de la cueva, en condiciones inhumanas -sin fuego, sin luz, sin agua-, se mor í a en la pobreza en que naci ó y vivi ó. A la salida, de regreso a casa, Paco formula a Mos é n Mill á n embarazosas preguntas sobre la pobreza de la gente del carasol que é ste no puede responder. Es ese el punto de partida de la preocupaci ó n social de Paco. Esa preocupaci ó n fue lo que llev ó a Paco a poner en pr á ctica sus ideales de justicia, cuando a ñ os m á s tarde fue elegido concejal. La primera acci ó n de Paco para erradicar esa pobreza, fue expropiar los pastos del duque, para ser utilizados por toda la aldea sin necesidad de pagar nada. Fue é sta su primera y ú ltima acci ó n, y la causa de que lo asesinaran. El zapatero. Ni amigo ni enemigo de nadie, lo que le hac í a, seg ú n é l, neutral. Es un personaje al que le gustaba hablar a la ligera, sin querer herir a nadie. Esa ligereza, o inconsistencia en el hablar es lo que le vali ó la muerte a manos de los falangistas. La Jer ó nima. Es una vieja solterona muy supersticiosa y locuaz a quien tambi é n le gustaba hablar a la ligera y que era la alegr í a del carasol por sus bufonadas, juramentos, amenazas, blasfemias y dichos, por los que no se llevaba muy bien con Mos é n Mill á n. Don Valeriano. Administrador del duque, es la persona a quien se enfrent ó Paco cuando quit ó al duque los pastos para beneficio de toda la aldea. Fue é ste el personaje que m á s tuvo que ver con la muerte de Paco. El Se ñ or C á stulo. Es un personaje prudente, que busca siempre el arrimo del que mandaba, y de cuyos sentimientos nadie pod í a estar seguro. Don Gumersindo. Es el tercer rico de la aldea, y tambi é n tuvo mucho que ver con la muerte de Paco. El centuri ó n y sus hombres. Son se ñ oritos de ciudad muy finos y rasurados que eran llamados en el carasol pijaitos. Estos personajes son, adem á s, pistoleros falangistas que llegaron a la aldea poco despu é s de su abandono por la Guardia Civil, despu é s del alzamiento. Ellos eran la nueva autoridad en la aldea.

NARRADOR. Está narrado en tercera persona, pues el autor no participa en la historia. El narrador es omnisciente; sabe lo que piensan y sienten los personajes. Intercala fragmentos de los diálogos de los personajes con la narración de sus pensamientos y su forma de expresarse. El autor se sirve de meterse en los pensamientos de Mosén Millán para contar la historia de Paco y del pueblo, pero aún así está narrado en tercera persona. La intención del narrador es, por una parte, descriptiva, tanto de los paisajes como de las gentes del pueblo; pero, por otra parte, el autor desea marcar vivamente los comportamientos, y sacar partido de ellos, induciendo al lector a pensar que unos tienen un afán egoísta (poder o dinero, como los ricos y los señoritos), otros altruista (justicia y solidaridad, como el caso de Paco y los concejales electos) y otros son la comparsa que acompaña a toda historia, que gozan o sufren según les vienen los tiempos, pero que no participan especialmente en fabricar la suerte colectiva (la Jerónima o el zapatero y, por supuesto, las mujeres del carasol).

ESTRUCTURA La estructura de la obra es cerrada, pues muere Paco "el del molino" y la narraci ó n termina con la misa de r é quiem. No es lineal, se va pasando del presente -Mos é n Mill á n espera en la sacrist í a a que lleguen los asistentes a la misa de r é quiem-, al pasado -Mos é n Mill á n reconstruye toda la historia-, y de ah í otra vez al presente; as í constantemente. Pero ese pasado se va acercando al presente, hasta casi coincidir. Un a ñ o separa el pasado recordado por Mos é n Mill á n del presente. Utiliza la t é cnica del "flash-back". La historia se sit ú a desde principios del siglo XX hasta la Guerra Civil Espa ñ ola. El tiempo de la historia es desde que las campanas empiezan a tocar para la misa por el difunto Paco, y dura hasta que é sta da comienzo. Y el tiempo de la narraci ó n son veinticinco a ñ os, la vida de Paco desde su nacimiento hasta su cruel muerte. El orden del tiempo de la historia no es lineal, hay retrospecci ó n, porque mientras Mos é n Mill á n est á esperando a la gente para que de comienzo el funeral, recuerda la vida de Paco, y la suya alrededor de la de é ste. Con esto, el autor consigue narrar dos historias, la primera es un poco de la vida y los sentimientos del cura mientras espera para empezar los funerales de Paco y, la segunda es la historia de Paco.

ESTRUCTURA. En la duraci ó n del tiempo de la historia hay ralentizaci ó n porque en lo que tardan en repicar las campanas para dar comienzo a la misa, a Mos é n Mill á n le da tiempo a recordar toda la vida de Paco el del Molino. Y en é sta hay aceleraci ó n en varios momentos, en los cuales tambi é n hay elipsis narrativa: pasa r á pido del bautizo a cuando ten í a seis a ñ os, tambi é n lo hace desde que ten í a siete a ñ os a cuando se hace maduro, al igual pasa durante los dos a ñ os que dura el cortejo de la novia, y los seis a ñ os que estuvo Paco casado. El esquema imaginativo del cura sigue a sus intervenciones en la vida de Paco: el bautizo, la confirmaci ó n y cuando fue monaguillo, la comuni ó n, el matrimonio, la confesi ó n final y la extremaunci ó n. Son los sacramentos que recib í an las gentes de los pueblos, y que marcaban los hitos de sus vidas. La historia comienza y acaba igual,es circular, la misa requiem de Paco el molinero. El autor se limita a narrar una historia, un hecho que é l no protagoniza, aunque en esta obra haya reflejados sucesos que fueron realidad en la vida de Ram ó n J. Sender.

ESTILO. El estilo de Sender, que comienza siendo terso y fuerte, casi panfletario, ha ido suaviz á ndose con el transcurso de los a ñ os. Se le encuadra dentro del realismo social de la novela de los escritores de fuera de Espa ñ a. Autor muy conocido por el p ú blico anglosaj ó n, se consagr ó como escritor en Espa ñ a, en 1969, con la concesi ó n del Premio Planeta por su obra "En la vida de Ignacio Morel". En la obra aparece un lenguaje sencillo y claro, con algunas palabras populares como hacer fuineta, echar roncas, y pijaitos. Aunque el lenguaje es sencillo, no le quita a la obra la intensidad y conmovedora profundidad que tiene. El autor inserta varios poemillas populares como "el romance de Paco el del molino" y "las canciones de la boda de Paco".