A Ti que estuviste en el origen del poema
Era sólo un almendro, junto al camino, pero yo me topé de frente con la dicha. Era sólo un puñado frágil de flores luminosas, sin embargo, la sangre se me puso de golpe alborozada. Y yo cerré los ojos para atrapar la miel, para guardar en la retina la imagen del instante, que ya era también de las abejas Al volver a la luz supe que todo era un ensueño… Pero ¿qué importa?, sé también que un día cualquiera de mi vida, el ensueño tendrá su realidad en un recodo íntimo, junto al camino. Y yo seré la savia de ese árbol en cuyas flores, hoy, dieciocho de febrero del dos mil diez, a las seis de la tarde, hundo con gozo la mirada. Y siento una emoción que me desborda y se deshace en llanto. ¿Qué ha ocurrido? No sé, era sólo un almendro junto al camino. Sus flores, vigorosas de luz, derramaban sonrisas de belleza.