JOSÉ ES SU NOMBRE Monjas de St. Benet de Montserrat

José había nacido en la pequeña Belén, como su Hijo Jesús, pero de joven se vino a Nazaret. Entonces en un rincón de la tierra, con apenas 10 o 12 casas. Y aquí Dios le confió la gran misión.

Entre los sencillos que construyen el Reino sin hacer ruido, José y María decidieron mantenerse siempre disponibles a amar “hasta el extremo”. Y a Dios le gustó tanto esta voluntad, que quiso compartir su vida con ellos.

Pero María entonces se marchó hacia las montañas de Ain Karem para ayudar a Elisabet, ya anciana., que también esperaba un hijo, y la necesitaba.

Mientras, en Nazaret, José rezaba agradecido, y arreglaba la casa que debían compartir juntos. Restos de la gruta donde vivió la Sagrada Familia

Cuando María volvió, un edicto de César Augusto cambió sus planes. Debían ir a Belén, la ciudad de José, para empadronarse. El albergue de la pequeña ciudad, estaba completamente lleno. Los animales ocupaban la parte baja, y las personas arriba. En el estado en qué se encontraba María, no era prudente Posada al estilo de las de aquella época

Buscando un rincón donde aposentarse, encontraron una cueva de animales, y se instalaron en ella, humildemente. Notaban que la hora de Dios se acercaba. Allí les nació el Hijo, y la verdadera Luz empezó a brillar en la oscuridad Belén. Gruta del parto

Durante aquél primer 25 de diciembre, en los campos de Belén resonaron voces de ángeles diciendo: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz”. La oyeron los pastores, los pobres, los marginados, los que confían en la fuerza que nos viene de lo Alto. Rebaños de Belén

Para Herodes que dominaba Belén desde su palacio situado en la cima, aquél Niño era un rival. Y decidió su muerte. Unas pequeñas sepulturas de Belén, recuerdan los Inocentes que hizo matar. Restos del Haerodium, palacio de Herodes

Dios puso José sobre aviso, para que partiera hacia Egipto. La hora de Jesús no había llegado. Antes teníamos que compartir su Mesa, sirviéndonos como un esclavo. Egipto

Avisados de la muerte de Herodes, volvieron a Nazaret, donde se hizo realidad “el misterio de un Dios escondido”. ¡Con qué gusto José educaba el Niño, su Dios y Señor! Una gran basílica dedicada a San José, recuerda hoy el lugar donde vivieron los tres. Bautisterio cristiano del sIV en la Basílica de S. José

Como buen judío, a los doce años, Jesús fue llevado a Jerusalén para formar parte del Pueblo que cumple la Ley de Moisés. Atravesando las calles de la ciudad, para marchar, no se dieron cuenta que faltaba el Chico hasta que llegaron en esta fuente (en la actual Ramala).

Buscándolo durante tres días, finalmente fueron al Templo. ¿Estaría allí loando al Dios que se revela a los “pequeños”, no a los sabios y prudentes? ¿Delante la roca de los sacrificios, se ofrecería, tal vez, Él mismo, como nuevo Cordero? Roca de los antiguos sacrificios del Templo de Jerusalén

Volviendo a Nazaret, su vida fue normal, ayudando a María y a José. Embellecer Séforis, ocupó en aquél tiempo todos los artesanos de la zona. Seguramente que José también colaboró, mientras Jesús acudía a la escuela. En Nazaret no había. Mosaico romano de Séforis

Viendo a su padre de la tierra, Jesús aprendió a rezar el “Padre nuestro” que enseñó en este lugar. “Señor, que venga a nosotros Tu reino de bondad, entonces todos tendremos Paz i Pan. Así sea.” Restos de la Basílica del Padrenuestro

Finalmente este abogado de la buena muerte, expiró asistido por Jesús y María. Y en esta tumba, llamada del “Justo”, fue enterrado. Nazaret. Tumba del sI