Cuentos de la alhambra

En un palacio morisco, en el centro de Granada, vivía un rey que tenía tres hijas que el adoraba

Eran tres bellas princesas bendecidas por la gracia, que llenaban de alegría los pasillos de La Alhambra

La primera, noche a noche para su padre bailaba, Su cuerpo se extremecía ejecutando la danza

Con sus velos de colores, y sus múltiples collares Parecía una tormenta atravesando los mares

Tres rosas rojas prendidas en los rizos que caían sobre su rostro, cubriendo la boca que sonreía El misterio de la noche reflejado en la mirada Una espada de oro y plata en su vientre reposaba

Pronto la breve cintura como las alas silvestres se movía caprichosa, como las alas silvestres de una linda mariposa

por las cortinas doradas, Por fin desaparecía por las cortinas doradas, dejando detrás de si la fragancia de su aura

las mas bellas melodías de aquellas tierras lejanas, La segunda le cantaba las mas bellas melodías de aquellas tierras lejanas, con voz de melancolía

la mas hermosa esmerlda La cabellera cubría la desnudéz de su espalda Sobre su frente posada la mas hermosa esmerlda La cabellera cubría la desnudéz de su espalda

Sus manos, blancos claveles suavemente acariciaban las cuerdas de la guitarra mientras ella le cantaba

Inventando mil historias con su voz y su guitarra deleitaba día a día al padre que la escuchaba

Prisionera entre los muros del palacio de La Alhambra La tercera era rebelde, y nunca decía nada Prisionera entre los muros del palacio de La Alhambra

La mas bella de las tres; imposible describirla Daba miedo hasta mirarla por temor a destruírla

del palacio de La Alhambra, y se fué por otros mundos Un día saltó los muros del palacio de La Alhambra, y se fué por otros mundos con sus sueños y esperanzas

regresó triste y vencida al palacio de La Alhambra Pasaron algunos años, y una noche una gitana regresó triste y vencida al palacio de La Alhambra

El padre ya había muerto, y en su agonía la llamaba El reproche hacía eco en la voz de las hermanas

de aquella que le cantaba, y se guardaron los velos, No se volvió a oir la voz de aquella que le cantaba, y se guardaron los velos, las rosas y las espadas

Llena de remordimientos, a Dios entregó su alma la rebelde princesita en el patio de La Alhambra

Diseño de Sandra Martínez-Brito Música “El Sonido del Silencio” Imágenes de la Web Poema “Cuentos de la Alhambra” De Jorge E. Brito

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