Cidad de Santa Fé, estado de Nuevo México, Estados Unidos Cidad de Santa Fé, estado de Nuevo México, Estados Unidos. Allí hay un misterio que tiene más de 130 años y que atrae cerca de 250 mil visitantes por año. Destino: Capilla de Loretto
Lo que hace diferente a ésta capilla de todas las demás es el mítico personaje de un supusto milagro ocurrido en ella y una escalera.
La capilla fué construida a finales del Siglo 19 La capilla fué construida a finales del Siglo 19. Cuando estuvo terminada, las monjas vieron que hacía falta una escalera que les permitiera el acceso al piso superior.
Ellas pasaron 9 días rezando a San José, que era carpintero.
Un desconocido tocó la puerta de la capilla en el último día Un desconocido tocó la puerta de la capilla en el último día. Dijo que era carpintero y que podía hacer la escalera para llegar al piso superior.
El construyó, sin ayuda de nadie, una escalera que es considerada un prodigio de la carpintería.
Nadie sabe como la puso en pie. La escalera no tiene soporte central.
Después, el carpintero que no utilizó clavos ni pegamento para construir la escalera, desapareció sin dejar rastro. Ni esperó para recibir su pago
Nació una leyenda en la Ciudad de Santa Fé, se comenzó a creer que el carpintero era en verdad San José,
enviado por Jesucristo para atender las súplicas de las monjas enviado por Jesucristo para atender las súplicas de las monjas. Desde entonces, la escalera pasó a ser llamada “milagrosa”, y se convirtió en punto de peregrinación.
Hay tres misterios aqui, explica el portavoz de la capilla: el primer misterio es que hasta hoy, no se sabe quien fué el hombre que construyó la escalera.
El segundo misterio es que arquitectos, ingenieros y científicos dicen que no entienden como se equilibra la escalera.
El tercer misterio: ¿de dónde vino la madera El tercer misterio: ¿de dónde vino la madera? Ya hicieron análisis y no existe madera parecida en toda la región.
Solo un detalle refuerza la creencia del supuesto milagro: la escalera tiene 33 gradas, la edad de Cristo. M. Gallo