el mendigo R. Tagore
Iba yo pidiendo de puerta en puerta por el camino de la aldea
apareció a lo lejos como un sueño magnífico. Cuando tu carro de oro apareció a lo lejos como un sueño magnífico.
Y yo me preguntaba, maravillado, quien sería aquel Rey de reyes.
Mis esperanzas volaron hacia el cielo, y pensé que mis días malos habían acabado.
Y me quedé aguardando limosnas espontáneas, tesoros derramados por el polvo.
Me miraste y bajaste sonriendo… La carroza se paró a mi lado.. Me miraste y bajaste sonriendo… Sentí que la felicidad de la vida, me habia llegado al fin...
tú me tendiste tu diestra diciéndome: “¿puedes darme alguna cosa?” Y de pronto tú me tendiste tu diestra diciéndome: “¿puedes darme alguna cosa?”
¡Ah, que ocurrencia la de tu realeza! ¡Pedirle a un mendigo!
Yo estaba confuso.. y malhumorado, y no sabía qué hacer.
Luego saqué despacio de mi saco un puñado de trigo y cogí tan sólo un grano y lo deposité con rabia en tu mano.
con una larga reverencia… Nos despedimos con una larga reverencia… y continué triste mi camino.
Pero que sorpresa la mía … cuando, al vaciar por la tarde mi saco, encontré tan solo un granito de oro, en la miseria del montón
¡Qué amargamente lloré, el no haber tenido corazón, para dártelo todo!
fin
Quien siembra tacañamente fin Quien siembra tacañamente tacañamente recoge” 2ª Cor 9,6 parroquiasanjuanbautistaubeda.es efm