Sin pecado, sin mácula, ni herida en gracia del Altísimo engendrada desde el seno de tu madre consagrada fuiste, en la luz, divina concebida.
Desde el seno materno preparada para ser arca de la nueva vida aurora de la luz amanecida que en carne virginal es alumbrada.
Eternamente en el padre tan deseada, que el hijo eternamente te quería Y el Espíritu Santo prefería hacer en ti tu histórica morada.
Sonrisa de la Vida acariciada por la mano del Sol que en ti se anida por el manto de luna que te abriga en noche de magnolia perfumada.
María de la luz que ha decidido colocar en tu seno su guarida hija del Padre preferida para hacer del esclavo un redimido
De la Iglesia naciente en su costado eres Madre en Amor y unción del cielo y pecho acogedor en desconsuelo cuando el hijo creyente esta cansado.
Eres escucha fiel y acogedora hacia ti se dirige el pobre orante oh! Virgen que recibe al suplicante con corazón de Madre intercesora.
Bajo tu manto la Iglesia se reúne bajo tu manto, ríe, canta y llora. escucha la Palabra y se enamora en la llama de Amor que la consume. Tu entraña engendra hoy misericordia en aquel corazón que se abre al verte que recibe a tu hijo al acogerte. grabando tu sonrisa en su memoria.
Madre de Dios, María, Madre nuestra Somos la iglesia en marcha, suplicante el pueblo que en la historia está anhelante espera la victoria que ya es nuestra. Texto poético: P. Alejandro Ferreiròs (OFM)
"Pequeñas Semillitas" Boletín diario sobre temas de interés general y de reflexión personal con orientación cristiana.